La era de los impostores
La ficci¨®n ha sustituido a la realidad en el mundo que vivimos y los mediocres personajes del mundo real no nos interesan. Los fabuladores, s¨ª, como ¡®el peque?o Nicol¨¢s¡¯ o Enric Marco
En estos d¨ªas, el personaje m¨¢s medi¨¢tico en Espa?a es el ¡°peque?o Nicol¨¢s¡±, un joven veintea?ero que, desde que era un adolescente, se las arregl¨®, embaucando a medio mundo, para hacerse pasar por amigo de la realeza, de grandes empresarios, autoridades y pol¨ªticos de alto vuelo y del servicio de inteligencia, todos quienes le habr¨ªan encargado delicadas e importantes misiones. Lo extraordinario del caso es que buen n¨²mero de estos personajes se tragaran sus patra?as, lo recibieran, lo escucharan y (al parecer) hasta lo gratificaran por sus servicios. En la era del espect¨¢culo en que vivimos, el histri¨®n es el rey de la fiesta.
Javier Cercas acaba de publicar un libro, El impostor, consagrado a Enric Marco, el m¨¢s notable embaucador de nuestro tiempo y, acaso, de todos los tiempos. Su historia dio la vuelta al mundo hace nueve a?os cuando un pertinaz historiador, Benito Bermejo, revel¨® que Marco, presidente de la asociaci¨®n que agrupaba a los sobrevivientes espa?oles de los campos de exterminio nazis, que hab¨ªa publicado libros, art¨ªculos, ofrecido cientos de conferencias en colegios, universidades y hab¨ªa hecho llorar a los congresistas refiriendo en el Parlamento espa?ol los horrores indecibles que padecieron ¨¦l y sus compa?eros en aquellos mataderos humanos, era un fabulador de polendas que nunca estuvo en alguno de esos campos nazis y se hab¨ªa inventado de pies a cabeza esa heroica biograf¨ªa de resistente republicano, exiliado y prisionero de la peste parda hitleriana. Enric Marco, ya muy conocido por sus campa?as a favor de mantener viva la memoria hist¨®rica del Holocausto, se hizo todav¨ªa mucho m¨¢s famoso, dentro y fuera de Espa?a, como autor de la m¨¢s formidable patra?a del siglo.
El libro de Cercas es varios libros a la vez, pero, ante todo, una pesquisa rigurosa y mani¨¢tica para desentra?ar lo que es verdad y lo que es mentira en la vida p¨²blica y privada de Enric Marco. Descubre muchas cosas: que las imposturas de Marco arrancan en su misma juventud, atribuy¨¦ndose un pasado de luchador republicano y de resistente anarquista en los primeros a?os de la dictadura franquista, y que ellas jalonan toda su existencia. Pero, tambi¨¦n, que estas mentiras en cadena est¨¢n casi siempre enhebradas con verdades, experiencias vividas a las que ¨¦l colore¨®, exager¨®, matiz¨® y disminuy¨® para hacer m¨¢s persuasivas las ficciones con que fue adobando constantemente su escurridiza biograf¨ªa. No descubre todo porque la manera como ficci¨®n y realidad se confunden en la vida de Enric Marco es inextricable.
Lo extraordinario es que buen n¨²mero de personajes se tragaran las patra?as del adolescente
?Por qu¨¦ dedicar tantos esfuerzos a esta tarea? ?S¨®lo por la fascinaci¨®n que provoca en ¨¦l la audacia embustera del personaje, esa novela viviente que es Enric Marco? Sin duda, pero, tambi¨¦n, porque probablemente nunca nadie antes de ¨¦l ha encarnado las relaciones entre ficci¨®n y realidad de una manera tan absoluta y excelsa. Todos los seres humanos so?amos con ser otros, con escapar a las estrechas fronteras dentro de las que discurre nuestra vida; por eso y para eso existen las ficciones ¡ªlas novelas, las pel¨ªculas, los dramas, las ¨®peras, las series televisivas, etc¨¦tera¡ª, para satisfacer vicariamente el hambre de irrealidad que nos habita y nos hace so?ar con vidas mejores o peores que la que estamos obligados a vivir. Enric Marco consigui¨®, gracias a su audacia, su talento transformista y su falta de escr¨²pulos, ser, como en el poema de Rimbaud, uno mismo y otro (¡°Je est un autre¡±). Adem¨¢s de una incisiva investigaci¨®n period¨ªstica, el libro de Cercas es un sutil ensayo sobre la naturaleza de la ficci¨®n y el modo como puede infiltrarse en la vida y trastornarla.
