La mujer que venci¨® al esc¨¢ndalo
Tras haber cumplido los 40 y dejar por el camino la pol¨¦mica, la modelo pone a prueba sus nuevas posibilidades de negocio
Hace ahora nueve a?os, la carrera de Kate Moss estaba acabada. De un d¨ªa para otro, pas¨® de ser la mujer m¨¢s solicitada del planeta a una apestada. Tras una de sus habituales juergas junto a su entonces novio, el rockero Pete Doherty, se vio esnifando rayas de coca¨ªna como una posesa en un v¨ªdeo grabado con un m¨®vil y filtrado al Daily Mirror. Burberry, Chanel y H&M cancelaron sus contratos millonarios con ella y el mundo de la moda se dividi¨® en un hip¨®crita debate que oscilaba entre salvarla de s¨ª misma o lapidarla p¨²blicamente. Pero, cual ave f¨¦nix, tras una rehabilitaci¨®n expr¨¦s de un mes, se plant¨® resplandeciente en ba?ador en Ibiza para una campa?a de Cavalli.
Esa Kate hoy ha muerto. Y los nost¨¢lgicos de la fiera desenjaulada parecen buscar su sombra all¨¢ por donde pasa. Lo vimos este verano en una escapada de la modelo a Turqu¨ªa, donde se someti¨® a un tratamiento con nitr¨®geno a menos 180 grados para eliminar celulitis y a una dieta detox en un centro de bienestar en el que solo se beben jugos vegetales. Parad¨®jicamente, Moss se plant¨® borracha en el aeropuerto para regresar a Londres. Su achispada presencia en un vuelo low cost se convirti¨® en la comidilla del pasaje, amplificada por el patio de porteras global que es Twitter.
Precisamente ha sido la isla que la vio renacer, Ibiza, a la que permanece incondicional, la que le ha servido en estos d¨ªas de est¨ªo para escenificar ese tr¨¢nsito hacia una madurez serena y cabal. Los paparazi la cazaron ¡ªsempiterno cigarrillo en mano, tripilla confiada a las bondades del Photoshop¡ª junto a la incombustible Naomi Campbell en Cala Bassa y compartiendo yate con Liv Tyler por las calladas aguas de Formentera. Pero ni rastro de grandes jolgorios aparte de una cena con amigos en Cipriani. Si acaso alg¨²n ba?o junto a su hija Lila Grace o pac¨ªficos paseos de la mano de su marido, el rockero Jamie Hince, para muchos el hombre que ha logrado aplacar a la bestia.
La modelo m¨¢s longeva de la historia ¡ª25 a?os en la cumbre¡ª parece haberse instalado en un verano eterno. Establece sus propios tiempos por encima de los requisitos de una industria voraz que no espera a nadie. A Kate Moss, s¨ª. Se la sigue esperando. Se la espera en las listas de las modelos mejor pagadas (Forbes la acaba de situar como la cuarta que m¨¢s ingresa), en las campa?as (permanece como la cara inamovible de Rimmel London y de Matchless), en las portadas (donde ha sumado el rol de musa er¨®tica madura con provocativas poses desnuda para el renacimiento de la revista francesa Lui o el 60 aniversario de Playboy).
Kate Moss cumpli¨® 40 a?os en enero pero no piensa marcharse de nuestras vidas. Ni de las p¨¢ginas de cr¨®nica social. Y mucho menos del negocio. Sigue representando la ant¨ªtesis de la que fuera su reverso positivo en los noventa: la m¨¢s alta, m¨¢s rubia, m¨¢s sana y, uh, m¨¢s previsible Claudia Schiffer, estandarte de la supermodelo que Moss desafi¨®, y que celebraba radiante hace unos d¨ªas su 44 cumplea?os. Como se?al¨® en cierta ocasi¨®n el periodista brit¨¢nico Piers Morgan: ¡°Entre las supermodelos, Cindy Crawford es el Aston Martin y Kate Moss, el Porsche¡±. Por mucha gasolina que haya quemado, a¨²n le queda carretera. Lo dec¨ªa recientemente en The Guardian la prominente analista de moda Caryn Franklin: ¡°Aparte de haberse convertido en un reflejo del ¨¦xito por encima del paso del tiempo, tambi¨¦n se ha situado como un perfecto reflejo de ese creciente mercado de mujeres de m¨¢s de 40, que son las que tienen m¨¢s dinero para gastar en moda y belleza¡±.
