Interdependencia (no independencia)
La inquietud independentista tiene que resolverse con negociaci¨®n y compromiso, en ning¨²n caso por la v¨ªa de la desonfianza y la ruptura. Es necesario recuperar la confianza mutua y la responsabilidad ciudadana
En la sociedad global la cuesti¨®n a resolver no es la independencia sino la interdependencia. Las movilizaciones independentistas en Escocia y Catalu?a han sido una manifestaci¨®n por la democracia local y la sociedad civil comprometida. Pero, a la vez, una expresi¨®n de insolidaridad e incomprensi¨®n. La mezcla de ambas nos lleva a la confusi¨®n. Estos procesos pueden desarrollarse o acabar en formas diversas, pero todas se resumen en dos: ¡°desconfianza y ruptura¡± o ¡°negociaci¨®n y compromiso¡±. Es decir, cuando no se trata de una ¡°liberaci¨®n¡±, al final no hay ganadores y perdedores, o todos ganan o todos pierden (con la excepci¨®n de quienes piensan ¡°a r¨ªo revuelto ganancia de pescadores¡±). ?sta es la encrucijada en que nos encontramos.
El caso escoc¨¦s es interesante. ?Se ha resuelto el problema porque haya ganado el No, por un margen nada despreciable? La respuesta esta en el voto: No. ¡°Negociaci¨®n y compromiso¡± van a ser necesarios si se quieren cerrar las heridas, propias de este tipo de refer¨¦ndums de alto voltaje emocional, y satisfacer las promesas que hizo Cameron. Imaginemos, por un momento, que el S¨ª hubiese ganado (por ejemplo, por algo m¨¢s del 50%). ?Se hubiese resuelto el problema? La respuesta no est¨¢ en el voto: No. El S¨ª hubiese abierto un gran n¨²mero de temas a negociar, tanto internamente, para cerrar las heridas con el casi 50% de los escoceses, como con el resto de la Gran Breta?a (corona, moneda, deuda, recursos, pol¨ªticas compartidas, etc.), con la UE y otros organismos internacionales. Todas ellas de mal arreglo si el S¨ª se percibe como ¡°ruptura y desconfianza¡±.
En la ¡°negociaci¨®n y compromiso¡± conviene entender el papel que juega, y el que no deber¨ªa jugar, la ¡°identidad y soberan¨ªa¡±. La ret¨®rica identitaria se nutre de compromisos incumplidos. Las listas de agravios magnifican las promesas incumplidas, a la vez que silencian las realizadas. La soberan¨ªa ¡ªo la aspiraci¨®n a ella con calles repletas y refer¨¦ndums¡ª podr¨ªa parecer que da poder negociador a quien la ostenta o a quien aspira a ella. Pero ¡°identidad y soberan¨ªa¡± son monedas falsas para la ¡°negociaci¨®n y compromiso¡±.
Un buen modelo federal ofrece m¨¢s que lo que puede realizar el estado independiente
Como es bien sabido, y aprovechado por pol¨ªticos, media e intelectuales de tertulia, la ¡°identidad¡± es una moneda f¨¢cilmente manipulable, cuyo valor puede oscilar, creando burbujas identitarias, cuando no es localmente correcto discrepar, o perdiendo todo su valor, cuando se expone a la competencia internacional. Cabe recordar que en la edad media cuanto m¨¢s local era la denominaci¨®n de una moneda, m¨¢s f¨¢cil se hac¨ªa manipularla, m¨¢s dif¨ªcil era que fuese aceptada en otras regiones.
Algo parecido sucede con la soberan¨ªa. Como ha se?alado Josep M Colomer, en el interdependiente siglo XXI este concepto ha perdido sentido como concepto en el que fundamentar la arquitectura pol¨ªtica (soberano: ?de qu¨¦?): ni puede ser punto de partida de una negociaci¨®n ni permite compromisos cre¨ªbles. La soberan¨ªa ni se negocia (en todo caso se cede, como con la moneda), ni impide la discrecionalidad, enemiga del compromiso y la confianza.
Una vez aparcadas ¡°identidad y soberan¨ªa¡± se pueden ¡ªy, en el caso de Espa?a, se deben¡ª abrir ¡°negociaciones y compromisos¡±. M¨¢s vale tarde que nunca. La arquitectura no puede ser otra cosa que el paso del estado de las autonom¨ªas a un estado m¨¢s federal. En el l¨ªmite de la descentralizaci¨®n, a un estado confederal o, simplemente, roto. Pero si se plantea adecuadamente ¡ªe, insisto, sin ¡°identidad y soberan¨ªa¡± de por medio¡ª dif¨ªcilmente sea el l¨ªmite la soluci¨®n, ni puede serlo el confundir la diversidad ¡ªpor ejemplo, ling¨¹¨ªstica o cultural¡ª con la singularidad, entendida como ¡°derechos singulares de¡¡± Y si se quiere hacer en serio, sin prisas electorales, hay mucha teor¨ªa y experiencia en la que basarse.
