El demonio bolivariano
Las descalificaciones que ha sufrido el l¨ªder de Podemos, m¨¢s que de ¨¦l, hablan de Espa?a
La pantalla del tel¨¦fono, de la tableta o del ordenador, nos ofrece una imagen del mundo tan especializada que ya se parece muy poco al mundo. En la pantalla los temas, las noticias, las an¨¦cdotas se organizan por parcelas y se van interrelacionando hasta formar un enjambre del que el espectador tiene que sacar una idea clara, si es que puede hacerlo. El lector del siglo XXI, ese que ve pasar un torrente de informaci¨®n por la pantalla de su tableta, m¨¢s que reflexionar va de una noticia a otra, de un dato a una opini¨®n y el caudal es tan vasto que no hay tiempo para detenerse a digerir lo que acaba de leerse.
Se trata de una experiencia que no se parece en nada a la del lector de peri¨®dico de papel del siglo XX, que iba pasando las hojas, leyendo lo que le interesaba o llamaba su atenci¨®n, y en cuanto se acababan las p¨¢ginas se iba a hacer otra cosa, y probablemente no volv¨ªa a enterarse de las noticias hasta el telediario de la noche, o hasta el d¨ªa siguiente, cuando volv¨ªa a sentarse a leer el peri¨®dico. En cambio el lector de peri¨®dicos en tableta puede pasarse el d¨ªa leyendo noticias y columnas de opini¨®n, tiene a su alcance decenas de peri¨®dicos que se est¨¢n renovando todo el tiempo en un flujo permanente e ininterrumpido que mantiene al lector, a base de links o de tuits, rigurosamente informado pero, tambi¨¦n, condenado a interpretar la realidad a partir de lo que se le explica, de lo que permanentemente se le dice, sin espacio o mejor, sin el silencio imprescindible para sacar sus propias conclusiones. El exceso de informaci¨®n acaba desinformando.
El lector de noticias en pantalla se llena de informaci¨®n pero va perdiendo la perspectiva, se queda sin el horizonte, que es demasiado grande para ser contenido por una pantalla.
El lector de noticias en pantalla se llena de informaci¨®n pero va perdiendo la perspectiva
En estas condiciones, atiborrados todo el tiempo de informaci¨®n, es muy dif¨ªcil hacerse una idea clara de la debacle europea, de la crisis espa?ola con sus ya incontables ramificaciones, y de la nueva configuraci¨®n pol¨ªtica que han dejado las ¨²ltimas elecciones. Michel de Montaigne hac¨ªa ver que ¡°el verdadero campo y objeto de la impostura son las cosas desconocidas¡±, porque al desconocerlas, no podemos aplicarles ¡°razonamientos comunes¡± y por esto mismo ¡°nos privan del medio de combatirlas¡±. M¨¢s adelante, en el mismo ensayo, Montaigne a?ade: ¡°nada se cree tan firmemente como aquello que menos se sabe¡±.
Habr¨ªa que buscar en la polvareda que ha levantado el derrumbe de las instituciones europeas no solo la composici¨®n qu¨ªmica de ese polvo sino, y me va a perdonar usted la cursiler¨ªa, el rayo de luz que hay m¨¢s all¨¢, el horizonte.
En medio de la polvareda que ha levantado el colapso, ha surgido, dir¨ªa que de la nada pero es claramente producto de este polvo, el partido pol¨ªtico Podemos, cuyo l¨ªder ha sufrido una serie de descalificaciones que, m¨¢s que de ¨¦l, hablan de Espa?a. Es verdad que lo m¨ªnimo que puede esperar un partido pol¨ªtico que irrumpe con esta fuerza es una catarata de descalificaciones de los que, a causa de esta irrupci¨®n, ven peligrar su posici¨®n en el mapa pol¨ªtico, pero, de todas formas llama la atenci¨®n que entre la catarata de insultos y descalificaciones, la derecha medi¨¢tica, y tambi¨¦n algunos que supon¨ªamos de izquierda, acusen a Pablo Iglesias de estar inspirado, e incluso asociado, con l¨ªderes latinoamericanos como Evo Morales o, en su momento, el Comandante Ch¨¢vez, es decir, con ese concepto que en Espa?a lleva cuernos y cola de flecha y huele a azufre, que es lo bolivariano. Al margen del porcentaje de bolivarianismo que este partido pol¨ªtico pueda tener, resulta sintom¨¢tico que al l¨ªder de Podemos se le quiera desprestigiar asoci¨¢ndolo con estos l¨ªderes de los que en Espa?a, y en Europa en general, no se conoce m¨¢s que la caricatura que la prensa ha hecho, durante a?os, de ellos.