A pesar del halo de eternidad que la envuelve y de su creciente fortuna (The Sunday Times la acaba de cifrar en casi 70 millones de euros), Moss es consciente de que hasta ella tiene fecha de caducidad. Por eso este ¨²ltimo a?o ha ido tomando posiciones para amplificar su radio de acci¨®n. Ha firmado como editora de moda invitada para la edici¨®n brit¨¢nica de Vogue. Su primer trabajo fue acudir al rescate de John Galliano, posando junto a ¨¦l. El exdise?ador de Dior fue el primero que la respald¨® incondicionalmente en la pasarela en sus inicios y ella encabez¨® el movimiento para devolverle al terreno de juego tras su ca¨ªda en desgracia encarg¨¢ndole su vestido de novia. Tambi¨¦n ha retomado su contrato como dise?adora para TopShop. Y contin¨²a cimentando su condici¨®n de objeto de arte.
En septiembre se convirti¨® en la primera musa viva protagonista de una subasta en Christie¡¯s. Las obras, en su mayor¨ªa fotograf¨ªas en gran formato, recaudaron dos millones de euros. Gert Elfering, el coleccionista que sac¨® a puja su colecci¨®n sobre Kate, contaba a este diario: ¡°Ha logrado redefinir a la mujer para este siglo. Es m¨¢s que un arquetipo, es un referente hist¨®rico. Veremos su imagen colgada en paredes al lado de un picasso o un matisse¡±.
Ya prob¨® su fuerza como icono art¨ªstico antes. En 2005 se subast¨® por 5,9 millones de euros el retrato que le hizo Lucian Freud embarazada. Moss ha entrado en una nueva fase de venta de su propia figura prestando su pecho izquierdo a Jane McAdam Freud (la hija de Lucian Freud), para moldear una copa de champ¨¢n a su imagen y semejanza. Es lo m¨¢s cerca que el com¨²n de los mortales estar¨¢ de posar los labios sobre su cuerpo. Se podr¨¢ beber de ella a partir de octubre en el restaurante 34, donde celebr¨® su 40 cumplea?os junto a Stella McCartney o Galliano.
A pesar de ese magnetismo imperturbable, la histeria medi¨¢tica ya sit¨²a como su heredera natural a su hermana Lottie, que se estren¨® en julio con una campa?a para Calvin Klein muy similar a la que convirti¨® a Kate en 1992 en estandarte del heroin chic.
Con inteligencia, ha redoblado su condici¨®n de icono intergeneracional. Del mismo modo que ha hecho migas con las nuevas it-girls que le comen el terreno (l¨¦ase Rita Ora y Cara Delevingne), ha aprendido a cultivar amistades m¨¢s maduras. Acudi¨® del brazo de Tom Jones a los British Fashion Awards ¡ªdonde recibi¨® un galard¨®n a ¡°la modelo del milenio¡± y Marc Jacobs la present¨® como ¡°la chica m¨¢s perfectamente imperfecta¡±¡ª y pos¨® para Vanity Fair junto a otra diva eterna, Catherine Deneuve.
A estas alturas, parece inmune al esc¨¢ndalo. Ni el descubrimiento el pasado verano de que utilizaba para algunos trabajos una doble de cuerpo (la desconocida Natalie Morris) logr¨® eclipsar el impacto ¡ªy las ventas¡ª del autobronceador St. Tropez, para el que pos¨® desnuda. ?Para qu¨¦ romper la ilusi¨®n si tienes una cara famosa y el bistur¨ª digital?
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