Un coraz¨®n herido
A Robin Williams ya no se le ve¨ªa por su barrio, incluso amigos advirtieron indicios de depresi¨®n Lo que no sab¨ªan era la ¨²ltima noticia que le golpe¨®: ten¨ªa p¨¢rkinson
Discreci¨®n extrema en la vida real de un tipo que llenaba todo el escenario y la gran pantalla. En el mercado de frutas y verduras, org¨¢nicas claro, de Tibur¨®n (San Francisco) dec¨ªan no verle desde hace un tiempo. La misma respuesta enfrente, en la farmacia. Tampoco recordaban ninguna visita reciente en los dos restaurantes m¨¢s cercanos al 95 de Saint Thomas way, donde viv¨ªa Robin Williams. Imposible consultar en los bares, no hay. La tranquilidad es extrema en este rinc¨®n del muelle con vistas a la silueta de la ciudad, solo Alcatraz, con su penal abandonado, se interpone. El actor apenas iba m¨¢s all¨¢ de su propiedad, donde fue encontrado muerto el pasado lunes. El entorno, implicado en su recuperaci¨®n, y los vecinos manten¨ªan un pacto de silencio para evitar que trascendiera la profunda depresi¨®n que atravesaba la estrella estadounidense. Rick Overton, actor de comedia y amigo de la familia desde los setenta, confesaba a LA Times una leve sospecha: apenas devolv¨ªa las llamadas y sus mensajes de texto eran cada vez m¨¢s escuetos.
Apenas devolv¨ªa las llamadas y sus mensajes eran cada vez m¨¢s escuetos
Pr¨¢cticamente las ¨²nicas salidas de Williams eran nocturnas, en universos paralelos y masivos. Era un habitual en World of Warcraft, un popular juego online de estrategia en el que la imaginaci¨®n es un punto a favor para los m¨¢s avezados. Tambi¨¦n en el agresivo Call of Duty, donde, desde la mirada de un francotirador, se met¨ªa en el papel de las mismas tropas que no dud¨® en entretener en varias campa?as militares. No es casualidad que su hija se llame Zelda, el nombre de una aventura gr¨¢fica que cuando ella naci¨® no era m¨¢s que ilusi¨®n pixelada en 8-bits.
En 2011 el actor confes¨® al brit¨¢nico Telegraph que esa era una de sus adicciones. ¡°Especialmente si juegas online, contra otros, engancha por completo y te sientes en otro mundo¡±. Quiz¨¢ fuese la droga m¨¢s inocente de las que consum¨ªa. En 2005 saltaron las alarmas, tras perder cierto tir¨®n en taquilla y a su amigo Christopher Reeve, comenz¨® a beber m¨¢s all¨¢ de lo aconsejable. Tan solo meterse entre los fogones de la cocina le calmaba.
Villa Sorriso (sonrisa, en italiano) era su refugio de ensue?o, el pa¨ªs de nunca jam¨¢s de un Peter Pan de carne y hueso. Iba a ser su primer sacrificio. En 2012 puso esta finca situada en los vi?edos de Napa a la venta por 35 millones de d¨®lares. Un a?o despu¨¦s la rebaja la dejaba en 29, pero nunca cambi¨® de manos. Williams, que se divorci¨® de su segunda mujer, Masha Garces en 2008, se sent¨ªa incapaz de pagarle la asignaci¨®n. En 1988 ya se hab¨ªa roto su primer matrimonio con Valerie Velardi.
A finales de junio visit¨® en Minnesota un centro especializado en exadictos
Al t¨¦rmino del rodaje de Un golpe de suerte (2005) se puso en manos de especialistas. En 2006 reconoc¨ªa sus problemas con el alcohol. No ocult¨® su asistencia a reuniones de alcoh¨®licos an¨®nimos. Su coqueteo con las drogas en los setenta y ochenta era p¨²blico, pero tampoco extra?o en una ciudad, San Francisco, muy laxa a la hora de perseguir el consumo y la venta en la calle. Hace poco m¨¢s de un mes, a finales de junio, viaj¨® hasta Minnesota a un rancho especializado en reforzar la conducta de aquellos que se desenganchan. TMZ, la web especializada en cotilleos de Hollywood, lo caz¨® en los aleda?os del centro, y su inusitada delgadez desat¨® los rumores.