De los l¨ªderes bolivarianos no se conoce en Espa?a m¨¢s que la caricatura que la prensa ha hecho de ellos
Descalificar a Iglesias por la relaci¨®n que pueda tener con estos l¨ªderes, es la parte visible de un problema mayor, que es la profunda ignorancia de Latinoam¨¦rica que existe en Espa?a, una ignorancia que, en estos momentos cr¨ªticos, es francamente suicida. Estos l¨ªderes tan caricaturizados, adem¨¢s de los horrores que aqu¨ª se nos cuentan, han hecho un mont¨®n de cosas positivas para sus pa¨ªses que en Espa?a interesan poco porque es m¨¢s f¨¢cil, y sobre todo m¨¢s ¨²til, encasillarlos en su papel de l¨ªderes populistas, otro t¨¦rmino que aqu¨ª tiene proporciones diab¨®licas y, sobre todo, parece que el populismo es un mal que viene de fuera, que se trata exclusivamente de una plaga latinoamericana, cuando la verdad es que aqu¨ª, cada d¨ªa, o¨ªmos declaraciones rigurosamente populistas de alg¨²n l¨ªder pol¨ªtico, con ¨¦nfasis en los que lideran el proceso soberanista catal¨¢n.
Antes de criticar otros reg¨ªmenes pol¨ªticos, con esa frivolidad y ese desparpajo, deber¨ªamos mirarnos con seriedad al espejo, pero no al espejo deformante, que propon¨ªa el cada vez m¨¢s vigente Valle-Incl¨¢n, y que refleja una realidad distorsionada, esperp¨¦ntica, sino un espejo que nos regrese un reflejo veraz, ¨²til, aplicable en acciones concretas que nos permitan remontar la crisis, la econ¨®mica, pero tambi¨¦n la que genera el desprestigio de las instituciones y de los l¨ªderes pol¨ªticos.
Porque decir ¡°esperp¨¦ntico¡± es tan in¨²til como decir ¡°populista¡±, o ¡°bolivariano¡±, son t¨¦rminos muy frondosos con los que, de forma parcial y simplona, pero muy efectiva, puede atacarse al enemigo. La idea de Montaigne que he citado m¨¢s arriba, ¡°nada se cree tan firmemente como aquello que menos se sabe¡±, se aplica perfectamente a la reacci¨®n que provoca en Espa?a lo bolivariano, un concepto que se ha fijado en el discurso nacional, en su versi¨®n m¨¢s nefasta, con una firmeza que es producto de lo poco que se sabe del bolivarianismo.
Parece mentira que con los niveles de corrupci¨®n que hay aqu¨ª, se tenga el descaro de mofarse de los l¨ªderes de otros pa¨ªses
La catarata de descalificaciones, por su fil¨®n bolivariano, al l¨ªder de Podemos es, por otra parte, una curiosidad: parece mentira que desde un pa¨ªs con los niveles de corrupci¨®n y paro que tiene Espa?a, con la creciente desconfianza que generan los pol¨ªticos, los banqueros, la monarqu¨ªa, la iglesia, alguien tenga el descaro de mofarse de los l¨ªderes de otros pa¨ªses. M¨¢s que una curiosidad se trata de otro s¨ªntoma, la imagen esperp¨¦ntica que regresa el espejo de Valle-Incl¨¢n, no permite hacer una valoraci¨®n sensata y equilibrada de lo que est¨¢ sucediendo aqu¨ª. Mucho m¨¢s grave que el populismo y el bolivarianismo de Podemos, es lo que este partido pol¨ªtico ha venido a poner en evidencia, lo que hay debajo del terror a lo bolivariano, que es una mezcla de la ignorancia de lo que ocurre en aquellos pa¨ªses, esa ignorancia que produce una idea en la que se cree firmemente, m¨¢s, en el caso de Evo Morales, un componente de discriminaci¨®n racial, que le ha granjeado el t¨ªtulo de ¡°l¨ªder ex¨®tico¡± y lo ha hecho protagonista de aquel episodio bochornoso, en el que el gobierno espa?ol se desentendi¨® de la hermandad hispana cuando el avi¨®n del presidente Morales, bajo la sospecha de que Edward Snowden iba a bordo, fue inmovilizado en el aeropuerto de Viena.
Espa?a tiene en Latinoam¨¦rica a su gran aliado y de momento, a pesar del discurso oficial que habla todo el tiempo de la hermandad con aquellos pueblos, no se ha puesto, de verdad, a cultivarlo. Basta ver como se trata a los inmigrantes ecuatorianos o bolivianos en las ciudades espa?olas, la forma en que los acosa, sin m¨¢s motivo que su aspecto, la polic¨ªa; o esa idea exc¨¦ntrica y sumamente imperial, que merecer¨ªa m¨¢s reflexi¨®n y mucho m¨¢s autocr¨ªtica, de llevar al rey de Espa?a a las cumbres latinoamericanas, a esos pa¨ªses donde los reyes son cosa del pasado remoto, o de los cuentos para ni?os y, en todo caso, parte de una ¨¦poca oscura de la que tuvieron a bien independizarse. O esa descortes¨ªa de un Ministro de defensa espa?ol invitando a gritar ?viva Honduras! a un contingente de soldados salvadore?os, por no hablar de ese error que se repite todos los d¨ªas en las casas, en las oficinas, en los peri¨®dicos, en la radio y en la televisi¨®n, de llamar Sudam¨¦rica a todos los pa¨ªses que est¨¢n debajo de Estados Unidos. Si en Espa?a no se sabe a ciencia cierta ni d¨®nde empieza Sudam¨¦rica ?qu¨¦ podemos entender de los l¨ªderes bolivarianos?
Jordi Soler es escritor.
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