6 fotosQueremos ser ni?asV¨ªctimas del machismo, tradiciones y falta de oportunidades, alzan la voz para que no les roben la infancia y el futuro a las siguientes generaciones de mujeres. Por ALEJANDRA AGUDOAlejandra AgudoClaudio ?lvarezMadrid - 10 oct 2014 - 18:18CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceAna Cecilia R. es, a sus 18 a?os, estudiante de Derecho en Paraguay, su pa¨ªs. Su historia podr¨ªa ser la de cualquier joven de su edad, pero no lo es. "Soy de una comunidad rural, con pocos recursos y menos oportunidades. Eso no quiere decir que no pueda hacer muchas cosas". Solo el 20% de los j¨®venes de su regi¨®n, Caaguaz¨², accede a la educaci¨®n secundaria, explica. Los que se quedan atr¨¢s son, en su mayor¨ªa, ni?as. Ella no, gracias al apoyo y formaci¨®n en derechos de la organizaci¨®n, a la que se vincul¨® hace cuatro a?os. Hoy, es ella quien colabora para "capacitar econ¨®micamente, en autoestima y empoderamiento a las mujeres".Nafissatou S. A., nigeriana de 17 a?os, ten¨ªa 13 cuando su mejor amiga, Zourea, dej¨® de ir a la escuela. "Me dijeron que estaba en el hospital dando a luz a su beb¨¦". D¨ªas despu¨¦s, se volvi¨® a interesar por ella. "Hab¨ªa muerto en el parto. El beb¨¦ tambi¨¦n. Me di cuenta que yo era como ella, ten¨ªa su edad. Podr¨ªa haber sido yo. Entonces decid¨ª hacer todo lo que pudiera para no tener que casarme, seguir asistiendo a clase y trabajar duro". Se siente una chica con suerte porque sus padres le apoyan en esta decisi¨®n, no est¨¢ entre el 75% de las menores nigerianas que ya est¨¢n casadas. Gracias a sus buenas notas, de las mejores de su regi¨®n, el Gobierno le costea sus estudios en Contabilidad, que compatibiliza con su labor en el Parlamento de J¨®venes de N¨ªger.Jenniffer R. C. (Ecuador, 17 a?os) no se anda con rodeos al contar su historia. "Desde peque?a he visto golpes e insultos en casa. Me fui con mi t¨ªa, que me trataba mal. Volv¨ª a casa de mi madre y el esposo que ahora tiene intent¨® abusar de m¨ª. Ella no me crey¨® cuando se lo cont¨¦, a m¨ª que soy su hija". Se emociona y repite: "Soy su hija". Por eso, a los 14 a?os se fue de casa y se cas¨®. ?l ten¨ªa 18. "Con 15, tuve una hija. Mi marido me golpeaba y mi suegro, voluntario de Plan, le dijo que si me pegaba m¨¢s le denunciar¨ªa. Ahorita me trata bien y me apoya". Sonr¨ªe. "Estoy aqu¨ª para dar un consejo a las chicas que se quedan embarazadas: que sigan estudiando. Yo quiero ser abogada para ayudar a las mujeres. No a una, sino a todas. No me gusta ver el maltrato"."Violencia es que te digan que no vales nada". A Lupita, guatemalteca de 16 a?os, no le gusta que las ni?as, por el hecho de serlo, sean "violentadas sexual, f¨ªsica y emocionalmente". "No las dejan expresarse libremente", se queja. No es su caso. Habla r¨¢pido y con seguridad sobre los derechos de las mujeres. Unicamente baja la voz y dubita para contar que ella ha sido v¨ªctima de violencia. "Solo cuando mi pap¨¢ llegaba borracho", aclara escueta. Por eso, cree que la discriminaci¨®n solo se erradicar¨¢ "educando a padres e hijos. Pero los maestros sienten verg¨¹enza de ense?ar sobre equidad de g¨¦nero". Por su parte, ella ya ejerce de orientadora de adolescentes. "Tengo 15 que me escuchan. Nos contamos nuestras experiencias. Otras no quieren participar y algunas acabar¨¢n y¨¦ndose con hombres malos". Ella no.Sherin A., de Bangladesh, tiene 16 a?os y est¨¢ soltera. Consigui¨® que sus padres pospusieran el matrimonio que hab¨ªan acordado con su primo, cuando ella ten¨ªa 12 y ¨¦l 21. Tuvo que pedir ayuda a una ONG para que les convencieran porque ella quer¨ªa estudiar. "Quiero ser arquitecta, como mi t¨ªo. Quiero ser como ¨¦l", dice. Sherin no tiene inconveniente en casarse con aquel que sus progenitores elijan para ella: "Si elijo yo a alguien, me puedo equivocar. Ellos tienen m¨¢s experiencia y har¨¢n una mejor elecci¨®n". Pero eso suceder¨¢ cuando haya finalizado su formaci¨®n. "Ahora no. El matrimonio infantil debe parar porque dejas de ir a la escuela, te quedas embarazada, te tienes que quedar en casa y no puedes hacer lo que quieras, como estudiar".Halaa H. (Egipto, 14 a?os) escuch¨® hablar de la ablaci¨®n por primera vez cuando era "peque?a" porque una de sus vecinas hab¨ªa muerto en la operaci¨®n. "A?os despu¨¦s comprend¨ª lo que era y le dije a mi familia que yo no quer¨ªa ser mutilada". Su madre se resist¨ªa a aceptar su decisi¨®n porque la comunidad no lo iba a entender. Por su cuenta, Halaa busc¨® consejos en trabajadores sociales en su comunidad para que le dieran los argumentos para convencer a sus padres. "Al final pude decir no a una tradici¨®n que menoscababa mis derechos", dice orgullosa. Ahora, habla con sus amigas para que tambi¨¦n se nieguen. "Y tenemos que trabajar con los padres y movilizar a mucha gente para que la ablaci¨®n pare".