La vida brillante
El humor insolente de los Monty Python regresa a los escenarios
Las entradas para el primero de los diez espect¨¢culos que han programado para este mes de julio se agotaron en 43,5 segundos. No es una cifra redonda, pero sirve para medir su popularidad. Los Monty Python volvieron a subirse el martes a un escenario (el Palladium de Londres), ni una sola de las 14.500 localidades del teatro qued¨® vac¨ªa y cumplieron con creces el objetivo principal: hacer re¨ªr. Las cr¨®nicas de su regreso, sin embargo, cuentan que la segunda parte de la promesa que hab¨ªan hecho no se cumpli¨® del todo. Es decir, no hubo grandes novedades, ninguna sorpresa, nada relevante que pueda a?adirse a su impecable trayectoria de caballeros irreverentes, amigos del absurdo, embajadores de un sofisticado surrealismo y perfectamente brit¨¢nicos. Es verdad que incorporaron al cient¨ªfico Stephen Hawking en un breve gag, pero lo que funcion¨® sobre todo fue lo ya conocido: sus grandes n¨²meros que todo el p¨²blico conoc¨ªa de memoria y que recibi¨® con gran alborozo.
Cuentan los que estuvieron all¨ª que, en el bis de despedida, los cinco c¨®micos y todos los espectadores cantaron juntos ¡°Mira siempre el lado brillante de la vida¡±, y se acordaron as¨ª del final de La vida de Brian, y seguramente recordaron muchas otras cosas m¨¢s (como la ausencia de uno de los miembros del grupo, que muri¨® hace ya a?os). El humor y la nostalgia son dos bocados que suelen funcionar bien cuando se combinan. La risa nos permite ver la vida de otra manera y cada uno de los n¨²meros que los Monty Python montaron con su circo ambulante entre 1969 y 1974 a trav¨¦s de la pantalla de la BBC ten¨ªan ese revulsivo especial: colocaban delante de los espectadores un espejo deformado que los animaba a re¨ªrse de s¨ª mismos.
Si ha habido una nota que desentonara un poco ha sido el formato. No suenan igual las carcajadas cuando estallan en familia delante del televisor (o en los cines de todo el mundo, gracias a sus desternillantes pel¨ªculas) que si lo hacen delante de un inmenso escenario (que tuvieron que llenar con proyecciones y n¨²meros de bailarines). Pero es un asunto menor si estos c¨®micos vuelven a hacer re¨ªr con la misma insolencia de sus mejores tiempos.
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