El caldo de cultivo del fanatismo
Centenares de mezquitas, ¡®madrasas¡¯ y fundaciones piadosas proliferan ahora en los pa¨ªses musulmanes y en Europa y favorecen el extremismo religioso que termina por ensangrentar vastas regiones del mundo
?Uno. Cuando preparaba los guiones de la serie televisiva Alquibla sobre la sociedad, cultura y artes del mundo isl¨¢mico, destinada a romper los clich¨¦s sobre el mismo y mostrar su enriquecedora variedad en el marco de un saber ecum¨¦nico, inclu¨ª uno sobre la preceptiva peregrinaci¨®n a La Meca y Medina en la l¨ªnea de lo narrado primero por Ibn Battuta y luego por Al¨ª Bey y Richard Burton. Contaba para ello con un material valioso: el testimonio escrito de los moriscos que viajaban secretamente a los lugares santos del islam a lo largo del siglo XVI. La descripci¨®n ingenua pero precisa de los ritos de lo que denominaban romeaje o alhache del Mancebo de Ar¨¦valo y del an¨®nimo autor de las Coplas de Puey Monz¨®n expon¨ªa a la luz la problem¨¢tica oculta de una comunidad oprimida que no buscaba como en el caso del paisano manchego de Sancho Panza la libertad de conciencia sino el retorno a las fuentes de su fe. Redact¨¦ as¨ª un texto basado en el relato de esos peregrinos y antes de iniciar mis gestiones con las autoridades saud¨ªes se lo confi¨¦ al presidente del Consejo Europeo de Mezquitas, a quien conoc¨ªa a trav¨¦s de amigos comunes, para obtener su visto bueno y verificar que no se distanciaba de la exactitud que exig¨ªa el tema. El interesado me dio la luz verde y tuvo la amabilidad de acompa?arme a la Embajada del reino saud¨ª en Madrid, en donde present¨¦ el escrito que serv¨ªa de base al futuro guion al agregado cultural de aquella.
Sab¨ªa que por el hecho de no ser musulm¨¢n mi acceso a las ciudades santas planteaba problemas, y en raz¨®n de ello propuse filmar el episodio con un equipo de musulmanes espa?oles que viajar¨ªan conmigo y me asesorar¨ªan a lo largo del rodaje. El diplom¨¢tico me acogi¨® cordialmente y dijo que transmitir¨ªa mi proyecto a las autoridades que deb¨ªan decidir sobre ¨¦l. Qued¨® en contactarme antes de 15 d¨ªas pero el plazo termin¨® sin noticia alguna, y en una nueva conversaci¨®n, tras asegurarme que no dudaba de mis buenos prop¨®sitos, me sugiri¨® que colaborara con un equipo saud¨ª. Acept¨¦ la idea para salvar el filme pero pasaron los d¨ªas y ese silencio administrativo ¡ªel de dar largas al asunto¡ª me convenci¨® de la inutilidad del empe?o. Renunci¨¦ pues al episodio no sin expresar antes a quienes hab¨ªan le¨ªdo mi texto que estos exquisitos escr¨²pulos sobre mi presencia en los lugares santos no se hab¨ªan manifestado 10 a?os antes, cuando en 1979 las autoridades de Riad reclamaron la intervenci¨®n de centenares de gendarmes franceses, obviamente no musulmanes, para aplastar a sangre y fuego la rebeli¨®n de los peregrinos chi¨ªes en el mism¨ªsimo Bayt al Haram. El lance se sald¨® con numeros¨ªsimas v¨ªctimas y puso de relieve las contradicciones que minan la credibilidad de un poder que se erige en referente religioso de m¨¢s de 1.300 millones de fieles en cuanto guardi¨¢n de los lugares santos.
