Situaci¨®n bloqueada
Rajoy y Mas se han convertido definitivamente en obst¨¢culos a la soluci¨®n del problema catal¨¢n
El presidente del Gobierno carece de un plan para atender la emergencia planteada en Catalu?a. Si lo tuviera, ayer dispuso de la oportunidad de explicarlo durante su esperada comparecencia en La Moncloa. Ya no sirve que recuerde la proporcionalidad con la que respondi¨® al desarrollo de una consulta tan dudosamente legal como la del 9-N, sobre todo porque niega la evidencia de que ese ¡°simulacro¡± nos ha abocado a una situaci¨®n todav¨ªa peor. Prefiere refugiarse en las verdades elementales de la defensa de la Constituci¨®n, la soberan¨ªa nacional o la imposibilidad de autorizar un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n.
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Rajoy se lo hab¨ªa jugado todo a la carta de que el 9-N no iba a pasar nada. Ahora que s¨ª ha habido consulta, aunque informal, cuestiona los resultados y los descalifica porque son producto de una actuaci¨®n ilegal, pero se aferra a ellos para deducir que la convocatoria fue un completo fracaso y que dos tercios de los catalanes no siguieron el juego. Esta simplificaci¨®n no es la mejor manera de abordar un problema complejo. Casi dos millones de independentistas declarados supone una minor¨ªa demasiado movilizada y extensa como para ignorarla o minusvalorarla. Rajoy se equivoca si cree que puede enrocarse en los catalanes que no acudieron a votar, porque hay evidencias demosc¨®picas de que buena parte de ellos est¨¢n en desacuerdo con mantener el statu quo a machamartillo.
Desde La Moncloa no se descarta el di¨¢logo con quien lo pida, pero el ¨²nico asunto pol¨ªtico contemplado por Rajoy es que otros presenten reformas de la Constituci¨®n, objetivo al que pr¨¢cticamente emplaza tanto al Parlamento de Catalu?a como al PSOE, anticipando que ¨¦l no ve esa reforma. Si no tiene nada que proponer, resulta pat¨¦tico observarle tratando de situarse al margen de una querella contra Artur Mas anunciada a bombo y platillo por la jefa de su partido en Catalu?a, Alicia S¨¢nchez-Camacho, que ha hecho preguntarse a algunos fiscales si la dirigente del PP es la portavoz del ministerio p¨²blico.
El jefe del Ejecutivo tiene raz¨®n en un punto: el di¨¢logo propuesto por Mas no es otro que obligar al Gobierno a autorizar un refer¨¦ndum ¡°definitivo¡± en Catalu?a, bajo la advertencia de romper la baraja si no lo hace. Pero eso no le impide a Rajoy ofrecer su propia v¨ªa para un di¨¢logo. De nada sirve hacer expl¨ªcitas las l¨ªneas rojas que no se pueden cruzar si no se muestran al tiempo las l¨ªneas verdes por las que se podr¨ªa avanzar hacia una soluci¨®n.
Este peri¨®dico ha sostenido en varias ocasiones que organizar una votaci¨®n como la del 9-N sin respeto a las garant¨ªas previstas para los actos serios en una democracia, y declararse responsable de haberlo hecho, son acciones por completo inaceptables en un dirigente europeo del siglo XXI. Pero esper¨¢bamos que el presidente del Gobierno fuese capaz de sobreponerse a ese episodio y responder: no a Mas, sino a los millones de catalanes y espa?oles que viven con angustia este dif¨ªcil periodo de nuestra democracia. Rajoy no ha estado a la altura y deja esta crisis al albur de las circunstancias, de los movimientos de otros o del discurrir imprevisible de la actuaci¨®n judicial.
Rajoy y Mas eran las personas a las que correspond¨ªa solucionar este problema. Desafortunadamente, al presidente del Gobierno le falta decisi¨®n pol¨ªtica, y al de la Generalitat le sobran osad¨ªa y agresividad. Los dos llevan m¨¢s de dos a?os encastillados, obsequi¨¢ndose con portazos mutuos para neutralizar las cr¨ªticas o las exigencias de los m¨¢s radicales de los respectivos campos. En realidad, sus hojas de ruta se reducen a aguantar, y ya veremos, mientras crece la fractura entre catalanes y la de estos con los dem¨¢s espa?oles. Si no cambian r¨¢pidamente de actitud y reducen la tensi¨®n, tanto Rajoy como Mas se habr¨¢n convertido objetivamente en obst¨¢culos para cualquier posible soluci¨®n del conflicto.
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