Arnold
Venezuela es el petro-Estado m¨¢s despilfarrador e improvidente del planeta
Un d¨ªa de 1911, Ralph Arnold, ge¨®logo petrolero estadounidense, lleg¨® al hotel Queen¡¯s Park de Puerto Espa?a, en la isla de Trinidad, entonces posesi¨®n brit¨¢nica, y top¨® con una escena digna de Tirano Banderas.
Un peque?ajo simiesco y sombr¨ªo, el general Cipriano Castro, antiguo dictador venezolano, era agasajado en la terraza por una corte de exiliados adulantes, partidarios de sus planes de invadir Venezuela y ajustar cuentas con su compadre, el tambi¨¦n sombr¨ªo general Juan Vicente G¨®mez quien, cuatro a?os atr¨¢s, hab¨ªa derrocado a Castro aprovechando arteramente un viaje de este al exterior.
¡°Castro jam¨¢s logr¨® su prop¨®sito ¡ªanota Arnold en sus memorias¡ª; G¨®mez se mantuvo en el poder todo el tiempo que permanec¨ª en Venezuela¡±. Al a?o siguiente, Arnold dirigi¨®, por cuenta de un consorcio asfaltero brit¨¢nico, un exhaustivo catastro geol¨®gico de la desdichada y pal¨²dica comarca que era mi pa¨ªs, colosal empresa que a su equipo de m¨¢s de cincuenta ge¨®logos gringos le tom¨® cuatro a?os completar. G¨®mez sigui¨® tiranizando a Venezuela hasta su muerte en 1935.
En 1914, impresionada por los resultados de Arnold, la Royal-Dutch Shell acometi¨® la extracci¨®n y comercializaci¨®n en gran escala del petr¨®leo venezolano. Un siglo m¨¢s tarde, Venezuela es el petro-Estado m¨¢s despilfarrador e improvidente del planeta.
La ¨²nica idea que al respecto hemos parido en cien a?os es una agr¨ªcola moralina irrealizable: ¡°Sembrar el petr¨®leo¡±. Irrealizable, pues fatalmente est¨¢ en la naturaleza del petro-Estado populista desperdiciar los booms de precios y endeudarse en tiempo de vacas flacas.
Nuestro militarista siglo petrolero ha sido el largo viaje de una frase feliz hacia la nada.
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