Los dolores de parto de los Estados ¨¢rabes
?C¨®mo pudo Estados Unidos imaginar que pod¨ªa exportar la democracia en las alas de sus aviones F-16?
La desintegraci¨®n del Estado iraqu¨ª, espoleada por el r¨¢pido avance de los militantes del Estado Isl¨¢mico de Irak y Levante (ISIS), sorprendi¨® a norteamericanos y europeos con la guardia baja, y ahora volvieron a su tendencia habitual a la autoflagelaci¨®n. De hecho, un alto porcentaje de la responsabilidad por el tumulto en Irak ¡ªpara no hablar de Siria¡ª sin duda recae en el pernicioso legado colonial y las pol¨ªticas err¨®neas de Occidente en el Oriente Pr¨®ximo ¨¢rabe. Pero, en ¨²ltima instancia, la agitaci¨®n en el mundo ¨¢rabe refleja el dif¨ªcil encuentro de una civilizaci¨®n antigua con los desaf¨ªos de la modernidad.
Sin duda, la aventura iraqu¨ª del presidente norteamericano George W. Bush estuvo calamitosamente mal concebida, como lo estuvo la subsiguiente imposibilidad del presidente Barack Obama de dejar una fuerza residual adecuada en Irak despu¨¦s de que Estados Unidos retir¨® sus tropas. Por cierto, la partida apresurada de Estados Unidos permiti¨® que el ISIS ganara terreno, desdibujando al mismo tiempo la frontera con Siria. En su esfuerzo por forjar un Estado isl¨¢mico, el ISIS invadi¨® Siria desde Mosul mucho antes de que invadieran Mosul desde Siria.
Pero la historia frecuentemente est¨¢ forjada por fuerzas impersonales abrumadoras ¡ªcomo la religi¨®n, la identidad ¨¦tnica y las actitudes culturales¡ª que no son receptivas a las soluciones basadas en la fuerza, mucho menos a la intervenci¨®n de ej¨¦rcitos extranjeros. Aun cuando Estados Unidos nunca hubiera invadido Irak, no es descabellado suponer que la transici¨®n del liderazgo de Sadam Husein habr¨ªa sido violenta, con un desenlace muy similar al de Siria hoy o al de Yugoslavia en los a?os noventa, cuando una brutal guerra civil termin¨® en la divisi¨®n del pa¨ªs seg¨²n l¨ªneas ¨¦tnicas.
En su famoso ataque al determinismo, el fil¨®sofo Isaiah Berlin no negaba que los factores estructurales pudieran ser un motor de la historia; simplemente rechazaba su uso como pretexto para evitar la responsabilidad moral. Si bien las elites ¨¢rabes no pod¨ªan controlar, digamos, las fuerzas del imperialismo occidental, el hecho de que no reconocieran su parte de responsabilidad en los problemas que aquejan a las sociedades ¨¢rabes modernas representa una traici¨®n a sus pueblos.
La aventura iraqu¨ª del presidente George W. Bush estuvo calamitosamente mal concebida
Hoy en d¨ªa, el dilema ¨¢rabe es, en su n¨²cleo, una crisis del concepto del Estado ¨¢rabe. Los ¨¢rabes desde hace mucho vienen denigrando el concepto ¨¦tnico de nacionalismo de Israel, con el argumento de que la religi¨®n no es una base leg¨ªtima para la categor¨ªa de Estado ¡ªcomo si los pa¨ªses europeos no hubieran nacido como rep¨²blicas cristianas y lo siguieran siendo durante siglos, y como si los pa¨ªses ¨¢rabes alrededor de Israel fueran un monumento a la diversidad religiosa y ¨¦tnica¡ª.
