Cuentas claras (o casi)
Las balanzas fiscales no justifican agravios pol¨ªticos ni deben ser pretexto para el enfrentamiento
El debate soberanista en Catalu?a ha convertido a las llamadas balanzas fiscales ¡ªdiferencia entre lo que los habitantes de una Comunidad pagan por impuestos y los servicios p¨²blicos que reciben¡ª en un instrumento de enconada controversia, inadecuada para una discusi¨®n templada sobre la financiaci¨®n auton¨®mica. Primero fue objeto de disputa el aireado (por los nacionalistas) d¨¦ficit fiscal catal¨¢n; despu¨¦s, la discusi¨®n se ha extendido hacia los m¨¦todos para calcular los saldos fiscales. Como las posiciones nacionalistas tienden a ser irreductibles ¡ªen cuanto que s¨®lo admiten una cuant¨ªa del d¨¦ficit igual o superior a la que ellos calculan¡ª el debate fiscal corre el riesgo de eternizarse, y los esfuerzos por ofrecer un c¨¢lculo b¨¢sico sobre el que negociar parecen destinados a la melancol¨ªa.
Las cuentas territorializadas que ayer presentaron expertos designados por Hacienda exponen algunas conclusiones que deber¨ªan ser motivo de reflexi¨®n, dejando a un lado cualquier prejuicio. No se trata tanto de que el supuesto e irredento d¨¦ficit fiscal catal¨¢n en 2011 sea de 8.455 millones (bastante inferior a los 15.000 millones que reclama la Generalitat) o que Madrid, como en otros informes anteriores, sea la autonom¨ªa con mayor d¨¦ficit (16.700 millones), o que Valencia y Baleares tambi¨¦n presenten desequilibrios elevados en su contra. La discusi¨®n no debe hacerse sobre cantidades (que pueden variar seg¨²n los m¨¦todos de c¨¢lculo) sino sobre conceptos de financiaci¨®n.
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En ese sentido, el estudio presentado ayer ofrece un avance metodol¨®gico notable: ordenar los gastos e ingresos p¨²blicos en partidas homog¨¦neas, en funci¨®n de que afecten a todos los ciudadanos o s¨®lo a los de una zona determinada. Y una conclusi¨®n decisiva para el entendimiento pol¨ªtico: las dos terceras partes de los d¨¦ficit fiscales se explican porque las regiones implicadas disponen de una renta superior.
Y es una conclusi¨®n plausible, puesto que el d¨¦ficit fiscal de una autonom¨ªa es la consecuencia l¨®gica de que tiene super¨¢vit comercial o de capitales con el resto de las comunidades. Por esa raz¨®n, las balanzas o cuentas territorializadas no son el instrumento adecuado para medir agravios pol¨ªticos o econ¨®micos, siempre y cuando se acepte el principio tributario democr¨¢tico de que todos los ciudadanos pagan impuestos iguales por rentas iguales.
Si el informe tiene raz¨®n, y no hay motivo para discutir sus criterios (aunque el presidente de la Generalitat se ha apresurado a exponer sus sospechas por el m¨¦todo de c¨¢lculo), el agravio auton¨®mico (desigualdad en la prestaci¨®n de servicios p¨²blicos) podr¨ªa cuantificarse en un tercio de los saldos fiscales, es decir, aproximadamente el 1% del PIB. Eso significa que ser¨ªa conveniente reformar el sistema de financiaci¨®n auton¨®mica (incluyendo ajustes en los reg¨ªmenes de Euskadi y Navarra) para atender al principio de igualdad de los ciudadanos con independencia del territorio en que vivan. Pero en ning¨²n caso puede esgrimirse ese supuesto agravio como causa o motivo de pulsiones independentistas.
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