Intocable
Todos los que hemos estado cerca de la pol¨ªtica durante d¨¦cadas sab¨ªamos que algo pasaba con Jordi Pujol
Todos los que hemos estado cerca de la pol¨ªtica durante d¨¦cadas sab¨ªamos que algo pasaba con Jordi Pujol. Unos m¨¢s, por ejemplo los periodistas que informaban de econom¨ªa o de tribunales, y otros menos; pero todos est¨¢bamos al queo de que hab¨ªa muchos puntos oscuros en su biograf¨ªa. Desde que salt¨® el feo asunto de Banca Catalana, que se resolvi¨® de forma poco airosa por tribunales superiores.
Eso, los periodistas. Pero muchos pol¨ªticos sab¨ªan bastante m¨¢s, y cuando se les preguntaba por Pujol y sus presuntas acciones irregulares, meneaban la cabeza y se enredaban en una farfulla siempre ligada a la pol¨ªtica catalana. La conclusi¨®n era clara: meterse con Pujol era meterse en un avispero que pod¨ªa provocar muchas picaduras. A alguno, como Raimon Obiols, que intent¨® no respetar la omert¨¢, casi le matan a guantazos en su tierra.
Es decir, que muchos pens¨¢bamos que no era muy honorable. M¨¢s bien que era muy intocable. Pujol fue un precursor en la arrogante consideraci¨®n de identificar su persona con la naci¨®n. Ponerle en duda era poner en duda a toda Catalu?a, que como sabe cualquiera es la mitad de Catalu?a.
Pujol se ha despe?ado. Y ahora le van a abrir en canal los que le han protegido con su silencio durante d¨¦cadas, porque ya no pueden sostener la hombr¨ªa que dentro de la Mafia se supone que hay detr¨¢s del silencio.
Lo que se ha desplomado no es la honorabilidad, que muchos d¨¢bamos por inexistente, sino la intocabilidad. Artur Mas tiene derecho a sentir compasi¨®n por Pujol, pero ¨¦l y muchos cientos de sus compatriotas tienen el deber de sentir l¨¢stima por s¨ª mismos. Porque primero le convirtieron en intocable para hacerle despu¨¦s honorable.
Tres d¨¦cadas de ser intocable. No est¨¢ mal.
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