De hecho, los pa¨ªses ¨¢rabes est¨¢n implosionando precisamente por su incapacidad para reconciliar esta diversidad. Por supuesto, esa lucha no es exclusiva de los pa¨ªses ¨¢rabes. En el caso de Europa, crear una uni¨®n pac¨ªfica y cuasi federal demand¨® dos guerras mundiales y un nuevo trazado de las fronteras nacionales mediante una depuraci¨®n ¨¦tnica ¡ªy todav¨ªa hoy se ve desafiada por movimientos xen¨®fobos y nacionalistas¡ª. Del mismo modo, el experimento multi¨¦tnico de Yugoslavia termin¨® de manera violenta luego del colapso de su dictadura.
La lucha del mundo ¨¢rabe por crear un orden sociopol¨ªtico viable no ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil. De hecho, Siria e Irak ¡ªhoy compuesto por cuasi-Estados kurdos, chi¨ªes y sun¨ªes separados, con estos ¨²ltimos propag¨¢ndose hacia Siria¡ª podr¨ªan no ser los ¨²ltimos pa¨ªses en la regi¨®n en enfrentar desaf¨ªos a las fronteras arbitrarias establecidas en la regi¨®n por las potencias coloniales a fines de la I?Guerra Mundial.
Las revoluciones de la primavera ¨¢rabe no tienen que ver s¨®lo con el anhelo de democracia de la nueva generaci¨®n ¨¢rabe ¡ªanhelo que a¨²n no est¨¢ cumplido en absoluto¡ª. Hoy tienen que ver esencialmente con la frustraci¨®n de largo tiempo de las minor¨ªas que estuvieron ignoradas en la era poscolonial y fueron reprimidas por los aut¨®cratas que buscaban imponer la?unidad en sociedades multi¨¦tnicas.
Hoy, Oriente Pr¨®ximo est¨¢ experimentando el colapso de la noci¨®n de que los Estados ¨¢rabes pueden amoldarse religiosamente a sociedades diversas. Este no es un problema que una potencia extranjera pueda resolver.
Las fuerzas islamistas son una respuesta al fracaso de los nacionalismos
El error que cometi¨® Estados Unidos en Oriente Pr¨®ximo ha sido intentar interrumpir el proceso de maduraci¨®n que exigen los grandes cambios hist¨®ricos. De hecho, al invadir Irak, Estados Unidos intent¨® en efecto eludir la l¨®gica del ciclo hist¨®rico.
Si Europa tuvo que padecer siglos de guerras religiosas y dos guerras mundiales sucesivas para resolver sus disputas nacionales y ¨¦tnicas, ?c¨®mo pod¨ªa imaginar Estados Unidos que iba a poder exportar democracia y respeto por las minor¨ªas a Oriente Medio en las alas de F-16? Es revelador que las dos transiciones democr¨¢ticas m¨¢s exitosas en el mundo ¨¢rabe en los ¨²ltimos a?os ¡ªT¨²nez y Kurdist¨¢n¡ª ocurrieran con una m¨ªnima intromisi¨®n de Occidente.
El futuro del Oriente Pr¨®ximo ¨¢rabe est¨¢ en manos de sus pueblos ¡ªy la historia no da lugar a atajos¡ª. Al igual que todas las otras civilizaciones en la historia, los ¨¢rabes deben involucrarse en un largo proceso de prueba y error destinado a superar sus desaf¨ªos estructurales ¡ªun proceso que probablemente se prolongue durante gran parte del siglo XXI¡ª.
Por m¨¢s perniciosas que puedan haber sido las pol¨ªticas occidentales, las fuerzas islamistas son un resultado natural en tierras ¨¢rabes, una respuesta genuina a los fracasos del nacionalismo ¨¢rabe secular y el Estado ¨¢rabe moderno. Esto no quiere decir que Occidente no pueda ofrecer alguna ayuda. Pero debe hacerlo con humildad y sensibilidad cultural, utilizando diplomacia inteligente en lugar de ¡°ataques contraterroristas¡±.
Shlomo Ben Ami, exministro de Relaciones Exteriores israel¨ª, es vicepresidente del Toledo International Center for Peace y autor de Scars of war, wounds of peace: the israeli-arab tragedy.? Project Syndicate, 2014.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.