H¨¦roes

Hace poco, un hijo de Gallard¨®n se libr¨® del test de alcoholemia refugi¨¢ndose, tras una aparatosa huida, en la casa de su padre. Peor fue el caso de Esperanza Aguirre, que se dio a la fuga derribando una moto de la polic¨ªa cuando los agentes intentaban multarla. No par¨® hasta llegar a su domicilio, pese a los requerimientos de un coche patrulla desde el que, en paralelo al suyo, le daban ¨®rdenes de detenerse. Ya en casa, y frente a los requerimientos de los municipales, envi¨® a sus escoltas-funcionarios p¨²blicos ¡ªa sueldo del contribuyente¡ª, que salvaron tambi¨¦n a la expresidenta de la Comunidad de Madrid de someterse, como es preceptivo, al test de alcoholemia. Usted y yo habr¨ªamos soplado, nos habr¨ªan analizado la saliva, habr¨ªamos dormido en el calabozo, y estar¨ªamos ahora pendientes de un juicio por desobediencia a la autoridad, intento de agresi¨®n a la polic¨ªa y des¨®rdenes p¨²blicos, entre otros. Total, cuatro o cinco a?os de c¨¢rcel. Privilegios de clase, como el de la delincuencia organizada que, si se empe?a, consigue una amnist¨ªa fiscal por la que regulariza lo defraudado a menor costo que si lo hubiera declarado en tiempo y forma.

He aqu¨ª, sin embargo, que Carlos Cano, un licenciado en Medicina de 25 a?os, entr¨® hace dos d¨ªas en prisi¨®n para cumplir tres a?os por participar en un piquete informativo durante cuya actuaci¨®n no hubo heridos, no hubo destrozos, no hubo vandalismo ni evasi¨®n de capitales ni cohecho ni malversaci¨®n de caudales p¨²blicos. No hubo nada, en fin, aunque esa nada le va a destrozar la vida. Es un caso, pero los hay a docenas. Estos j¨®venes, perseguidos con sa?a en un pa¨ªs donde el presidente del Gobierno env¨ªa mensajes de apoyo a un delincuente, son los h¨¦roes de un tiempo por venir.