Dos. La escuela jur¨ªdico-doctrinal hanbal¨ª ¡ªla m¨¢s estricta de las cuatro juzgadas ortodoxas por los sun¨ªes¡ª, revigorizada m¨¢s tarde por la doctrina de Ibn Taimiya, fue la fuente en la que se embebi¨® siglos m¨¢s tarde el te¨®logo Abd al-Wahhab, cuyas ideas inspiraron a su vez a Ibn Sa¨²d, ancestro de la actual dinast¨ªa, lo que m¨¢s tarde se denominar¨ªa el wahabismo, fundado en la solidaridad religioso-tribal tan bien analizada por Ibn Jald¨²n. El rigorismo extremo de Abd al-Wahhab y de las tribus que se adue?aron de La Meca y Medina 50 a?os antes de la llegada a los lugares santos de nuestro compatriota Al¨ª Bey suscit¨® en este unas reflexiones que deben ser analizadas a la luz de lo que ocurri¨® despu¨¦s. Sus ideales religiosos y sociales, dice en s¨ªntesis, encontrar¨¢n un grave obst¨¢culo a su difusi¨®n en las ciudades y regiones musulmanas m¨¢s avanzadas a causa de la extrema rigidez de sus principios, incompatibles con las costumbres de las naciones que disfrutaban de los adelantos de la civilizaci¨®n, ¡°de manera que si los wahab¨ªes no ceden un poco en la severidad de estos principios me parece imposible que su doctrina pueda propagarse a otros pa¨ªses m¨¢s all¨¢ del desierto¡±.
Lo que no pod¨ªa prever Domingo Bad¨ªa, tal era el nombre aut¨¦ntico de Al¨ª Bey, era que el descubrimiento del petr¨®leo en los a?os veinte del pasado siglo procurar¨ªa al reino de Arabia Saud¨ª unos fabulosos recursos econ¨®micos que extender¨ªan su influencia a todos los ¨¢mbitos del orbe musulm¨¢n. Como escribe Luz G¨®mez Garc¨ªa en su excelente Diccionario de islam e islamismo, ¡°el proselitismo saud¨ª ha dado lugar a la fundaci¨®n y financiaci¨®n de una extensa red de establecimientos educativos y culturales de inspiraci¨®n wahab¨ª por todo el mundo, veh¨ªculo de la reislamizaci¨®n social de amplias capas desislamizadas o islamizadas en sentido contrario al suyo¡±.
Las ideas de Abd al-Wahhab inspiraron lo que m¨¢s tarde se denominar¨ªa el wahabismo
Centenares de mezquitas, madrasas y fundaciones piadosas con su personal cuidadosamente encuadrado proliferan ahora tanto en los pa¨ªses musulmanes como en Europa y son una alm¨¢ciga de salafistas que sirven de caldo de cultivo al extremismo religioso que ensangrienta vastas regiones de Dar al Islam. Las pr¨¦dicas inflamadas de los imames que ocupan los espacios televisivos de muchos canales del Golfo contribuyen a ello y no son objeto de censura en la medida en que no cuestionan el orden jur¨ªdico-religioso del reino de los Ibn Sa¨²d.
Tres. Las relaciones conflictivas de las monarqu¨ªas petroleras y los diferentes movimientos de inspiraci¨®n salafista a lo largo del ¨²ltimo medio siglo han sido objeto de numerosos an¨¢lisis por los arabistas y estudiosos en la materia. Para ce?irme a mi experiencia argelina no est¨¢ de m¨¢s recordar que el desastroso programa de arabizaci¨®n de Bumedi¨¢n y la importaci¨®n de centenares de profesores formados en Arabia Saud¨ª fueron una de las razones determinantes del auge islamista que cuaj¨® en el Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n, cuya victoria en la primera vuelta de las elecciones legislativas de diciembre de 1991 provoc¨® la suspensi¨®n de estas y el encarcelamiento de la c¨²pula del FIS, causa a su vez de la sangrienta guerra civil de la d¨¦cada de los noventa que se cobr¨® m¨¢s de 130.000 v¨ªctimas. Sobrepasado por el giro de los acontecimientos, Riad anatematiz¨® la deriva extremista del Grupo Isl¨¢mico Armado como lo har¨ªa 20 a?os m¨¢s tarde ¡ªtras el triunfo de los Hermanos Musulmanes en los comicios egipcios y su aplicaci¨®n de unos planes vistos con sospecha por los guardianes del orden jur¨ªdico-religioso del reino¡ª con la hermandad creada por Hasan al-Banna, tildada de terrorista a ra¨ªz del golpe militar del mariscal Al Sisi. En ambos casos, las criaturas engendradas por el rigorismo doctrinal saud¨ª lo forzaron a tomar posici¨®n frente a ellas en un dif¨ªcil ejercicio de equilibrio entre su doctrina e intereses estrat¨¦gicos.
