Impunidad en Espa?a

A?oro la Espa?a de don Quijote, el pa¨ªs de Labordeta, aquella Celestina que junt¨® un amor tan conocido como Romeo y Julieta. A?oro los girasoles en lienzo, las playas de Sorolla, a Vel¨¢zquez, al piano de Alb¨¦niz. A?oro el teatro de Lope, los versos de San Juan, el misticismo de Santa Teresa, el ¡°buen amor¡± del Arcipreste. Busco aquel poeta perdido por las calles de Nueva York y nuevamente perdido bajo la tierra que lo vio nacer. Busco la Granada que no vio Alberti, al caminante de Machado, al pirata de Espronceda. Busco los aceituneros de Hern¨¢ndez, las armas cargadas de futuro de Celaya. Busco la palabra que le queda a Blas de Otero, la ?taca de Llu¨ªs Llach, al vasco salmantino. Busco aquel puerto que encontr¨® un nuevo mundo y sus gallegos. Busco a La Pepa en La Granja.Cu¨¢ntas cosas que a?orar y que buscar. ?Y qu¨¦ encontramos? Encontramos a la Espa?a de G¨¹rtel, el teatro de las tramas mafiosas, el circo embaucador del Peque?o Nicol¨¢s.

La Espa?a de la mentira y la farsa, la sombra de la Transici¨®n. La Espa?a de los piratas bancarios, de los desahucios, la Espa?a de la impunidad. Pero no es en los causantes en quienes hemos de poner la esperanza en el cambio. El cambio es nuestro. Empieza en uno, contin¨²a en dos y acaba en todos. Avancemos hacia el cambio. Miremos de lo que hemos sido capaces y consigamos cosas gloriosas porque somos extraordinarios.¡ª Matamulana Lejlifa-Mehdi Said.