Populismo a diestro y siniestro
Tanto Podemos como el Gobierno proponen medidas econ¨®micas poco realistas
Hace unas semanas Podemos dio la sorpresa en las elecciones al Parlamento Europeo. Consigui¨® cinco esca?os en la Euroc¨¢mara y m¨¢s de un mill¨®n de votos. Toda una conquista para un partido de tan reciente creaci¨®n. Su ¨¦xito se bas¨® en un programa electoral que ocupa 36 p¨¢ginas y al que todo ciudadano tiene acceso desde la p¨¢gina web del partido. El programa es una maravilla desde el punto de vista de las relaciones p¨²blicas y el marketing, pero rezuma populismo por todos los costados. Las 36 p¨¢ginas proponen, entre otras medidas, el impago de parte de nuestra deuda soberana, la p¨¦rdida de independencia del Banco Central Europeo, la democratizaci¨®n y nacionalizaci¨®n del sistema bancario, una renta b¨¢sica para todos los ciudadanos, la moratoria de algunas deudas hipotecarias, el abandono de algunos de nuestros tratados de libre comercio o bajar la edad de jubilaci¨®n a los 60 a?os. A primera vista, todas estas medidas suenan de maravilla y son muy atrayentes para la gran masa de descontentos a la sombra de la crisis que parece no querer abandonarnos. Pero analizadas con un poco de sentido com¨²n no pasan la prueba del algod¨®n. No pagar la deuda soberana tendr¨ªa consecuencias inimaginables sobre nuestra capacidad, como pa¨ªs, de acceder a los necesarios mercados financieros; la democratizaci¨®n del Banco Central Europeo traer¨ªa consigo la ya casi olvidada inflaci¨®n; la nacionalizaci¨®n del sistema bancario niega que fueron las instituciones financieras controladas por el sector p¨²blico las m¨¢s afectadas por la crisis; la renta b¨¢sica parece milagrosa pero el programa electoral obvia el problema de su financiaci¨®n; la moratoria hipotecaria generalizada har¨ªa un da?o irreparable al futuro de nuestro sistema hipotecario; abandonar los tratados de libre comercio ser¨ªa sin¨®nimo de pobreza en muchos de los pa¨ªses que los firman y bajar la edad de jubilaci¨®n niega las din¨¢micas demogr¨¢ficas a las que nos enfrentamos.
No pagar la deuda soberana tendr¨ªa consecuencias inimaginables
Pues bien, la respuesta desde Moncloa ha sido, ni m¨¢s ni menos, m¨¢s populismo. El Gobierno de Rajoy ha debido pensar que a populismo de izquierdas electoralmente exitoso debe responderse con populismo de derechas. Y m¨¢s cuando las elecciones se acercan. Hace unos d¨ªas el ministro Montoro present¨® las directrices de la que ser¨¢ su reforma fiscal. Sus l¨ªneas generales son dobles y claras. Por un lado, bajar los tipos impositivos del impuesto de la renta y sociedades, y eliminar algunas de sus deducciones fiscales (aunque creando otras y dejando vigentes las m¨¢s importantes); y por el otro, no tocar el IVA. Bajar tipos impositivos del impuesto de la renta y sociedades es acertado ya que es cierto que en ambos casos son muy altos en comparaci¨®n con la media de los pa¨ªses desarrollados. Pero no es menos cierto que deben eliminarse todas, o casi todas, las deducciones. Las deducciones son como las medidas del programa de Podemos. En principio, suenan muy bien y son muy atrayentes para el ciudadano, pero en la mayor¨ªa de los casos, solo reflejan el ¨¦xito de alg¨²n lobby en convencer al ministro o dirigente de turno. Mantenerlas es casi tan populista como proponer una renta b¨¢sica o no pagar nuestra deuda soberana. Aunque, por desgracia, el populismo de derechas no acaba ah¨ª.
