Taylor Swift entierra a la ni?a prodigio
Ya no es el joven talento del ¡®country¡¯. Con su ¨²ltimo disco, m¨¢s pop que nunca, la cantante ha dado un golpe de efecto a la industria: ha vendido m¨¢s de un mill¨®n de copias en la misma semana que ha retirado su m¨²sica de Spotify
La ma?ana del 30 de octubre se vio en Times Square una de esas actuaciones pop en las que se germina un fen¨®meno mucho m¨¢s duradero. La int¨¦rprete, una muchacha de 24 a?os, solo ten¨ªa que alzar un brazo para que las docenas de miles de personas se vinieran arriba en gritos y dem¨¢s muestras de f¨¦rvida devoci¨®n. Peor fue cuando empez¨® a entonar sus nuevos temas. El control de la joven sobre su p¨²blico era casi militar. El fervor que recib¨ªa, casi religioso. Fue una de las actuaciones al aire libre m¨¢s comentadas en las memorias recientes de Nueva York y del pop. Los v¨ªdeos del recital, que organiz¨® y retransmiti¨® por televisi¨®n el programa Good morning, America, se han reproducido constantemente desde entonces. Porque bajo todo el griter¨ªo, el de los fans y el de los medios, el momentazo solo ten¨ªa un objetivo: que la int¨¦rprete, una oriunda de Pensilvania llamada Taylor Swift, precoc¨ªsima estrella del country, ¡°poetisa laureada de la pubertad¡±, como la definiera The Washington Post,celebridad de pasmosa duraci¨®n y ¨²nica cantante pop que no ense?a cacho, consiguiera que nadie recordara de qu¨¦ conoce a Taylor Swift.
Compositora con talento, a los 17 a?os lanz¨® su primer disco, con el que alcanz¨® m¨¢s prestigio que fama.
Seguirle el d¨ªa a d¨ªa a esta estrella es una actividad mareante desde que, el 27 de octubre, sacara su nuevo disco, 1989. Durante toda una semana vendi¨® dos copias por segundo, as¨ª hasta 1.287.000. ¡°Es una cifra apabullante¡±, apunta Keith Caulfield, director adjunto de las listas de ventas de m¨²sica en la revista Billboard. ¡°La convierte en una artista incre¨ªblemente consistente: este es el tercero de sus discos que vende m¨¢s de un mill¨®n de copias en una semana. Nadie m¨¢s ha logrado esas cifras¡±. La misma semana, en un despliegue de m¨²sculo comercial sin precedentes, retir¨® toda su m¨²sica de Spotify, en un golpe contra la m¨²sica en streaming. Impotente, el gigante de la m¨²sica online solo pudo responder con una lista de canciones titulada M¨²sica que escuchar hasta que Taylor Swift decida volver. Tambi¨¦n con una t¨ªmida nota de su portavoz estadounidense, Graham James: ¡°Taylor Swift tiene dos millones de seguidores en la plataforma a los que esta decisi¨®n decepcionar¨¢¡±.
En el pop, el lanzamiento de un disco nuevo es una oportunidad para que el artista renueve su imagen. Con ella, esto va mucho m¨¢s all¨¢. 1989 ya no es country con tintes pop, sino abiertamente pop. Y Taylor Swift ya no quiere ser vista como la ni?a-mujer prodigio que ha encarnado hasta ahora, ni como esa mu?eca sacada de los a?os treinta con piel de porcelana y el coraz¨®n roto. Quiere que se la vea como algo nuevo ¡ªincluyendo su cargo como imagen de la Ciudad de Nueva York, que le acaba de ser conferido¡ª. Quien intente recordar a la Swift de 2012 tendr¨¢ que abrirse camino a machete entre cientos de miles de selfies de la cantante con sus nuevas amigas famosas. ¡°No dir¨ªa que la ni?a haya madurado¡±, advierte Matthew Rettenmund, fundador de la revista Teenmag y uno de los expertos m¨¢s enciclop¨¦dicos del pop en Estados Unidos. ¡°Solo creo que est¨¢ perfeccionando la estrella del pop que ya era¡±.
