La vida detr¨¢s de los escaparates de ?msterdam
Las gemelas Louise y Martine Fokkens comparten sus genes y una historia clasificada como ¡®X¡¯ Prostitutas durante medio siglo, a sus 72 a?os prefieren contar el lado amable de su profesi¨®n Tras un documental y dos libros, escriben ya el tercero
Louise y Martine Fokkens parecen dos ancianas corrientes. De melena rubia casi blanca y risa entra?able, siempre se visten igual, y normalmente con tonos rojos porque les parece que lucen m¨¢s j¨®venes. Pero estas gemelas holandesas, a sus 72 a?os cumplidos a principios de mayo, suman 100 a?os ejerciendo la prostituci¨®n. Entre las dos han conocido a 350.000 hombres. ¡°O tal vez m¨¢s¡±, r¨ªe Martine. Son la memoria viva del Barrio Rojo de ?msterdam.
¡°El Barrio Rojo ha cambiado much¨ªsimo en estas d¨¦cadas. Ahora las chicas holandesas casi no trabajan all¨ª. Son todas extranjeras y no hay solidaridad. Al cambiarse las leyes [Holanda legaliz¨® la prostituci¨®n en los burdeles en 2000], tienes que tener much¨ªsimos papeles y pagar por todo, antes de tener clientes ya tienes que dar dinero al Gobierno. Han convertido la zona en un parque tem¨¢tico¡±, lamenta Louise al otro lado del tel¨¦fono.
Ella fue la primera de las hermanas Fokkens en llegar al famoso barrio de los escaparates. Ten¨ªa 20 a?os, un marido desde los 17 y tres hijos. Pr¨¢cticamente la arrastr¨® su esposo. Tras abandonarla, le puso como condici¨®n para volver a su lado y al de sus tres hijos que ganara dinero, aunque Louise por entonces trabajaba un par de d¨ªas a la semana en una f¨¢brica haciendo l¨¢mparas. Ella acept¨®. Le quer¨ªa. ¡°Me dijo que ser¨ªan solo dos a?os, por el bien de los ni?os¡±, r¨ªe ahora, medio siglo m¨¢s tarde. A su llegada se encontr¨® con el apoyo de sus compa?eras de cabina: ¡°Fueron las putas mayores las que me contaron qu¨¦ hacer y qu¨¦ no, me ense?aron que no es tan f¨¢cil que un hombre est¨¦ listo¡±, lanza en un ingl¨¦s mezclado con holand¨¦s, pero sin pelos en la lengua.
Un a?o m¨¢s tarde ser¨ªa ella la que ense?ar¨ªa el oficio m¨¢s antiguo del mundo a su gemela, nada como el amor de una hermana. El marido de Martine no ten¨ªa trabajo y Louise le ofreci¨® trabajar en el burdel limpiando cabinas. Con los meses, tras despertar el inter¨¦s de algunos clientes, termin¨® en una. ¡°Mi marido segu¨ªa sin trabajo y le dije que quer¨ªa probar. Hablamos mucho sobre eso y le pareci¨® bien¡±, recuerda.
¡°Durante muchos a?os tuvimos muchos, much¨ªsimos clientes¡±. Gracias a ese ¨¦xito, y cansadas de rendir cuentas a otros, en los ochenta abrieron su propio burdel. Llegaron a ganar tanto dinero que se pudieron comprar un coche a los pocos meses, se enorgullece Louise. Los problemas con la Administraci¨®n les llevaron a fundar The Little Red, el primer sindicato independiente de prostitutas. Pero el momento amargo para las Fokkens fue cuando tuvieron que cerrar su negocio por problemas con los grandes empresarios de la industria del sexo y el Gobierno, dice Louise. Pero no dejaron de trabajar.
M¨¢s de un cliente ha pedido en matrimonio a Martine. Louise recuerda que algunos las han llevado de viaje a Israel, Italia o Espa?a, aunque si habla algo de castellano es por su segundo marido, un barcelon¨¦s con quien tuvo a su cuarta hija (Mar¨ªa Conchita). ¡°?Que qu¨¦ quieren en la cama? Muchos quieren jugar al juego de la seducci¨®n. Casi nunca desde el principio es ir a saco¡±, analiza. ¡°Hay tantas cosas¡ La gente solo piensa que haces cosas extra?as, pero muchas veces es m¨¢s normal de lo que se creen. Yo me divierto¡±, contesta Martine. Quiz¨¢ por ello, y a pesar de haberse retirado hace un a?o, cuando la llaman a¨²n se anima a trabajar. El n¨²mero 69 marc¨® la edad de jubilaci¨®n de su hermana, la artritis le imped¨ªa algunos movimientos. Si no fuera por eso, hoy seguir¨ªa en su escaparate: ¡°Me gusta. Me hace sentirme joven¡±.
Ahora regentan una peque?a tienda en el centro de la ciudad en la que venden postales, sus cuadros y tambi¨¦n sus libros. Muchos se acercan para conocerlas y hacerse fotos con las dos gemelas. En 2011, el documental sobre su vida Meet the Fokkens (Conoce a las Fokkens) las hizo famosas fuera de la ciudad con m¨¢s canales del mundo. Y tras publicar On travel with the Fokkens y The ladies of Amsterdam ¡ªque lleg¨® a ser n¨²mero uno en ventas de libros de no-ficci¨®n en Holanda y hoy est¨¢ en negociaciones con editoriales espa?olas, rusas y brasile?as¡ª, dedican su tiempo a escribir un tercer libro sobre su vida.
Desde que adem¨¢s de su cuerpo expusieron su historia, Louise dice haber notado un mayor respeto. Ambas han soportado risas, burlas, insultos, e incluso que sus hijos se enteraran de su profesi¨®n por los vecinos cuando ni siquiera ellas hab¨ªan encontrado el momento adecuado para cont¨¢rselo. ¡°Si yo hubiera estado en su situaci¨®n, ser¨ªa la ¨²ltima en decir que jam¨¢s har¨ªa lo que tuvo que hacer mi madre¡±, cuenta una de los cuatro hijos de Louise en el documental. Sin recriminaciones, asegura sentada al lado de su madre que, a pesar de pasar varios a?os durante su infancia en una casa de acogida, tuvo una ni?ez feliz. Parece seguir la filosof¨ªa de sus abuelos. ¡°Tras el enfado inicial, mis padres se pusieron de mi lado¡±. ¡°Eres mi hija, qu¨¦ m¨¢s da lo que digan los dem¨¢s, que se miren ellos mismos¡±, le dijeron.
Convencidas de que siempre se han contado las miserias de su profesi¨®n, ellas prefieren buscarle el lado amable. Las dos comparten genes e historia, y tambi¨¦n la idea de que nunca fue su sue?o que tuviera que ser clasificada ¡°X¡±.¡°Has hecho el trabajo, has sido una puta. Y nunca te deshar¨¢s de ese nombre. Ellos siempre te lo dicen de muchas maneras. Pues selo¡±. Consejo de hermana a hermana.
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