El deporte y las ¡°chicas¡±

Las mujeres deportistas espa?olas y sus deportes aparecen muy poco en los medios de comunicaci¨®n, pero cuando lo hacen, siempre por haber ganado campeonatos del mundo, de Europa, r¨¦cords mundiales o minuciaspor el estilo, los periodistas del ramo no pierden la ocasi¨®n de adjuntarles, a las primeras de cambio, el ep¨ªteto de ¡°chicas¡±, un apelativo que, pese a que quieran justificarlo de cari?oso, est¨¢ lleno de subliminal superioridad y condescendencia.

Como si lo que estas mujeres hubieran logrado fuera cosa menor o lo hicieran ellos mismos (los mensajeros del evento) cada d¨ªa y sin despeinarse. Y, por supuesto, cuando se trata de victorias de equipo, la primera y, a veces, ¨²nica declaraci¨®n que se recoge tras la victoria de las ¡°chicas¡± es la del entrenador, casualmente un ¡°chico¡±, al que por supuesto le llaman hombre, se?or, o lo que haga falta.

A ellas, las deportistas femeninas, parece no importarles que les dirija o mande un var¨®n (no se ha o¨ªdo hasta el momento queja alguna al respecto). No ocurre as¨ª en el caso de los ¡°chicos¡± (tal vez en este caso habr¨ªa que hablar con m¨¢s propiedad de ¡°ni?os¡±) del tenis, aquejados de un miedo-p¨¢nico ante la idea de que en la Copa Davis les mande una mujer¡­ y lo haga bien.

En fin, todos los hombres somos, en uno u otro grado, machistas. Pero, por rubor o decoro, deber¨ªamos disimularlo un poco, ?no?¡ª Mario Sasot Escuer.

?