Jaque de Merkel
La canciller pone l¨ªmites al ¡®plan Juncker¡¯ y enfr¨ªa la confianza inversora en la recuperaci¨®n europea
La econom¨ªa europea est¨¢ acuciada por varios desajustes graves cuyo tratamiento global se aplaza o se bloquea sistem¨¢ticamente debido en buena medida a la negativa de Alemania a enfrentarse a la realidad m¨¢s all¨¢ de fundamentalismos presupuestarios. Europa corre un riesgo cierto de recesi¨®n o, en el mejor de los casos, de estancamiento; y est¨¢ bordeando la deflaci¨®n, que estrangula la capacidad para devolver la deuda p¨²blica y privada. Ambas amenazas pueden destruir a medio plazo cualquier perspectiva de estabilidad financiera que Angela Merkel y el Bundesbank se empe?an en defender con la pol¨ªtica de austeridad. A pesar de estas amenazas reales (m¨¢s la que pesa sobre Grecia), la cumbre europea se despach¨® el jueves con un nuevo aplazamiento (hasta el 13 de enero) del reglamento que regular¨¢ el funcionamiento del plan de inversi¨®n de Juncker, vital para transmitir alguna esperanza a los parados j¨®venes y de larga duraci¨®n del continente.
El plan de Juncker (Fondo de Inversiones Estrat¨¦gicas) pretende invertir 315.000 millones en los pr¨®ximos tres a?os en proyectos nacionales (energ¨ªa y transportes). Es la ¨²nica iniciativa, hoy por hoy, para estimular el crecimiento en el ¨¢rea euro. Tiene carencias ¡ªcomo la escasa participaci¨®n de la inversi¨®n p¨²blica y una confianza ciega en la inversi¨®n privada¡ª y probablemente pide a gritos una articulaci¨®n financiera m¨¢s s¨®lida; a pesar de ello, es un mensaje de esperanza, porque transmite la idea de que es posible otra pol¨ªtica econ¨®mica y de que hay que movilizar a la inversi¨®n para combatir el desempleo cr¨®nico.
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Pero Alemania y la maquinaria burocr¨¢tica no permiten demasiadas alegr¨ªas. Merkel contin¨²a con sus lecciones de ortodoxia cuando exige que no se gaste un euro m¨¢s de lo previsto y se opone a que flexibilicen las reglas fiscales (limitaci¨®n del d¨¦ficit) para favorecer la aportaci¨®n de dinero p¨²blico por los Estados. La canciller ha dado jaque en la apertura Juncker; si el plan no era precisamente de altos vuelos, a partir de ahora tendr¨¢ un radio de acci¨®n muy limitado.
El aplazamiento de la propuesta legislativa para regular el funcionamiento del Fondo puede ser una soluci¨®n diplom¨¢tica obligada cuando se comprueba que Alemania mantiene objeciones sobre el plan, pero confirma que la premiosa velocidad de decisi¨®n pol¨ªtica en Europa es incompatible con la rapidez con que deben adoptarse medidas econ¨®micas. Europa necesita hoy un plan de inversiones de choque que convenza a inversores y ciudadanos, adem¨¢s de una estrategia monetaria que incluya la compra de deuda y una armonizaci¨®n impositiva que selle las fugas fiscales y acabe con el racionamiento de recursos presupuestarios; pero, salvo el plan Juncker y los gui?os de Draghi hacia la facilidad monetaria, ninguna de esas decisiones est¨¢ en el horno pol¨ªtico. En tales circunstancias, nadie puede esperar una implicaci¨®n entusiasta de los inversores potenciales en la recuperaci¨®n europea.
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