Un nuevo sistema de terror
Los yihadistas se sirven de los medios para ampliar el impacto de sus acciones armadas
Lo primero que llama la atenci¨®n del atentado parisino es la profesionalidad con la que se ha llevado a cabo, haciendo gala de una frialdad y organizaci¨®n propias de organizaciones mafiosas; en definitiva, nos hallamos a miles de kil¨®metros de distancia de los fallidos ataques de los terroristas diletantes de la primera d¨¦cada del siglo o del ej¨¦rcito de desharrapados talibanes. Tambi¨¦n estamos muy lejos de las bombas suicidas de la estaci¨®n de Atocha en Madrid, as¨ª que es posible que la alta profesionalidad adquirida por los yihadistas de hoy les permita sobrevivir y, por tanto, repetir sus acciones. Al igual que ha cambiado mucho el modelo financiero del terrorismo isl¨¢mico ¡ªhemos podido darnos cuenta de ello con el auge del Estado Isl¨¢mico, la primera organizaci¨®n armada transmutada en Estado¡ª, lo mismo ha ocurrido con la mec¨¢nica de los atentados en Occidente. Ambos fen¨®menos van de la mano.
Nos enfrentamos a un nuevo sistema de terror que ha perfeccionado algunos rasgos del pasado, como la compartimentaci¨®n, tan apreciada por las Brigadas Rojas y ETA, y ha desarrollado otros nuevos, como los llamados ¡°miniataques¡±, intervenciones armadas de precisi¨®n quir¨²rgica, a menudo cargadas de simbolismo, como la perpetrada contra la revista sat¨ªrica Charlie Hebdo, que los transe¨²ntes filman con sus tel¨¦fonos m¨®viles y se difunden en Internet. Y ese es el v¨ªnculo que une el asalto de Ottawa y los atentados de Australia con los de Francia de diciembre y con este ¨²ltimo, tan tr¨¢gico, ocurrido en Par¨ªs.
El moderno terrorismo isl¨¢mico ha transformado los medios de masas en una poderosa arma que le permite ampliar el impacto medi¨¢tico de sus acciones armadas. Una intuici¨®n que nace de un atento an¨¢lisis del 11 de septiembre, el primer ataque filmado y distribuido en tiempo real a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n. Por supuesto, aquella fue una acci¨®n espectacular desde todo punto de vista, con un mayor n¨²mero de v¨ªctimas; pero hoy en d¨ªa resulta imposible de reproducir por una serie de razones, entre las que destacan el elevado n¨²mero de militantes involucrados, que alertar¨ªa a los servicios antiterroristas. La estrategia del terrorismo moderno apunta, en efecto, a prevenir la infiltraci¨®n policial, dado que ese ha sido siempre el recurso triunfante del Estado. Todas las organizaciones armadas del pasado, incluyendo a Al Qaeda, han sido derrotadas gracias a la infiltraci¨®n de las fuerzas del orden y a los testimonios de los militantes detenidos. Y ello explica por qu¨¦ Al Baghdadi, el nuevo califa y l¨ªder indiscutible del Estado Isl¨¢mico, incita a sus seguidores en el mundo a llevar a cabo miniataques ejecutados por minic¨¦lulas, compuestas por una o dos personas.
De modo que los cambios constatables en el sistema del terrorismo isl¨¢mico son el resultado de una profunda reflexi¨®n acerca de los errores y aciertos del pasado. Hasta aqu¨ª, el proceso resulta f¨¢cil de entender. M¨¢s dif¨ªcil de comprender es c¨®mo algunas de estas minic¨¦lulas que se est¨¢n activando en Occidente han podido adquirir la profesionalidad necesaria para realizar esos miniataques de tan gran impacto medi¨¢tico. En el pasado, esta se ganaba a trav¨¦s de periodos m¨¢s o menos largos de adiestramiento, como por ejemplo durante la yihad contra el Ej¨¦rcito sovi¨¦tico en Afganist¨¢n. Y, de hecho, fueron los veteranos de estas guerras los que, a su regreso a sus pa¨ªses de origen, alimentaron la actividad terrorista. Hoy, sin embargo, ya no es as¨ª, y la lucha antiterrorista deber¨ªa cobrar conciencia de ello lo antes posible, puesto que seguir focalizando nuestros temores en el regreso de los veteranos de las guerras de Siria o Irak es una estrategia equivocada. Los futuros terroristas europeos est¨¢n ya entre nosotros.
Los yihadistas de estos miniataques son a menudo autodidactas, en esto parece haber un acuerdo general. Se trata de individuos que con toda probabilidad han sido captados por los radicales a trav¨¦s de Internet, que no interact¨²an con una verdadera red de militantes, como ocurr¨ªa en tiempos del IRA o de ETA, sino que, al contrario, mantienen a menudo oculta su ideolog¨ªa. Sin embargo, y este es sin duda el caso de los autores del atentado de Par¨ªs, tienen acceso a las armas y saben c¨®mo utilizarlas de manera profesional. Este es un punto crucial. Es muy dif¨ªcil hacerse con armas y explosivos en Europa sin alertar a los servicios secretos y a la lucha antiterrorista, a menos que no se tengan contactos con el crimen organizado. La ¨²nica hip¨®tesis posible es, por tanto, la siguiente: los yihadistas provienen de los c¨ªrculos de la delincuencia organizada o los frecuentan. Ello explicar¨ªa tambi¨¦n su profesionalidad.
En el pasado, todas las organizaciones armadas trabaron relaciones con el crimen organizado, que sin embargo manten¨ªan a la debida distancia. Hoy en d¨ªa es posible que tal distancia se haya reducido. De manera que es en este mundo en el que la lucha antiterrorista debe comenzar a moverse, porque es posible que, con maquiav¨¦lico cinismo, el yihadismo contempor¨¢neo explote los recursos del crimen organizado como palanca para desatar el terror en Europa. A juzgar por el pragmatismo del que el Estado Isl¨¢mico ha dado sobradas pruebas en la creaci¨®n de un califato, uno de los lemas favoritos de Al Baghdadi es sin duda el del ilustre italiano: ¡°El fin justifica los medios¡±.
Loretta Napoleoni es economista.
Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
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