Es importante, para entender esta transformaci¨®n y la expectaci¨®n que est¨¢ generando, conocer su historia. Taylor Allison Swift naci¨® en 1989 en Reading, Pensilvania. Su padre ven¨ªa de tres generaciones de presidentes de bancos y era br¨®ker para Merril Lynch. Su madre trabaja en finanzas tambi¨¦n. Influida por el boom que se vivi¨® a finales de los noventa del country pasado por el pop, a manos de Faith Hill o las Dixie Chicks, la joven decidi¨® emularlas. Tras varias competiciones en Nashville (Tennessee), la cuna del country, su padre pidi¨® el traslado a la oficina de Merrill Lynch de all¨ª y compr¨® una granja. De ah¨ª que las primeras letras que escribiera Swift tuvieran ese aroma a pueblo peque?o de una ¨¦poca lejana. A esta noci¨®n de atemporalidad se le suma que su salto a la fama fuera muy gradual, dando la sensaci¨®n de que siempre ha estado ah¨ª. Ayudaba que, adem¨¢s, tuviera talento para la composici¨®n: a los 17 a?os, con su primer disco en la calle, empez¨® a tener mucho m¨¢s prestigio que fama.
De ah¨ª que el p¨²blico respondiera tan bien cuando tuvo su primer susto medi¨¢tico. Fue en 2009, cuando gan¨® un premio MTV y la joven Swift, entonces de 20 a?os, procedi¨® a recogerlo y dar un discurso de agradecimiento. Entonces el rapero Kanye West subi¨® al escenario, le arrebat¨® el micr¨®fono y declar¨®: ¡°Voy a dejarte terminar ahora, es solo que creo que este premio se lo merec¨ªa Beyonc¨¦¡±. La frase es una de las grandes citas de los ¨²ltimos cinco a?os. Y la imagen de la ni?a inocente, encarnaci¨®n viva de los recatos del country, contra el millonario abus¨®n rapero y gigante, una de esas que emocion¨® a toda la naci¨®n. El presidente Obama tild¨® de ¡°imb¨¦cil¡± a West. Swift gan¨® con ese gesto m¨¢s apoyo nacional que con los dos discos que ya hab¨ªa lanzado.
Esa imagen de desvalida chirri¨® con la tendencia a la compulsi¨®n que mostr¨® los a?os siguientes. Sobre todo con su b¨²squeda compulsiva de pareja. Solo entre julio de 2008 y enero de 2013 tuvo 10 novios, todos p¨²blicos, todos famosos: el tambi¨¦n cantante Joe Jonas, actores como Taylor Lautner (Crep¨²sculo), Cory Monteith (Glee), Jake Gyllenhaal, Zac Efron o Conor Kennedy, nieto de Robert Kennedy y miembro de la familia real estadounidense. De todos sus abandonos dio cuenta en los discos que fue escribiendo, los cuales ya vend¨ªan millones (Red, en 2012, fue el lanzamiento m¨¢s rentable en una d¨¦cada), por lo que su vida amorosa se convirti¨® en un pasatiempo internacional. Las feministas empezaron a usarla como ejemplo de c¨®mo no se comporta una mujer liberada.
Esa es la Swift que Swift quiere dejar atr¨¢s. Si antes ella era Nashville, ahora es Nueva York: se ha comprado un apartamento de lujo en el mismo complejo donde viven Orlando Bloom o Steven Soderbergh y ser¨¢ la protagonista del pr¨®ximo concierto de A?o Nuevo en Times Square. Si antes persegu¨ªa hombres famosos, ahora le ense?a a un reportero de Rolling Stone su piso e incide: ¡°Est¨¢ lleno de pelos de gato¡±. Si antes estaba sola, ahora su Instagram solo sirve para ense?ar amigas famosas como la modelo Karlie Kloss, la actriz Emma Stone o la cantante Selena Gomez. Y si antes incid¨ªa en un machismo made in USA, ahora presume de ser ¨ªntima de Lena Dunham, la hipster m¨¢s irreverente e intelectual del momento. ¡°Es raro que se lleven tan bien¡±, se sorprende Rettenmund. ¡°La imagen de Dunham es pr¨¢cticamente una s¨¢tira de ese tipo de adolescente atrapada en el cuerpo de una mujer joven como Taylor. M¨¢s misterioso es qu¨¦ ve Swift en Dunham, salvo una agudeza que no tiene y una posible amiga famosa que, tal vez, no la apu?ale por la espalda¡±. Lo que cuenta, al final, no es eso. Es que la alineaci¨®n de elementos ha funcionado. Taylor Swift ha renacido y nunca hab¨ªa tenido a tanta gente dispuesta a escucharla.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.