?Todav¨ªa se puede dignificar la comida basura?
Las cadenas de comida r¨¢pida se esfuerzan por mejorar su imagen con opciones sanas. Pero, ?logran convencer al p¨²blico?
Ensalada de la huerta con lechuga, tomate, ma¨ªz y vinagre bals¨¢mico. Zanahorias cortadas en tiras o patatas de manzana como guarnici¨®n. Y de postre: mandarinas, pl¨¢tanos, sand¨ªa o yogur. Esto, aunque no lo parezca, es un men¨² de comida r¨¢pida. Las cadenas est¨¢n experimentando, en Estados Unidos, con nuevas opciones en un mundo cada vez m¨¢s pendiente de la salud. La cuesti¨®n es: ?es demasiado tarde para cambiar el discurso? ?Mantienen todav¨ªa credibilidad estas empresas como para apelar a la v¨ªa saludable? De no ser as¨ª, ?existe una tercera opci¨®n por la cual se puede dignificar la comida basura sin tracionar el propio concepto? Y, lo que es m¨¢s importante, ?quiere el p¨²blico una comida r¨¢pida m¨¢s sana?
Este debate se est¨¢ planteando estos d¨ªas, c¨®mo no, en Estados Unidos. All¨ª, las Satisfries, unas patatas de Burger King con un 30% menos de calor¨ªas y un 40% menos de grasa, no han tenido el ¨¦xito rotundo que se esperaba (el producto, por cierto, tambi¨¦n tuvo su paseo por Espa?a). Ir¨®nicamente, la misma semana que la cadena de restaurantes anunciaba la posible retirada de las Satisfries de la mayor¨ªa de sus establecimientos en el pa¨ªs americano informaba a sus clientes de que volv¨ªan a su carta las patatas de pollo rebozado por la alta demanda de los consumidores en las redes sociales e incluso en change.org.
La comida r¨¢pida en Espa?a
Obesidad
El sector de la comida r¨¢pida en nuestro pa¨ªs sufri¨® el pasado a?o un leve descenso del 0'4% tras 20 a?os de crecimiento ininterrumpido, seg¨²n un estudio de la consultora DBK. Los espa?oles gastaron?2.705 millones de euros en comida basura.
En 2010, Espa?a fue el pa¨ªs industrializado que menos gasto registr¨® en este tipo de alimentaci¨®n con unos 20 euros por persona y a?o, lo que equivale a unos tres men¨²s, seg¨²n una investigaci¨®n de la EAE business school. El estudio tambi¨¦n advert¨ªa de que, sin embargo, el crecimiento del consumo era cada vez m¨¢s acusado. Esta fue la tendencia que se fren¨® en 2013.
La crisis tambi¨¦n ha afectado a nuestro peso. La obesidad aument¨® entre un 2 y un 3% en los ¨²ltimos cinco a?os. En Espa?a, uno de cada seis adultos es obeso y uno de cada dos tiene sobrepeso, seg¨²n una encuesta de la?OCDE, la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico.
En cuanto a la poblaci¨®n infantil, el 28,3% de los ni?os espa?oles tienen sobrepeso, seg¨²n un estudio de la Fundaci¨®n Thao realizado con m¨¢s de 20.000 ni?os durante el curso escolar 2011-2012.
El de las patatas fritas bajas en calor¨ªas no es el ¨²nico fracaso en este terreno. Otras decepciones en la materia: la ensalada de McDonald¡¯s con nueces, pasas, manzana y yogur bajo en calor¨ªas, que dej¨® de venderse el pasado a?o; o la pizza con masa de varios cereales y miel de Pizza Hut, que se retir¨® en 2010. A principios de este a?o, el jefe ejecutivo de McDonald¡¯s, Don Thompson, declaraba que el objetivo es que los clientes piensen en esta cadena de hamburgueser¨ªas como en un ¡°restaurante que cocina comida fresca de alta calidad¡±.
Existe un estudio de la Universidad Duke, en Carolina del Norte que podr¨ªa arrojar luz sobre esta serie de decepciones. En ¨¦l, los investigadores comprobaron que, cuando el men¨² de un restaurante de comida r¨¢pida incluye una opci¨®n sana como la ensalada, el hecho de considerar la opci¨®n de pedirla satisface la mala conciencia de la mayor¨ªa de consumidores que acaba decant¨¢ndose por la v¨ªa m¨¢s cal¨®rica. En una de las pruebas del experimento se ofrec¨ªan a los participantes, un centenar de estudiantes universitarios, patatas fritas, nuggets de pollo y patatas asadas. En este caso solo el 10% opt¨® por las primeras, la opci¨®n con m¨¢s calor¨ªas. Pero cuando se a?ad¨ªa la ensalada a las opciones, el porcentaje de personas que eligi¨® las patatas fritas subi¨® al 33%. A este efecto se le conoce como cumplimiento de metas indirecto.
Estos intentos saludables se producen sobre todo en Estados Unidos que, seg¨²n un estudio de 2011 de la EAE Business School, consume el 35% de la comida r¨¢pida del mundo y en el que un tercio de la poblaci¨®n padece obesidad. En distintos puntos del pa¨ªs americano, se han llevado a cabo medidas para tratar de frenar el sobrepeso infantil, como la prohibici¨®n en 2010 en San Francisco de incluir juguetes en los men¨²s de los ni?os, o tratar de que los clientes sepan lo que consumen con la obligaci¨®n en Nueva York en 2008 de incluir las calor¨ªas de los productos en la carta.
Esta ¨²ltima medida pareci¨® no tener el resultado deseado. Investigadores de la Universidad Carnagie Mellon de California comprobaron lo que consum¨ªan un millar de clientes de dos restaurantes McDonalds en Nueva York antes y despu¨¦s de que entrase en vigor la normativa. La conclusi¨®n fue que la informaci¨®n nutricional no ayudaba a tomar decisiones m¨¢s saludables, en algunos casos incluso los clientes eleg¨ªan opciones m¨¢s cal¨®ricas de las que habr¨ªan escogido antes de existir la medida.
Algunas ensaladas vienen con guarniciones? y aderezos m¨¢s cal¨®ricos que las hamburguesas
Una de las cient¨ªficas participantes en esta investigaci¨®n, la profesora Julie Downs, se?ala que es necesario preguntarse si todos los alimentos son tan sanos como parecen. ¡°La fruta, seguramente, es una buena opci¨®n, pero algunas ensaladas vienen con guarniciones crujientes y aderezos que tienen m¨¢s grasa y calor¨ªas que las hamburguesas¡±. En Espa?a, la ensalada m¨¢s cal¨®rica de las seis que se ofertan en el men¨² de Burger King, la c¨¦sar con pollo crujiente, tiene 696 kcal, m¨¢s del doble de las que tiene una hamburguesa con queso en el mismo restaurante, 306 kcal.
El profesor George Loewenstein, coautor del estudio junto con Downs, afirma que las opciones sanas en los men¨²s de los restaurantes de comida r¨¢pida est¨¢n bien siempre y cuando sean realmente sanas y resulten atractivas para los consumidores. ¡°Lo que no tiene sentido es que las cadenas las incluyan en la carta como un ¡®escaparate¡¯ para demostrar su compromiso con la salud¡±, zanja Loewenstein.
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