La moda estadounidense escenifica sus juegos de poder
Los premios de CFDA encumbran a Rihanna como icono de estilo y a j¨®venes valores como Joseph Altuzarra en una gala destinada a exhibir su poder¨ªo en la industria global
Las leyes no escritas de la moda dictan que Par¨ªs invent¨® el estilo; Mil¨¢n, la industria, y Nueva York, el marketing. Eventos como el celebrado el lunes por la noche en el Lincoln Center neoyorquino refrendaban al menos esto ¨²ltimo. El Council of Fashion Designers of America (CFDA, la asociaci¨®n de dise?adores de EE UU) entregaba sus premios anuales. Una prolongaci¨®n del fiest¨®n medi¨¢tico que supone la gala del Met destinada a que el eco de su poder¨ªo e influencia siga retumbando en todos los rincones del mundo fashionista. El casting lo merec¨ªa: los premios anunciados de antemano a Tom Ford (a toda una vida), a Raf Simons (a mejor dise?ador internacional) o a Rihanna (como icono del a?o) parec¨ªan m¨¢s bien destinados a acumular titulares ¨Cy seguir engrasando las arcas de este negocio¨C.
Esta ¨²ltima, en un alarde de honestidad brutal, dijo al recogerlo: ¡°De peque?a no ten¨ªa mucho acceso a la moda. Pero hasta donde yo recuerdo, la moda siempre me sirvi¨® como mecanismo de defensa. Sol¨ªa pensar de las chicas que me rodeaban: ¡®Igual me gana en otras cosas, pero nunca en mi estilismo¡±. Su reveladora malla transparente salpicada de brillantes ¨CSwarovski patrocinaba el evento¨C clamaba ese esfuerzo por destacar m¨¢s que las dem¨¢s en una noche en la que la elitista concurrencia se lo puso muy dif¨ªcil. El menos es m¨¢s nunca ha estado en la carta de navegaci¨®n del pop de masas¡ Y eso, en seg¨²n qu¨¦ foros, puede acabar d¨¢ndose de tortas por lo que se entiende de estilo. Pero dado el esp¨ªritu integrador de la celebraci¨®n, nadie parec¨ªa discutir el ic¨®nico estatus de la protagonista. Aunque quiz¨¢s el premio habr¨ªa que d¨¢rselo al hombre que ha construido su imagen desde 2011, el dise?ador Adam Selman. La cantante se ha convertido m¨¢s en un lienzo en blanco que en un camale¨®n capaz de transmutarse en femme fatale posmoderna o diva de los a?os veinte seg¨²n dicte el guion en cada ocasi¨®n. Todo un s¨ªmbolo viviente de la voraz capacidad de adaptaci¨®n de la no siempre bien ponderada fuera de sus fronteras cultura de moda estadounidense. Ella lo celebr¨® con un discutible golpe de estilo que empieza a ser de todo menos provocador: subiendo un v¨ªdeo de backstage a Instagram haciendo twerking.
Mientras la cantante revelaba las costuras de un mundo lleno de envidias (el pop o la moda, todo viene a ser igual en esto), Diane Von Furstenberg, presidenta del CFDA, proclamaba: ¡°Esta noche va de dise?adores celebrando a otros dise?adores¡ Y nos amamos los unos a los otros¡±. M¨¢s all¨¢ de las dudas que pueda generar tal aseveraci¨®n, alguno acumular¨ªa tanta admiraci¨®n como odios. En particular, Joseph Altuzarra, uno de los modistos asi¨¢tico-americanos mimados de Anna Wintour ¨Cel aut¨¦ntico motor tras toda esta operaci¨®n de visibilidad mundial¨C, que se alz¨® con el galard¨®n a mejor dise?ador para mujer (por encima de Alexander Wang o Marc Jacobs); o las gemelas Olsen, que sumaron un segundo premio CFDA ¨Cya fueron proclamadas mejores dise?adoras en 2012¨C, esta vez a mejores creadoras de complementos al frente de su firma, The Row.
Marion Cotillard ¨Cen su papel de prescriptora de Dior¨C dar¨ªa la figurita a Raf Simons acompa?ada de Sidney Toledano ¨Cpatr¨®n del dise?ador al frente de la firma¨C. Tambi¨¦n hubo momento emotivos. El recuerdo a L¡¯Wren Scott, la que fuera pareja de Mick Jagger, a quien se encontr¨® muerta en su piso neoyorquino en marzo. O el aplauso a la sexagenaria Bethann Hardisson, exmodelo y agente de modelos que abri¨® camino en los a?os setenta. Iman y Naomi Campbell la escudaron sobre el escenario. La respuesta al vuelco de mentalidad en este mundillo vino con Lupita Nyong¡¯o, que m¨¢s all¨¢ de haberse convertido en la actriz del momento (acaba de firmar su participaci¨®n en Star Wars VII), ejerce de musa de Miu Miu en una de esas raras campa?as protagonizadas por chicas de color.
Para acabar la noche, se fueron todos al after-party celebrado por Dior en honor de Raf Simons en la tienda de Ladur¨¦e, la marca parisiense de macarrons que coloniz¨® el mundo (hay lujos que EE UU jam¨¢s podr¨¢ canibalizar). El vencedor de la noche, Joseph Altuzarra, acud¨ªa con su madre; John Waters, que ejerci¨® de presentador, bromeaba con Shayne Oliver ¨Cuno de los ¨²ltimos enfants terribles de la moda, al frente de la firma Hood By Air¨C; los actores Zachary Quinto y James Marsden charlaban en un rinc¨®n; y Bee Shaffer, hija de Anna Wintour, aparcaba a mam¨¢ en casa. Todo tan dulce, tan bien empaquetado, tan ultrarradiado, que casi lograba hacer sentir al espectador global que forma parte de toda esta celebraci¨®n.
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