Como un aprendiz de brujo, el reino de los Ibn Sa¨²d afronta hoy el desaf¨ªo de la proclamaci¨®n del califato isl¨¢mico por las huestes de un salafismo radical llevado a sus ¨²ltimas consecuencias y en cuyas filas, como en Al Qaeda, figuran numerosos combatientes de la Pen¨ªnsula ar¨¢biga. Pese a ser la referencia religiosa del islam sun¨ª, Riad, aunque sin agregar sus tropas al Ej¨¦rcito iraqu¨ª y peshmergas kurdos que frenan su ofensiva, forma parte de la coalici¨®n occidental que lo combate. En otras palabras, aplaude por un lado la campa?a militar de los ¡°cruzados¡±, como lo acusan las redes sociales de la nebulosa extremista, mientras suministra por otro sus armas a los grupos yihadistas que luchan contra El Asad por la amenaza que representa el llamado ¡°arco chi¨ª¡± en su rivalidad estrat¨¦gica y religiosa con Teher¨¢n por la supremac¨ªa espiritual en el mundo isl¨¢mico.
La sociedad saud¨ª est¨¢ descontenta por la rigidez religiosa y el injusto reparto de la riqueza
No obstante, el f¨¦rreo control del sistema, la sociedad saud¨ª bulle hoy de un descontento provocado por el r¨ªgido encuadre religioso y tribal y la injusta distribuci¨®n de la riqueza procedente del oro negro. El pa¨ªs es una olla de presi¨®n en la que hierve una contestaci¨®n que no se puede aplacar con los pa?os fr¨ªos de las cautelosas reformas emprendidas por el actual monarca ni con la improvisada asistencia social a la masa de los desfavorecidos.
Cuatro. Vuelvo al episodio de mi frustrado documental sobre la peregrinaci¨®n cuyo escrito inclu¨ª en mi libro De la Ceca a la Meca mientras hojeo las estad¨ªsticas de la incre¨ªble tasa de analfabetismo en el mundo ¨¢rabe y constato la incapacidad de sus sistemas educativos para enfrentarse a los desaf¨ªos de la modernidad m¨¢s all¨¢ de las meras innovaciones tecnol¨®gicas. El dinero que se derrocha hoy en gastos suntuarios y promoci¨®n de su imagen o marca no se destina en ning¨²n caso a colmar dicho vac¨ªo. El adoctrinamiento excluye totalmente el rico legado literario y filos¨®fico de los primeros siglos de la gran cultura isl¨¢mica bajo los omeyas, abas¨ªes y en el Andalus.
Recuerdo que un tiempo despu¨¦s de mi fracaso recib¨ª una invitaci¨®n de Riad para asistir all¨ª a un coloquio sobre el di¨¢logo intercultural. Pero en un pa¨ªs en donde Ibn Rush (Averroes) est¨¢ prohibido por ser racionalista, Ibn Arabi por m¨ªstico y Las mil y una noches por ¡°licenciosa¡±, me dije para mis adentros, ?de qu¨¦ clase de cultura estar¨ªan hablando?
Juan Goytisolo es escritor.
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