?Mujeres en el poder sin poder?
Los hombres dejan la cima para no verse responsabilizados del fracaso inminente
Estamos, por fin, ante el triunfo de las mujeres pol¨ªticas? ?Es posible que no solo est¨¦n ganando m¨¢s elecciones sino que tambi¨¦n hayan conseguido hacer campa?a y gobernar sin sufrir ni m¨¢s ni menos escrutinio, esc¨¢ndalo y burlas que los hombres?
A primera vista, puede parecer que hemos alcanzado ese momento trascendental en el que ser hombre o mujer ya no es lo m¨¢s importante. En Estados Unidos, Hillary Clinton se prepara por segunda vez para ser candidata a la presidencia y Janet Yellen es la primera mujer que preside la Reserva Federal, uno de los puestos m¨¢s poderosos del mundo.
Adem¨¢s, la televisi¨®n estadounidense est¨¢ llena de series con mujeres que encarnan a dirigentes pol¨ªticas, como la reci¨¦n estrenada Madame Secretary, con T¨¦a Leoni como secretaria de Estado, y Veep, en la que Julia Louis-Dreyfus es una c¨®mica y deliciosa vicepresidenta. Y el tema central de esas series no es que sean mujeres. Lo importante es el personaje, independientemente de su sexo.
En otros pa¨ªses hay mujeres que ocupan las m¨¢ximas instancias del poder. En Alemania est¨¢ la canciller Angela Merkel, que ha ganado tres elecciones generales y a la que se respeta o se detesta por sus pol¨ªticas de austeridad, no por su sexo. A la presidenta argentina, Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, no la critican por ser mujer, sino por gestionar mal la econom¨ªa, y los bancos estadounidenses por haber impuesto una reestructuraci¨®n de la deuda a sus acreedores. En Israel, los halcones atacan a la ministra de Justicia, Tzipi Livni, por su tendencia ligeramente izquierdista al hablar del Estado palestino, como criticar¨ªan a un hombre en su lugar. Y todos los pa¨ªses escandinavos, menos Suecia, han tenido ya primeras ministras.
Ha sido fascinante la campa?a que ha enfrentado en Brasil a su primera presidenta, Dilma Rousseff, con otra mujer, Marina Silva. La popularidad de Rousseff se derrumb¨® tras las protestas populares por los gastos del Mundial de f¨²tbol y la brusca desaceleraci¨®n econ¨®mica. Y Silva obtuvo grandes apoyos incluso de los cristianos evang¨¦licos, un grupo que no se caracteriza precisamente por respaldar a las mujeres dirigentes en ning¨²n lugar.
Las mujeres est¨¢n alcanzando su apogeo pol¨ªtico
justo cuando decae el margen de acci¨®n
pol¨ªtica de las naciones-Estado
?Es posible que en la pol¨ªtica democr¨¢tica haya llegado un momento en el que los votantes juzgan a los pol¨ªticos, hombres y mujeres, exclusivamente por sus m¨¦ritos? Desde luego, muchas mujeres que hoy ocupan o aspiran a ocupar el poder tienen detr¨¢s de s¨ª un gran historial. En los ¨²ltimos 30 a?os han surgido mujeres dirigentes incluso en pa¨ªses en los que las mujeres tienen muchas menos oportunidades en general: por ejemplo, la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, la que fue dos veces primera ministra de Ucrania, Yulia Timoshenko, y las presidentas de Liberia y Malawi, Ellen Johnson Sirleaf y Joyce Banda.
Pero lo triste es que las mujeres est¨¢n alcanzando su apogeo pol¨ªtico justo cuando las naciones-Estado est¨¢n viendo muy limitada su capacidad de encontrar soluciones nacionales a sus problemas. Cada vez es m¨¢s frecuente ¡ªpor ejemplo, en los tratados comerciales internacionales, como el Acuerdo Estrat¨¦gico Trans-Pac¨ªfico de Asociaci¨®n Econ¨®mica¡ª que sean actores privados quienes dicten la pol¨ªtica, en lugar de los Gobiernos, Parlamentos y jefes de Estado.
Hay incluso quienes insin¨²an que las mujeres est¨¢n llegando a la cima porque los hombres no quieren que se les responsabilice del fracaso inminente. Los altos ejecutivos ¡ªlos que comparten an¨¢lisis tan innovadores del mundo profesional como el de Lean In, de Sheryl Sandberg¡ª saben que aplicar la realpolitik en el mundo corporativo puede significar acudir a una mujer cuando la nave est¨¢ hundi¨¦ndose. Lo cual explicar¨ªa, por ejemplo, la presencia de una mujer al tim¨®n de General Motors durante la actual campa?a de retirada de coches defectuosos.
Es la misma iron¨ªa sobre la que bromean los l¨ªderes afroamericanos al decir que siempre obtienen el poder municipal cuando una ciudad est¨¢ a punto de declararse en bancarrota. Lo que se deduce es que a los hombres blancos y poderosos no les gusta que figure su nombre en proyectos o empresas en dificultades, y est¨¢n encantados de tener un rostro femenino o no blanco al frente mientras, por detr¨¢s, el verdadero poder desaparece o se va a otra parte.
No obstante, aunque las naciones-Estado y sus pol¨ªticos tengan m¨¢s restricciones, las trayectorias de mujeres como Merkel y Rousseff indican que los individuos siguen siendo una fuerza poderosa, para bien o para mal. La mayor¨ªa de los l¨ªderes empresariales mundiales se oponen al programa de austeridad impuesto por Merkel en la UE. Y Rousseff, al emplear los ingresos del gigante energ¨¦tico Petrobras para financiar programas sociales, ha hecho que el precio de las acciones de la compa?¨ªa cayera a la mitad y que los inversores se apartaran.
?Las mujeres que est¨¢n hoy en el poder son l¨ªderes de verdad o simples mascarones de proa? La respuesta es seguramente la misma para hombres y para mujeres. Uno es l¨ªder de verdad, o no lo es.
Naomi Wolf es activista pol¨ªtica y cr¨ªtica social; su ¨²ltimo libro es Vagina: A New Biography.
? Project Syndicate 2014.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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