Cornadas en el idioma
Si decimos que un futbolista tuvo el gol en la bota, nadie pensar¨¢ en su bota de vino
Los mozos que a?os atr¨¢s participaban en los encierros sufr¨ªan cornadas. Es decir, las reses los corneaban; y por tanto, eran corneados. Pero en los Sanfermines de los ¨²ltimos a?os ya no han sufrido cornadas ni han sido corneados, sino que ¡°recibieron heridas por asta de toro¡±.
Lo alargado de la expresi¨®n recuerda aquello de ¡°caer¨¢n precipitaciones en forma de nieve¡± (o sea: ¡°nevar¨¢¡±) que se oye en la informaci¨®n meteorol¨®gica invernal.
Y as¨ª como las precipitaciones no tienen m¨¢s remedio que caer, a esas astas no les queda otra soluci¨®n que pertenecer a un toro, si de los encierros veraniegos hablamos y si nos referimos s¨®lo a las cornamentas visibles. (Las otras cornamentas no suelen causar da?os a terceros).
La expresi¨®n ¡°herida por asta de toro¡±, que tanto circula ahora en los medios informativos, nace del lenguaje t¨¦cnico, que tiende a la precisi¨®n cient¨ªfica y se diferencia tanto del que utilizamos el resto de los mortales. Sin embargo, no parece que aqu¨ª la locuci¨®n ¡°asta de toro¡± a?ada algo respecto de la palabra ¡°cuerno¡±. Por tanto, en este contexto pueden equipararse las expresiones ¡°sufri¨® una herida por asta de toro¡± y ¡°sufri¨® una herida por cuerno¡±.
El cerebro humano act¨²a con una l¨®gica aplastante al procesar los mensajes
Claro, esta segunda opci¨®n suena rara. Y suena rara porque nadie la pronuncia. Y nadie la pronuncia porque en vez de ¡°herida por cuerno¡± solemos decir ¡°cornada¡±.
La misma situaci¨®n se da con las cogidas de los toreros durante la lidia, reflejadas as¨ª en los partes m¨¦dicos: ¡°Herida incisocontusa por asta de toro en la cara interna del tercio medio del muslo derecho¡¡±. La precisi¨®n se percibe enseguida. Pero tambi¨¦n la palabrer¨ªa, porque lo normal es que esta herida del torero haya sido causada por el asta de un toro, m¨¢s propiamente por el que estaba en el ruedo en ese momento, y no por el asta de la bandera, bastante inofensiva por lo com¨²n (siempre que no se mueva de su sitio).
Las normas de la conversaci¨®n eficaz que detall¨® Paul Grice (1913-1988) incluyen la m¨¢xima de cantidad: no decir m¨¢s de lo necesario. El cerebro humano act¨²a con una l¨®gica aplastante al procesar los mensajes. Usa el contexto para establecer sus juicios de probabilidad (casi siempre certeros) y entiende que cuanto figura en el discurso est¨¢ ah¨ª por algo; todo lo cual hace innecesarias muchas palabras adicionales que, si se profieren, cambian el significado porque se convierten en significativas. Si o¨ªmos que un futbolista tuvo el gol en la bota, nadie imaginar¨¢ que se habla de su bota de vino, ni exigir¨¢ por tanto que, para evitar equ¨ªvocos, se precise ¡°tuvo el gol en la bota del pie¡±. Porque si decimos eso, se deduce que pod¨ªa haberse tratado tambi¨¦n de la bota de una mano.
Si en la tienda pedimos calcetines para los pies, nos podr¨¢n preguntar ir¨®nicamente si no deseamos tambi¨¦n calcetines para la cabeza, pues en ese caso la nuestra parecer¨¢ merecerlos. Y si decimos que un mozo fue herido por asta de toro, estamos significando la incongruencia de que pod¨ªa haberlo alcanzado el asta de cualquier otro corn¨²peta, por ejemplo una jirafa.
La locuci¨®n ¡°herida por asta de toro¡± ya se hallaba en los libros de medicina del siglo XVII. Y en la prensa se documenta el 5 de agosto de 1900, cuando el semanario taurino Sol y sombra?reproduce el parte facultativo sobre la cornada sufrida por el diestro Antonio Fuentes en Madrid.
Est¨¢ bien que los m¨¦dicos utilicen entre ellos un lenguaje propio, si eso contribuye a que nos curen. Pero extender su l¨¦xico propiciar¨ªa que sustituy¨¦semos las palabras por sus definiciones, y que en lugar de ¡°sufri¨® una pu?alada¡± dij¨¦semos ¡°sufri¨® una herida por hoja de pu?al¡±; y que en vez de ¡°le dio un pu?etazo¡± escribi¨¦ramos ¡°le dio un golpe violento con los nudillos de la mano cerrada¡±.
Y en ese caso deber¨ªa cambiarse tambi¨¦n la famosa met¨¢fora atribuida al torero Manuel Garc¨ªa, El Espartero (siglo XIX). ?l la pronunci¨® para explicar por qu¨¦ hab¨ªa escogido un oficio tan arriesgado. Hoy ya se ha convertido en un dicho que usamos para ofrecer consuelo; y su nueva versi¨®n period¨ªstica ser¨ªa ¨¦sta: ¡°M¨¢s heridas por asta de toro da el hambre¡±.
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