Si queremos mantener nuestro sistema del bienestar, no podemos permitirnos una ca¨ªda recaudatoria, m¨¢s bien todo lo contrario. El d¨¦ficit p¨²blico, aun corregido por el ciclo econ¨®mico, es enorme y el nivel de deuda p¨²blica est¨¢ llegando a cotas insostenibles. Espa?a tiene uno de los niveles de recaudaci¨®n como porcentaje del PIB m¨¢s bajo de toda la UE-27, rozando el 37 %, por tanto, cualquier reforma fiscal debe tener como uno de sus objetivos el aumentar la recaudaci¨®n y reducir el d¨¦ficit. Mantener deducciones y negarse a aumentar la recaudaci¨®n v¨ªa IVA es populista y enga?oso para el ciudadano ya que niega el hecho de que es necesario recaudar m¨¢s para financiar los servicios p¨²blicos ya existentes. Y eso es lo que hace el proyecto de reforma fiscal presentado por el PP. El proyecto no aumenta la recaudaci¨®n sino que la baja. Negar la evidencia de que es necesario aumentar la recaudaci¨®n v¨ªa impuestos indirectos y eliminaci¨®n de deducciones es tan irresponsable como presentarse a las elecciones europeas con un panfleto de 36 p¨¢ginas. Es verdad que no es necesario aumentar los tipos del IVA, pero es capital recalificar muchos de los bienes que ahora est¨¢n gravados a tipos reducidos. Tampoco es necesario eliminar todas las deducciones, pero s¨ª la mayor¨ªa. Es claro que tomar medidas como estas es poco popular, pero de una necesidad innegable. La negativa del Gobierno del PP a reconocerlo roza la imprudencia.
Para mantener el sistema del bienestar no es posible una ca¨ªda recaudatoria
?Y cu¨¢les pueden ser las consecuencias de la tal imprudencia? La restricci¨®n presupuestaria debe cumplirse por lo que solo hay dos opciones posibles: m¨¢s recortes o m¨¢s deuda. Creer que con suficientes votos se puede gobernar sin una restricci¨®n presupuestaria es equivalente a pensar que podemos eliminar la ley de la gravedad con suficiente apoyo popular. No queremos entrar en valorar si m¨¢s recortes del gasto p¨²blico son o no deseables, eso es un problema entre el Gobierno y sus votantes. Sin embargo, no reconocer que es probable que esta reforma implique recortes adicionales en el gasto p¨²blico es tergiversar la realidad. Otra forma de populismo. El coste de la reforma (seg¨²n se recoge en el programa de estabilidad enviado a Bruselas hace pocas semanas) es de unos siete mil millones. Si queremos cumplir con el d¨¦ficit y (como todo parece indicar) no hay otros aumentos impositivos suficientes para compensar la bajada de tipos impositivos sobre la renta y beneficios empresariales, habr¨¢ que recortar el gasto. Si volvemos a saltarnos el d¨¦ficit, la deuda aumentar¨¢ m¨¢s de lo previsto con las consecuencias que eso conlleva. Esa es la impopular realidad y negarla es de lo m¨¢s popular.
Puede que haya quien piense que para ganar unas elecciones es imperativo ser populista, que no hay otra opci¨®n. Pero lo cierto es que en muchas ocasiones los gobiernos se han tenido que enfrentar a situaciones dif¨ªciles sin tirar de la receta populista. Sin ir m¨¢s lejos, el actual Ejecutivo ha aprobado medidas tan impopulares como necesarias. Por un lado, ha reformado el mercado laboral mejorando la negociaci¨®n colectiva y, por otro, ha hecho m¨¢s sostenible nuestro sistema de pensiones, aceptando casi en su totalidad las recomendaciones del comit¨¦ de expertos. Tambi¨¦n subi¨® el IVA, hace ya casi dos a?os, alej¨¢ndonos de un precipicio que parec¨ªa atraernos sin remedio. Todas esas medidas fueron impopulares, valientes y elogiadas por los firmantes de este art¨ªculo. Pero parece que ese tiempo qued¨® atr¨¢s. Hemos pasado de hacer pol¨ªticas impopulares, pero necesarias para el futuro del pa¨ªs, a adoptar medidas populares pero que pueden tener consecuencias nefastas para el futuro de nuestra econom¨ªa.
Jos¨¦ Ignacio Conde-Ruiz es profesor de Econom¨ªa en la Universidad Complutense y Juan Rubio-Ram¨ªrez, en la Universidad de Duke (EE UU).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.