Y es, asimismo, un buceo personal y dram¨¢tico sobre las responsabilidades morales de un escritor que, como ¨¦l, intenta, a trav¨¦s de lo que escribe, entender las razones profundas del personaje cuya historia reconstruye. ?Comprender a Enric Marco no es en cierto modo justificarlo, rehabilitarlo, dar verosimilitud y consistencia a las razones que ¨¦l esgrime con tanto empe?o contra quienes lo condenan, diciendo que s¨ª, cometi¨® un gran delito, pero lo hizo por una raz¨®n valedera y superior, para dar m¨¢s fuerza y publicidad a las atrocidades del Holocausto, para despertar en las nuevas generaciones un sentimiento de espanto contra los cr¨ªmenes del nazismo, reivindicar y desagraviar a sus v¨ªctimas, esos millones de seres humanos sacrificados en los campos de exterminio, 9.000 de los cuales fueron espa?oles?
Cercas no quiere que este impostor desmesurado le resulte simp¨¢tico y, para que nadie se equivoque al respecto, lo abruma de ep¨ªtetos condenatorios a cada paso. Tambi¨¦n se los lanza a la cara al propio Marco, quien, aunque usted no lo crea, se prest¨® a concederle muchas horas de entrevista para facilitarle su trabajo inquisitorial, y, a cada momento, le recuerda que no escribir¨¢ este libro para defenderlo ni atenuar su culpa, sino para desentra?ar la pura y terrible verdad, es decir, para hundirlo del todo en la ignominia moral. Lo m¨¢s notable es que quien gana la partida que se disputa en este libro incandescente no es el rectil¨ªneo Cercas sino el delictuoso Marco.
La culpa no es de los novelistas, ellos cuentan las historias que a sus lectores les gustar¨ªa vivir
El excelente novelista que es Javier Cercas olvid¨®, fascinado como estaba con el tema y materia de su libro, que las buenas novelas convierten a los malos siempre en buenos, porque aquellos terminan siempre por despertar en el lector (y, aunque no lo quiera, en el propio narrador) un atractivo irresistible que vence y destruye sus reservas o principios ¨¦ticos o pol¨ªticos y los transforma en empat¨ªa. El libro que ¨¦l ha escrito es, aunque ¨¦l no quisiera que lo sea, una (magn¨ªfica) novela sobre un personaje fuera de lo com¨²n, un ser ontol¨®gicamente novelesco que ti?e la vida de ficci¨®n, un fantaseador taumat¨²rgico que irrealiza la realidad con su audacia ilimitada. El h¨¦roe del libro no es quien lo relata sino el genial embaucador, el espantoso e inveros¨ªmil Enric Marco. ?l, s¨®lo ¨¦l. Comparado con la peripecia prodigiosa que le permiti¨® dejar de ser la minucia humana que era y convertirse en un gigante, qu¨¦ peque?ito y olvidable parece el aguafiestas de su historia, el decente y honesto historiador Benito Bermejo que, sin siquiera beneficiarse con ello y hasta recibiendo por su altruista tarea buen n¨²mero de ataques, lo desenmascar¨®, guiado s¨®lo por su amor a la verdad y su repugnancia por las mentiras hist¨®ricas.
Vivimos una ¨¦poca en que los embaucadores nos rodean por todas partes y la inmensa mayor¨ªa de ellos ¡ªbanqueros, autoridades, dirigentes pol¨ªticos y sindicales, jueces, acad¨¦micos¡ª miente y delinque para enriquecerse, s¨®rdido designio vital, sin que sus historias trasciendan las previsibles trapacer¨ªas del ratero vulgar. Por lo menos, Enric Marco lo hac¨ªa con horizontes m¨¢s amplios y, s¨ª, por qu¨¦ no, menos ego¨ªstas. La verdad es que nunca se lucr¨® con sus mentiras y las sostuvo y defendi¨® con una energ¨ªa admirable, trabajando como un verdadero galeote y, es cierto, haciendo tomar conciencia a muchos j¨®venes, y a buen n¨²mero de hombres y mujeres maduros, de lo que significaron los campos de la muerte del nazismo y de la obligaci¨®n c¨ªvica de reivindicar a sus v¨ªctimas. ?Que Marco era, que es, un narciso codicioso de publicidad, un ¨¢vido medi¨®pata, obsesionado por salir siempre en la foto? Sin la menor duda. Pero su enfermedad es una enfermedad de nuestro tiempo, la de una cultura en la que la verdad es menos importante que la apariencia, en la que representar es la mejor (acaso la ¨²nica) manera de ser y de vivir.
La ficci¨®n ha pasado a sustituir a la realidad en el mundo que vivimos y, por eso, los mediocres personajes del mundo real no nos interesan ni entretienen. Los fabuladores, s¨ª. No es de extra?ar que en una ¨¦poca as¨ª, el ¡°peque?o Nicol¨¢s¡± y el gigantesco Enric Marco hayan sido capaces de perpetrar sus fechor¨ªas, perd¨®n, quiero decir sus proezas. La culpa no es de los novelistas, ellos s¨®lo cuentan las historias que les gustar¨ªa vivir a sus lectores.
Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PA?S, SL, 2014.
??Mario Vargas Llosa, 2014.
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