Hay que comer
Para sobrellevar Espa?a, en algunos momentos, hay hasta que beber
Hay personas que sirven para el enfrentamiento. Yo no. Y es duro llegar a esta conclusi¨®n, no crean. Se siente una, en el ambiente actual, un poco disminuida, sin la forma adecuada para resistir el tir¨®n. Observas c¨®mo colegas tuyos se enfangan con franco desparpajo en discusiones pol¨ªticas, conectas por otro lado la tele y asistes a la salvamizaci¨®n del debate pol¨ªtico, con todos nuestros futuros representantes pasando sus noches ante las c¨¢maras, siendo cada uno inquietantemente fiel al personaje que representa, y todo ese espect¨¢culo, caramba, te provoca una especie de molestia que no sabes c¨®mo calificar. ?Esto era todo?, te preguntas. ?Era y es esto la pol¨ªtica? ?Es ah¨ª, en un plat¨®, donde se est¨¢ decidiendo el futuro de mi pa¨ªs? Debe ser que s¨ª, porque ya es una costumbre admitida que al d¨ªa siguiente de los teledebates las redes sociales se alimenten del show y se pongan a la tarea de difundir los enfrentamientos. Como suele ocurrir, celebrando la torpeza del adversario, que siempre es idiota, y la agresividad del camarada, que siempre es brillante. Los unos son, por sistema, despreciables para los otros. Y si esto es as¨ª, como parece ser, para qu¨¦ gastar energ¨ªa en disentir. La pregunta es: ?mi voz puede aportar algo?, ?Ser¨¦ escuchada sin cinismo por aquellos que no piensan como yo? Y todav¨ªa algo m¨¢s esencial, ?tengo resistencia para dar mi opini¨®n y saber que en cuanto la haga p¨²blica habr¨¦ de bajar la cabeza para soportar collejas?
Conectas la tele, asistes a la ¡®salvamizaci¨®n¡®
del debate pol¨ªtico
y te provoca cierta molestia
No s¨¦ responder a esas preguntas. Supongo que mi alma se resiste a abandonar la laxitud agoste?a y se me hace cuesta arriba dejar de ser espectadora para meterme en faena. Y no es porque cuando no se escribe se desconecte absolutamente de la realidad, al contrario, se tiene m¨¢s tiempo para catar lo que otros piensan, sino porque se degusta el placer de mantenerse en silencio. Ante mis ojos se han sucedido este mes noticias que realmente me han irritado, o me han sacado de quicio: la confesi¨®n cristiana de Pujol y la sorpresa inaudita de los que le cre¨ªan un gran hombre; las peregrinas teor¨ªas que explican esta chorizada por una especie de contagio de la sucia pol¨ªtica espa?ola; la porno solidaridad de los famosos y sus empalagosos cubos de hielo; el hecho de que no se muestre la misma compasi¨®n o rabia ante los hechos que est¨¢n ocurriendo en Irak que ante los que ocurren en Gaza; la proverbial man¨ªa de los pol¨ªticos de re?ir a los artistas que disienten, sean estos pol¨ªticos los de toda la vida o los de reciente incorporaci¨®n, que muy pronto han aprendido a decirle a la sociedad civil (o a la gente) eso tan tradicional de ¡°zapatero a tus zapatos¡±; la pesadilla de ciertas fiestas populares que definen a Espa?a como un pa¨ªs brutal, como es el inminente sacrificio popular del Toro de la Vega; el tener que escuchar a una diputada del PP que es igual comerse un pollo que hacer del martirio de un animal un espect¨¢culo p¨²blico; aquello que dicen que dice Mas delante de las c¨¢mara y aquello que dicen que dice Mas a puerta cerrada; el que los partidos se pasen el d¨ªa prometiendo una regeneraci¨®n que no se aprecia en nada; el hecho de que los sindicatos no reaccionen ante lo que puede ser su autodestrucci¨®n y con ella el desamparo de los trabajadores; el que se aproximen unas elecciones municipales y el PP quiera tomarnos por idiotas y prepararse el terreno para ganar alcald¨ªas que ve en peligro; el que el PSOE jam¨¢s haya pensado que Madrid es una plaza esencial para presentar a un candidato a la altura de semejante tarea; el que se haya instaurado el desprecio hacia cualquier tiempo pasado dentro del marco de los ¨²ltimos treinta y cinco a?os, asegurando que sin duda todo lo pasado fue peor; el que la televisi¨®n p¨²blica parezca que est¨¦ en venta y m¨¢s en verano con su programaci¨®n consistente en reposiciones de nuestros supuestos grandes maestros del humor.
Ser espectadora puede abocarte a rumiar tu indignaci¨®n sin medir las palabras como obliga el oficio p¨²blico
?Basta!
Ser espectadora puede abocarte a rumiar tu indignaci¨®n por los rincones o a desahogarte en ese tipo de conversaciones privadas en las que se puede hablar con libertad, sin estar midiendo cada palabra como obliga el oficio p¨²blico, pero ahora, madre m¨ªa, toca volver al tajo. Vargas Llosa, siempre atento a las necesidades del esp¨ªritu, nos daba sabios consejos hace unos d¨ªas a fin de ayudarnos a contener las emociones negativas y reincorporarnos a la actividad p¨²blica oto?al m¨¢s ligeros de equipaje y con nuestros ¨ªndices de agresividad rebajados. Se resum¨ªa su filosof¨ªa en dos mandamientos: el ayuno y el Qi Gong. El Nobel lo tuvo f¨¢cil porque se lo prescribieron en la c¨¦lebre cl¨ªnica marbell¨ª en la que no comer les sale a las celebridades por un ojo de la cara, y as¨ª cualquiera. Tambi¨¦n esas pr¨¢cticas orientales que proporcionan serenidad y que, por cierto, pueden ejercitarse en grupo en el mismo parque del Retiro. Son deliciosas, realmente curativas y a menudo gratuitas. No lo digo con iron¨ªa, ah¨ª don Mario tiene raz¨®n: moverse despacio ayuda. Pero no creo que pueda enfrentarme a este curso, en cambio, en ayunas. Hay que comer para sobrellevar Espa?a, y en algunos momentos, tambi¨¦n beber. Quisiera ampararme en mi derecho a estar callada, pero a estas alturas, ?c¨®mo cambiar de oficio? Estoy destinada por un error que comet¨ª hace a?os a meter p¨²blicamente la pata.?
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