El ¨²ltimo mazazo para el actor lleg¨® en mayo. Cuando la serie The crazy ones dej¨® de emitirse sin posibilidad de continuidad. La audiencia no acompa?aba. Entonces supuso un agujero m¨¢s en su maltrecha econom¨ªa. A rega?adientes, acosado por las deudas, Williams acept¨® rodar la secuela de Se?ora Doubtfire, un papel hecho a medida que le ayudar¨ªa a aliviar su cuenta corriente. La primera entrega, estrenada con ¨¦xito en 1993, dej¨® 728 millones de d¨®lares en taquilla.
Su viuda anunci¨® en un comunicado que el actor estaba sobrio cuando falleci¨®
Inmerso en el papel que tantas sonrisas despert¨® entre el p¨²blico, recibi¨® una noticia con un guion bien conocido, padec¨ªa p¨¢rkinson, una enfermedad neurodegenerativa por la que con el tiempo uno pierde el control de su propio cuerpo. Aunque ¨¦l todav¨ªa se encontraba en fase temprana. No ten¨ªa intenci¨®n de hacerlo p¨²blico, fue su viuda, Susan Schneider, quien lo anunci¨® a trav¨¦s de un comunicado difundido el jueves y en el que tambi¨¦n quiso acallar rumores. Su marido estaba sobrio en el momento del fatal desenlace.
Una amalgama de problemas acumulados durante a?os entremezclados con adicciones y depresiones a los que Robin Williams puso fin de forma tajante y dram¨¢tica el pasado 11 de agosto. No hubo lugar para la comedia en el papel vital del espl¨¦ndido c¨®mico. A su impresionante legado hay que a?adir tres pel¨ªculas sin estrenar: Una noche en el museo: La tumba secreta, Merry Friggin¡¯ Christmas y Absolutely anything.
Condolencias en tiempo real
Los agentes de prensa ya no mandan comunicados con los sentimientos de sus artistas. Aunque se asume que son ellos los que gestionan sus perfiles en las redes sociales, el ciberespacio se ha convertido en el lugar preferido para mostrar el dolor. Los acerca al ciudadano corriente sin intermediarios, como si fueran uno m¨¢s. Este ha sido el formato preferido para despedirse de numerosas personalidades. La muerte de Michael Jackson fue el primer hito en esta modalidad que ya se ha convertido en norma. Steve Carrell se llev¨® la palma, m¨¢s de 64.000 retuits por 10 palabras escasas para hablar de Robin Williams: "Hizo el mundo un poquito mejor. RIP". El mismo medio utiliz¨® Michael J. Fox para expresar su conmoci¨®n al saber que los dos sufr¨ªan la misma enfermedad. El astronauta Buzz Aldrin opt¨® por Facebook. Tambi¨¦n Jennifer L¨®pez, con una foto de ambos.
En el otro lado de la balanza se encuentran los haters, aquellos que env¨ªan mensajes negativos y fuera de lugar en los peores momentos. Tambi¨¦n han tenido su cuota de protagonismo en esta ¨¢gora de escasas leyes. Tanto que Zelda Williams, la hija del actor, se vio forzada a cerrar su perfil en las redes sociales: "Lo siento. Me sobrepasa. Me dispongo a borrar esto de mis aparatos por un tiempo largo, quiz¨¢ para siempre. El tiempo lo dir¨¢. Adi¨®s". Del Harvey, vicepresidente de Twitter, intent¨® frenar la desafortunada avalancha con el cierre de algunas cuentas y el compromiso de mejorar en el futuro.
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