¡®Homo dives exsecutivus¡¯
Hacen valer sus mejores armas evolutivas: ganan 75 veces m¨¢s que sus subordinados
Hoy vengo a hablarles de obviedades. No intento con este aviso disuadirles de la lectura. Al contrario. Las obviedades son el meollo de la ciencia. F¨ªjense cu¨¢ntas hogueras se han alimentado a lo largo de la historia con la carne de chiflados que juraban que la tierra era redonda y se mov¨ªa alrededor del sol o que la sangre recorr¨ªa incansablemente el circuito cerrado de nuestras venas y arterias.
En la prensa ocurre lo mismo. Siempre he pensado que el mejor periodismo de investigaci¨®n es el que lleva a portada lo que todo el mundo ya sabe. A recientes ejemplos me remito. Hasta el pay¨¦s de la mas¨ªa m¨¢s rec¨®ndita del Baix Empord¨¤ conoc¨ªa el honorable 3% de los Pujols y no hab¨ªa gorrilla en la Plaza Espa?a de Sevilla que no supiera que los cursos de formaci¨®n eran la cueva de Al¨ª Bab¨¢ y sus 40 sindicalistas. ?Cu¨¢nto han tardado los avispados reporteros en publicarlo?
Imag¨ªnese que le piden que gestione un negocio seguro:??No tendr¨ªa la tentaci¨®n de forrarse?
La obviedad que les traigo versa sobre lo bien que viven los ricos, aunque me centrar¨¦ en un subg¨¦nero de la familia, el de los ejecutivos de las grandes empresas. No solo es la rama m¨¢s evolucionada sino la que m¨¢s r¨¢pido muta por su capacidad de adaptaci¨®n al ecosistema que le rodea, Mientras que los rentistas, los terratenientes, los herederos y hasta los industriales ¡ªotras subespecies m¨¢s antiguas del hombre rico u homo dives¡ª han sufrido mucho con la globalizaci¨®n de la econom¨ªa, los ejecutivos han encontrado en este cambio el h¨¢bitat ideal para sobresalir por encima del resto y hacer valer sus mejores armas evolutivas. Aqu¨ª, que estamos en la vanguardia del darwinismo social, los consejeros de las mayores 35 empresas ganan de media 75 veces m¨¢s que sus subordinados de traje, mono o bata.
Los directivos deben pas¨¢rselo pirata cuando escuchan el revuelo que entre la chusma producen acontecimientos cabal¨ªsticos como un buen bote en la Primitiva o el Gordo de la Loter¨ªa de Navidad. A ellos les toca regularmente la loter¨ªa sin jugarla y se la ingresan directamente en la cuenta cada mes. Tambi¨¦n se deben asombrar del latazo que dan los proletarios cuando el Gobierno de turno abarata los despidos y las jubilaciones porque la aleaci¨®n de sus blindajes est¨¢ a prueba de cualquier bomba legislativa. No en vano, Espa?a tiene dos r¨¦cords Guiness de la sociedad de bienestar: los kil¨®metros de AVE por habitante y las indemnizaciones y fondos de pensiones de directivos m¨¢s multimillonarios de la historia.
Dir¨¢n, con raz¨®n, que ricos ha habido siempre. Pero la diferencia con los de toda la vida es que mientras ¨¦stos se juegan su peculio en cada envite, los ejecutivos no tienen preocupaci¨®n alguna. Como no son due?os de la empresa, no les intranquiliza en puridad su futuro. Si ganan, lo achacan a su eficaz gesti¨®n; si hunden la compa?¨ªa, ¡°simplemente siguieron las tendencias del mercado¡±. En ambos casos, se autopremian fabulosamente.
No obstante, no participo del linchamiento popular del que es objeto el homo dives exsecutivus porque me pongo en su lugar. Imag¨ªnese que le piden que gestione un negocio seguro como una el¨¦ctrica o un banco. Le dejan que le fije el sueldo un consejo de administraci¨®n compuesto por amiguetes y su ¨²nico control es una junta de accionistas que se re¨²ne una vez al a?o y a la que asisten mayoritariamente jubilados para recoger una baratija como un paraguas o un cargador de m¨®vil. ?No tendr¨ªa la tentaci¨®n de forrarse??
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