?Hacia ciudades colaborativas?

Prestar, intercambiar, reciclar, ahorrar, compartir. La econom¨ªa colaborativa empieza poco a poco a cambiar nuestra forma de consumir bienes y servicios y as¨ª, a transformar tambi¨¦n el paisaje urbano. ?Caminamos hacia ciudades m¨¢s colaborativas?

En la actualidad, consumimos ¡°alimentos kilom¨¦tricos¡±, que recorren m¨¢s de 5.000 km hasta llegar al mercado. El 87% de los garbanzos que se consume en Espa?a son importados, por ejemplo. Por otro lado, seg¨²n la FAO, 1.300 millones de toneladas de alimentos se desperdician anualmente en el mundo. Se calcula que los coches particulares pasan el 95% de su vida parados y, en Espa?a, tan solo 12 provincias suman 1,4 millones de viviendas vac¨ªas. Ahora, bajo el paraguas del consumo colaborativo, nacen una serie de iniciativas que comienzan a modificar estos patrones de consumo y de relaciones urbanas, recuperando los conceptos de proximidad, intercambio o confianza. Recientemente, la revista Time lo ha considerado como una de las diez grandes ideas que cambiar¨¢n el mundo.

En este proceso, la tecnolog¨ªa se convierte en un gran facilitador. De su mano, comienzan a popularizarse plataformas digitales como Blablacar, para compartir coche; el coachsurfing, para alojar visitantes; el cohousing, las cooperativas de energ¨ªa verde, como som energia; espacios de trabajo compartidos o coworking; el crowdfunding o financiaci¨®n colectiva; y organizaciones, como ouishare. La crisis econ¨®mica ha favorecido tambi¨¦n este auge colaborativo, pero, sin duda, no es la ¨²nica explicaci¨®n. Los participantes de estas iniciativas se manifiestan conscientes de que nuestro ritmo de consumo de bienes y recursos no es sostenible y que es necesario realizar un cambio de paradigma. Este se basa, adem¨¢s, en la creaci¨®n de redes sociales fruto de la conexi¨®n entre ciudadanos: as¨ª lo expresan nuevos conceptos como C2C (Citizen-to-Citizen) o P2P (Peer-to-Peer). En Espa?a, este cambio es incipiente pero ya visible. De hecho, seg¨²n el Bar¨®metro de Cultura Ecol¨®gica realizado por Metroscopia, el 71% de los espa?oles afirma que participar¨ªa en su barrio en un grupo de consumo ecol¨®gico, es decir, un grupo de personas que se organiza para consumir alimentos locales, de temporada y cultivados sin pesticidas; el 78% lo har¨ªa en mercados de intercambio y trueque; y el 80%, en un banco de tiempo en el que intercambiar servicios, conocimientos o cuidados medidos en tiempo en vez de dinero. Por todo ello, en diversos barrios, estas propuestas ya est¨¢n en marcha, son cada vez m¨¢s los huertos comunitarios y las iniciativas de trueque e intercambio de productos que nacen en las ciudades de nuestro pa¨ªs.

Y, efectivamente, estas econom¨ªas compartidas tienen profundas implicaciones en las urbes, en su transformaci¨®n f¨ªsica, en el dise?o urbano de sus espacios p¨²blicos o en la manera de satisfacer las necesidades b¨¢sicas de los ciudadanos. Las ciudades colaborativas (o shareable cities, en ingl¨¦s) ser¨¢n, por tanto, aquellas que logren en su planeamiento facilitar a sus pobladores compartir e intercambiar eficazmente y con seguridad toda clase de servicios, conocimientos o productos para crear comunidades m¨¢s resilientes, sanas y conectadas.