Bicicletas
Sin duda habr¨¢ anotado todas tus otras ca¨ªdas. Han pasado muchos a?os
Las bicicletas tambi¨¦n tienen alma, como la ten¨ªan todos los juguetes de nuestra infancia, el caballo de cart¨®n, el rompecabezas, el mecano, la m¨¢quina de cine Nic, los primeros tebeos. Una vez rotos o abandonados su alma se fue a su propio para¨ªso y puede que desde all¨ª nos recuerde siempre. ?Se acordar¨¢ de ti aquella bicicleta Orbea con la que ibas a la playa cuando ten¨ªas 15 a?os? Aquella ni?a pelirroja cuyo nombre has olvidado, ten¨ªa una bicicleta BH con una redecilla en la rueda de atr¨¢s para que no se le enredara la falda. Sol¨ªais ir juntos a todas partes con una inocencia que entonces todav¨ªa se confund¨ªa con el aire y el mar limpio, con el olor a alga y brea de las barcas de pesca varadas en la arena, hasta que se produjo aquella ca¨ªda, que fue el acto de iniciaci¨®n. La ni?a se hizo una brecha en la rodilla y t¨² le limpiaste las l¨¢grimas y la sangre de la herida con un pa?uelo, que guardaste en el bolsillo y luego os dist¨¦is el primer beso en los labios. ?D¨®nde estar¨¢ aquella bicicleta? Si existe un cielo que acoge a los juguetes rotos de la infancia, aquella primera bicicleta desde su para¨ªso habr¨¢ seguido todos los avatares de tu vida porque desde entonces ha formado parte de tu conciencia. Sin duda habr¨¢ anotado todas tus otras ca¨ªdas. Han pasado muchos a?os. Despu¨¦s de tanto tiempo la bicicleta el¨¦ctrica que montas ahora los ¨²ltimos veranos sin duda tambi¨¦n tiene alma. Ella es la que te lleva al mar, a la tertulia con los amigos por la ma?ana a impulso de su energ¨ªa, que concede a tu esfuerzo un simulacro de juventud. El placer de deslizarte en esa bicicleta el¨¦ctrica, que es como cabalgar una escultura constructivista a trav¨¦s de todos los aromas de la tierra, a esta edad est¨¢ acrecentado por el peligro, porque si te caes o te atropellan, esa ca¨ªda ser¨¢ la ¨²ltima, pero te ir¨¢s al otro mundo junto con ella.
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