Terry Richardson planta cara a las acusaciones de abusos sexuales
El fot¨®grafo de moda rechaza haber forzado a sus modelos a mantener encuentros ¨ªntimos con ¨¦l durante sus sesiones
¡°?Es Terry Richardson un artista o un depredador sexual?¡±. El encabezamiento de la primera entrevista del fot¨®grafo tras las crecientes alegaciones de que abusa de sus modelos deja la respuesta abierta al espectador. El ni?o mimado de Harper¡¯s Bazaar, GQ y tantas otras publicaciones de moda vio en marzo c¨®mo se le desmontaba la pel¨ªcula ante una nueva acusaci¨®n con nombre y apellidos. Charlotte Waters, de 24 a?os, sub¨ªa a la red social Reddit el testimonio de su encuentro ¡°profesional¡± a los 19 a?os: una sesi¨®n er¨®tica que deriv¨® en sexo duro y a la que, seg¨²n la afectada, se entreg¨® desde la inconsciencia de quien arranca en esta dif¨ªcil carrera y se deja retratar por un t¨®tem que puede ayudarle a abrirse camino. ?l sali¨® en su propia defensa enviando una carta a The New York Post diciendo sentirse objeto de una ¡°caza de brujas¡±.
El reportaje de portada publicado este fin de semana por la revista New York abordaba la cuesti¨®n y conced¨ªa un generoso espacio (m¨¢s de 7.000 palabras) para que el enfant terrible de la moda se explicase. Aunque, sorprendentemente, no parec¨ªa mostrarse torturado por la tormenta en la que se ha visto envuelto. ¡°No me arrepiento por el trabajo que he hecho, en absoluto. Pero, obviamente, no quiero nunca que nadie se sienta as¨ª de mal. Jam¨¢s estuvo entre mis intenciones. Pero tambi¨¦n es cierto que la gente hace cosas de las que luego se puede arrepentir, y eso tampoco tiene nada que ver conmigo. Si te sientes as¨ª, entonces no vuelvas a hacer fotos como esas nunca m¨¢s¡ Yo no me arrepiento de nada, y para m¨ª eso es lo m¨¢s importante¡±, proclamaba.
Mientras, contin¨²a acumulando acusaciones. La ¨²ltima, a finales de abril, cuando otra modelo, la brit¨¢nica Emma Appleton aireaba que hab¨ªa recibido un mensaje a trav¨¦s de Facebook del insigne retratista: ¡°Si me dejas follarte, te conseguir¨¦ una sesi¨®n en Nueva York para Vogue¡±. Despu¨¦s se prob¨® que la cuenta desde la que le lleg¨® la propuesta era falsa (Richardson no tiene perfil en Facebook y lleva cuatro a?os sin disparar para la edici¨®n estadounidense de Vogue). Cuatro d¨ªas despu¨¦s de esta recriminaci¨®n en concreto, se produc¨ªa el encuentro del fot¨®grafo con el semanario New York: ¡°Te sacar¨¦ en Vogue¡±, citaba con sorna. ¡°?A qui¨¦n se le ocurre algo tan sensiblero y rid¨ªculo? ?Qui¨¦n habla as¨ª? Eso de llamarme ped¨®filo y todas esas mierdas¡ es algo horrible para cualquiera¡±. Y expon¨ªa: ¡°Es descabellado esto de Internet. Una locura total. Como un peque?o c¨¢ncer. La gente puede hacer lo que quiera en la Red, decir lo que quiera desde el anonimato total. Es algo que est¨¢ fuera de control¡±. Pero la bola de nieve sigue rodando. La campa?a online #NoMoreTerry, que insta a ¡°boicotear a todas las publicaciones, marcas y famosos que contratan al depredador sexual Terry Richardson¡± suma adeptos.
Entre sus principales alegaciones en su defensa: que siempre estaba rodeado de gente en sus sesiones fotogr¨¢ficas: ¡°Nunca ¨¦ramos solo yo y la chica. Siempre hab¨ªa asistentes u otra gente, o las chicas se tra¨ªan a sus colegas para pasar el rato. Eran sesiones de d¨ªa, sin drogas ni alcohol. Y transcurr¨ªan como un espect¨¢culo improvisado, algo divertido y emocionante dirigido a lograr im¨¢genes potentes. Nada m¨¢s. Gente colaborando, explorando la sexualidad y haciendo fotos¡±. La publicaci¨®n puntualizaba que, sin embargo, Richardson ¡°parece desconocer o no estar dispuesto a reconocer que hay formas de coerci¨®n que se pueden ejercer de manera t¨¢cita o situacional¡±, particularmente cuando las modelos son j¨®venes que buscan hacerse un hueco en el negocio. La revista tambi¨¦n observaba que el fot¨®grafo ¡°parece haber capeado la controversia¡± y que acaba de negociar un contrato con Harper¡¯s Bazaar.
El largu¨ªsimo perfil centra tambi¨¦n la atenci¨®n en los turbulentos or¨ªgenes del fot¨®grafo, desde su temprano abuso de las drogas (empez¨® a fumar marihuana con nueve a?os) hasta sus reiterados intentos de suicidio (con 14, ingiri¨® 40 pastillas). Su padre, el tambi¨¦n fot¨®grafo Bob Richardson, estableci¨® unos truculentos antecedentes al presumir de acostarse con sus modelos en los a?os sesenta (¡°las sesiones sol¨ªan acabar en sexo¡±, recordaba). Abandonar¨ªa a su esposa y estilista, una exbailarina del Copacabana llamada Norma Kessler, por una adolescente de 17 a?os. Kessler y su ni?o, Terry, tuvieron que buscarse la vida mientras ve¨ªan de lejos c¨®mo el padre ca¨ªa en la esquizofrenia y la indigencia.
Antes de decidirse por la fotograf¨ªa, Richardson prob¨® a ser m¨²sico punk en Los ?ngeles de mediados de los ochenta. Despu¨¦s ser¨ªa su propio padre, a quien rescat¨® de las calles, quien le ayudar¨ªa a introducirse en el mundillo de la imagen. La pol¨¦mica no es nueva para ¨¦l: fue uno de los art¨ªfices del heroin chic (modelos escu¨¢lidas con aspecto de yonquis) en los noventa y retrat¨® sus propios encuentros sexuales y de sus allegados de manera expl¨ªcita. Hoy tiene un largo historial de sesiones de psicoterapia, acude a encuentros semanales de Alcoh¨®licos An¨®nimos y cobra unos 120.000 d¨®lares al d¨ªa por sus sesiones. Mientras el mundo se divide entre amarle y odiarle, su ocupada agenda prueba que mantiene un estatus inalterable en la industria.
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