La soberan¨ªa ni se negocia (en todo caso se cede, como la moneda) ni evita la discrecionalidad
Es bastante conocido y no es tan complicado. 1.- No se trata simplemente de ¡°repartir competencias¡±, cual reino de taifas (auton¨®micas o nacionales), sino de una arquitectura, en la que se incluyen los municipios, al servicio de los ciudadanos (no de los partidos o ¨¦lites locales) y de la que todos nos responsabilizamos. 2.- Es mejor que toda transferencia vaya acompa?ada de las competencias legislativas y financieras, regulando que no se creen competencias perversas entre comunidades. 3.- El principio anterior conlleva responsabilidad por parte de la comunidad receptora pero, a la vez, asumir un mayor riesgo; no todas las comunidades tienen porque escoger las mismas competencias. 4.- Se deben mantener l¨ªmites y control sobre deudas y d¨¦ficit. 5.- Hay que establecer mecanismos que permitan compartir riesgos (sin asumir los generados por las pol¨ªticas descentralizadas ni generar transferencias persistentes). 6.- Se debe establecer un mecanismo redistributivo de solidaridad (con los criterios de preservar el orden de riqueza per c¨¢pita con la redistribuci¨®n y evitar que esta perpet¨²e pol¨ªticas perversas). 7.- Organismos independientes de los distintos niveles de gobierno ayudan a mantener la transparencia (no es un buen dise?o que sea el ministerio de Hacienda quien d¨¦ la informaci¨®n sobre flujos fiscales). 8.- La corresponsabilidad y la interdependencia legislativa se debe dirimir en un senado de representaci¨®n territorial. 9.- Tribunales, comisiones reguladoras, agencias de financiaci¨®n, etc. se adec¨²an, con un criterio de eficiencia, a la nueva estructura del estado dentro de la Uni¨®n Europea. 10.- Tanto en relaci¨®n a la UE como en la participaci¨®n en organismos e iniciativas internacionales se hace de forma inclusiva con las comunidades, pero sin crear duplicaciones ineficientes (representaciones y embajadas m¨²ltiples, etc.) y apoyando candidatos por su excelencia no por su militancia.
El ¨²ltimo y primer punto merecen comentario aparte. Roger Myerson, premio Nobel de econom¨ªa, ha mostrado como una virtud del federalismo es su capacidad para seleccionar e incentivar gobernantes. Sus carreras dependen de sus resultados en la administraci¨®n (no en el partido); se puede observar su capacidad de gesti¨®n, por ejemplo, en un gobierno local, antes de que sean votados para tareas de mayor envergadura. Esto disminuye la tentaci¨®n a la corrupci¨®n local, ya que pone en juego una carrera pol¨ªtica de mayores responsabilidades. La competencia es m¨¢s sana cuando el terreno de campo es m¨¢s amplio. Este es el mismo mecanismo que fortalece a deportistas, empresas, investigadores, ideas¡ En una Europa cada vez m¨¢s federal ¡ªcomo como ahora propone el gobierno Espa?ol¡ª fraccionados e identitarios podremos pronto alcanzar la irrelevancia.
Tom¨¢s Perez Vejo ha argumentado en estas p¨¢ginas [EL PAIS 30/09/2014] que ¡°el fracaso del Estado-naci¨®n espa?ol no tiene que ver con la organizaci¨®n del Estado sino con la construcci¨®n de la naci¨®n¡±. Es verdad que si hubiese una fuerte identidad espa?ola no estar¨ªamos en la encrucijada que nos encontramos, pero la soluci¨®n no esta en rehacer nuestra identidad con la marca Espa?a sino en recuperar la confianza mutua y la responsabilidad ciudadana a todos los niveles de nuestra convivencia. Si las normas y las instituciones fallan, su falta de credibilidad es un corrosivo para la propia sociedad civil y es por esto que la sociedad civil se debe responsabilizar de su arquitectura.
En este punto s¨¦ que muchos dir¨¢n: ¡°olvid¨¦monos de la arquitectura espa?ola, hagamos la catalana (o asturiana)¡±. Para ellos los diez puntos citados son un buen test: ?qu¨¦ es lo que el estado independiente ofrece que no se pueda realizar en un buen modelo federal, m¨¢s all¨¢ de identidad, insolidaridad y fantas¨ªa? ?por qu¨¦ van a ser bien recibidos en Europa quienes, priorizando su identidad, no han sabido solucionar sus problemas de interdependencia? ?por qu¨¦ los barceloneses no nos limitamos a Barcelona? No es la primera vez en la historia en que nos enzarzamos con una cuesti¨®n equivocada. Hoy la oportunidad est¨¢ en saber estructurar la interdependencia no en la independencia. Pero para aprovechar la oportunidad pol¨ªticos y ciudadanos debemos actuar con inteligencia y responsabilidad. Si, en cambio, se act¨²a con astucia, oportunismo y populismo, Espa?a ¡ªCatalu?a incluida¡ª va a perder el tren veloz de la historia, como ya nos pas¨® cuando nos quedamos solos con la v¨ªa ancha.
Ram¨®n Marimon es profesor del European University Institute y de la Universitat Pompeu Fabra
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.