La viuda negra de Gucci quiere volver a trabajar en la firma
Patrizia Reggiani, condenada a 26 a?os de prisi¨®n por encargar el asesinato de su marido, habla por primera vez tras salir de la c¨¢rcel
¡°Quiero tanto volver a Gucci. Me sigo sintiendo una Gucci. De hecho, la m¨¢s Gucci de todos¡±. As¨ª de claro habla Patrizia Reggiani, de 66 a?os y con una condena a prisi¨®n de 26 por haber encargado el homicidio de su exmarido Maurizio Gucci, el heredero de la firma de moda italiana asesinado en Mil¨¢n el 27 de marzo de 1995. La mujer que los jueces consideraron el cerebro del delito sali¨® de la c¨¢rcel en septiembre tras casi 17 a?os encerrada. Y aunque pasar¨¢ en arresto domiciliario los tres a?os que le faltan para saldar su deuda con la justicia, ahora ha querido hablar.
Para volver a la vida tras casi dos d¨¦cadas entre rejas necesita de algunos elementos a los que aferrarse. La dama de la alta sociedad milanesa, ca¨ªda en desgracia pero nunca hundida, los desgrana en una exclusiva entrevista concedida al diario romano La Repubblica. En el art¨ªculo-confesi¨®n dice estar arropada por el amor incondicional de su madre, de 87 a?os, con la que volvi¨® a vivir en el centro de la ciudad italiana del dise?o. Se quedaron siempre a su lado tambi¨¦n las dos hijas que tuvo del matrimonio con el delf¨ªn de la prestigiosa dinast¨ªa. Aunque Alessandra, de 37 a?os, vive en Bruselas y Allegra, de 33, reside en Saint Moritz.
La segunda oportunidad de Patrizia Reggiani empieza por la motivaci¨®n por el trabajo: ¡°Vuelvo a empezar por all¨ª. Estoy cualificada, durante a?os me dediqu¨¦ a ir de compras por el mundo. Vengo del mundo de la joyer¨ªa y es a ese campo al que quiero regresar", confiesa desde un sof¨¢ de Bozart, una compa?¨ªa de bisuter¨ªa de lujo y accesorios de alta gama de la que es asesora. El prop¨®sito de la exse?ora Gucci no deja de sorprender, ya que hace tres a?os, cuando el magistrado le dio la posibilidad de pasar al r¨¦gimen de semilibertad para trabajar fuera del penitenciario a lo largo del d¨ªa, ella contest¨®: ¡°Nuca trabaj¨¦ en mi vida. No voy a empezar ahora¡±.? En esta nueva situaci¨®n que le permite por las noches volver a su casa y no a la celda, dice, ha reconsiderado su postura.
No es la primera vez que la viuda negra rompe el silencio. En abril de 2002, en una sala de la c¨¢rcel de San Vittore, cont¨® su verdad a las c¨¢maras de un hist¨®rico programa de la RAI, Storie Maledette, donde Franca Leosini entrevista a condenados por delitos c¨¦lebres. Un cara a cara que se reemiti¨® cuando Reggiano sali¨® del centro milan¨¦s, en oto?o de 2013. ¡°Era bella, altiva, elegante y obstinada. Me llam¨® la atenci¨®n su elecci¨®n testaruda de permanecer fiel a s¨ª misma. Incluso entre rejas y candados segu¨ªa siendo la se?ora Gucci¡±, record¨® la presentadora.
Reggiani nunca se preocup¨® por endulzar su personaje y atraer simpat¨ªa y piedad, ni siquiera protagonizando aquel programa de mucha audiencia. Se present¨® ataviada con un conjunto de terciopelo burdeos, una flor blanca en la solapa, peinado impecable, unas perlas colgando de las orejas y actitud comedida, con aquel desapego a las cosas terrenales al que obliga la nobleza.
¡°?Usted se profesa inocente?¡±, le pregunta Leosini de entrada. ¡°Yo me declaro no culpable. Hay un matiz entre los dos conceptos: porque s¨ª hice mis gilipolleces para llegar a este punto. Hubo una ¨¦poca en la que deseaba quit¨¢rmelo de en medio. Iba pidiendo a cualquiera que me ayudara. Pero se trataba de un deseo, una mera obsesi¨®n. No llegu¨¦ a cometerlo¡±, contaba quien siempre ha sostenido que los ejecutores del delito se organizaron por su cuenta y luego la chantajearon.
El 27 de marzo de 1995 tres golpes de pistola mataron al hombre que hab¨ªa amado, con quien estuvo casada de 1973 a 1985 y tuvo dos hijas. Maurizio Gucci ten¨ªa entonces 47 a?os y un gran patrimonio, a pesar de su escasa cautela en los negocios y de un tren de vida lujoso y desaforado, que meses antes le hab¨ªa empujado a vender su parte de la prestigiosa industria familiar para deshacerse de las deudas. Pasaron dos a?os hasta la sorprendente detenci¨®n. En la fr¨ªa madrugada del 31 de enero de 1997, en el Mil¨¢n m¨¢s exclusivo, fue arrestada la exmujer de la v¨ªctima, acusada de haber encargado el asesinato.
Desde de su ca¨ªda, Patrizia Reggiani no se quita de encima el apodo de viuda negra. Los testimonios de las personas que recibieron entonces 600 millones de liras para ejecutar el plan homicida dieron cuerpo a la acusaci¨®n. En el veredicto, confirmado en tres instancias judiciales, pesaron tambi¨¦n los frecuentes desahogos p¨²blicos de Reggiani contra el hombre que hab¨ªa decidido abandonarla: ¡°Hablaba por hablar. Reto a cualquier mujer a que diga si no ha pronunciado nunca palabras como: '?Ay! Le voy a matar' referidas a su marido. Con las se?oras de la alta sociedad nos encontr¨¢bamos a desayunar y cotillear. ?Entre esas gallinas unas cuantas lo dec¨ªan!, se lo prometo¡±, se excus¨® en la televisi¨®n. Entonces parec¨ªa tener mucho que contar, algo? opuesto a lo que cuenta fue su reacci¨®n cuando supo de la muerte de su exmarido: ¡°Me qued¨¦ sin palabras, incapaz de razonar. Enseguida, sin embargo, sent¨ª un gran alivio: por fin le han quitado del medio".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.