10 fotosSalir de la droga con 10 a?osAndr¨¦s Vanegas documenta la lucha de ONG locales de Nairobi para reinsertar en la sociedad a los ni?os de la calle Madrid - 16 jul 2014 - 18:33CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlace'Cenizas para una nueva vida' es parte de un proyecto documental que captura el momento en que varios ni?os de las calle de Nairobi son rescatados por dos organizaciones no gubernamentales, Koinonia y Amani, para ser trasladados a un centro de rehabilitaci¨®n, donde recibir¨¢n atenci¨®n m¨¦dica, un hogar, comida y asistencia durante el tiempo que sea necesario para lograr su reinserci¨®n en la sociedad. Se recorren varios puntos de la ciudad en busca de aquellos ni?os que han sido identificados previamente por los voluntarios y que ser¨¢n rescatados y trasladados al Centro de Rescate Ndugu Mdogo, que significa "hermano menor" en swahilli.ANDR?S VANEGASLos ni?os corren hacia el autob¨²s que les llevar¨¢ a su nuevo hogar, Ndugu Mdogo. Se esconden tras los asientos, gritan, saltan, hay sonrisas y alaridos de alegr¨ªa... pero tambi¨¦n hay un sentimiento de pena y amargura porque solo hay espacio para 13 menores ya que las organizaciones no cuentan con recursos econ¨®micos ni con infraestructura suficiente para rescatar a m¨¢s. Aquellos que se quedan atr¨¢s son m¨¢s que amigos y, para muchos de estos menores, la ¨²nica familia que han tenido. Decir adi¨®s no resulta f¨¢cil. Bajo la atenta mirada de los que se quedan en la calle, el autob¨²s parte en busca de aquellos j¨®venes que han sido seleccionados para ir a Ndugu Mdogo.ANDR?S VANEGASEl consumo de pegamento, alcohol o petr¨®leo es frecuente entre los ni?os y ni?as que viven en las calles de Nairobi. Inhalar dichas sustancias les permite olvidarse de los problemas, del hambre y de la vida que llevan. Vivir bajo estas circunstancias es un s¨ªmbolo de padecer pobreza cr¨®nica, es estar ante un c¨ªrculo vicioso en el que generaciones tras generaciones permanecer¨¢n viviendo en situaciones precarias e inhumanas.ANDR?S VANEGASMuchos menores ruegan en la puerta del autob¨²s para ser llevados al centro de rehabilitaci¨®n. Sin embargo, las reglas son claras: solo aquellos ni?os y ni?as que han realizado un trabajo con los educadores durante los meses previos y que voluntariamente han participado en los diferentes talleres podr¨¢n ingresar en el centro.ANDR?S VANEGASAlgunos de los menores que no fueron seleccionados deciden arriesgarlo todo con tal de poder ir junto a sus amigos. Muchos de ellos se cuelgan de las puertas o ventanas y otros se sujetan de la escalera trasera del bus. No bastan las advertencias de los educadores; hay quienes no quieren dejar pasar esta oportunidad y har¨¢n lo posible para ser rescatados.ANDR?S VANEGASUna vez dentro, los ni?os y ni?as se sientan con sus respectivos compa?eros y se esconden tras los asientos para impregnar con alcohol peque?os trapos que guardan f¨¦rreamente entre las manos para luego inhalarlos. Sus miradas son lentas y, sus reacciones, pausadas. Muchos de ellos son menores de 10 a?os pero act¨²an como adultos y lucen como ancianos.ANDR?S VANEGASAlgunos de estos menores llevan tres, cuatro o incluso siete a?os viviendo en las calles. Escapan de la pobreza o de la violencia que padecen en sus casas. Se crean grandes grupos de ni?os que viven juntos, trabajan recolectando basura y luchan por conseguir algunos centavos que, al final del d¨ªa, ir¨¢ a parar en drogas o en algo para comer. Los niveles de desnutrici¨®n son elevados, sus pieles est¨¢n arrugadas y sus manos son la prueba de una vida que hasta el momento no ha sido f¨¢cil.ANDR?S VANEGASUna vez en el centro de rescate, los ni?os apilan la ropa vieja en mitad de una habitaci¨®n y se preparan para tomar una ducha. El olor que desprende aquellas prendas usadas por a?os aleja a cualquiera que quiera entrar en la habitaci¨®n. Pantalones rotos, camisetas sucias y rasgadas, zapatos y chancletas son amontonadas bajo la atenta mirada de todos los presentes.ANDR?S VANEGASA medida que los reci¨¦n llegados se van duchando, el agua que corre por el suelo se torna negra y sucia, La mugre, el alcohol y el petr¨®leo flotan en el agua como si de aceite se tratase.ANDR?S VANEGASEs el fin de una vida que ellos no escogieron y el comienzo de otra que, si bien nos los sacar¨¢ de la pobreza, s¨ª les brindar¨¢ la posibilidad de vivir con dignidad. M¨¢s de 350.000 ni?os y ni?as viven en las calles de Kenia, una cifra que toma a¨²n m¨¢s relevancia cuando la mitad de estos menores intentan sobrevivir en la capital, Nairobi.ANDR?S VANEGAS