El pasado que devora al futuro
Piketty sabe utilizar la literatura para explicar econom¨ªa a la sociedad
He cumplido la haza?a de leerme las casi seiscientas p¨¢ginas de El capital en el siglo XXI, de Thomas Piketty, a quien un d¨ªa de tantos veremos en la lista de los Premios Nobel de Econom¨ªa. Y lo he hecho como si se tratara de una carrera a campo traviesa, cogiendo a veces el segundo aire cuando las cuestas me parec¨ªan m¨¢s empinadas, y disfrutando de las traves¨ªas a campo llano.
Proponerse la lectura de un tratado de econom¨ªa de semejante peso y grosor puede parecer arduo para un novelista que mejor se deja seducir por lo que tienen de entretenido los caminos de la imaginaci¨®n. Pero, emprendida la tarea, uno se da cuenta de que Piketty no es ¨¢rido, ni aburrido, y cuenta los fen¨®menos de la econom¨ªa en su relaci¨®n con la historia de la humanidad como si de verdad se tratara de una novela donde, como en Guerra y paz de Tolst¨®i, uno entiende que los fen¨®menos sociales y econ¨®micos no son m¨¢s que las expresiones colectivas de las vidas de los seres humanos.
Coincid¨ª con Piketty en la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y m¨¢s que un profesor de la Escuela de Ciencias Econ¨®micas de Par¨ªs parece un estudiante de sus aulas, m¨¢s c¨®modo en sus jeans deste?idos que vestido de saco y corbata; y entre las cosas que me seducen de ¨¦l es que, contaminado por la literatura, la convierte en parte esencial de sus explicaciones econ¨®micas.
A comienzos del siglo XIX, antes de que la Revoluci¨®n Industrial trastocara todo el panorama, para vivir como rico en la ciudad, o al menos holgadamente, era necesario tener rentas suficientes que depend¨ªan de la cantidad de tierras cultivables de que se fuera due?o, o de la posesi¨®n de t¨ªtulos bancarios. De modo que si queremos entender c¨®mo funcionaba la econom¨ªa entonces, una lectura de Papa Goriot de Honor¨¦ de Balzac, o de Mansfield Park de Jane Austen, nos dar¨¢n claves suficientes.
No es que en sus di¨¢logos, Rastignac y la baronesa de Nuncigen, personajes de Papa Goriot, en lugar de temas amorosos discutan acerca de las teor¨ªas de la relaci¨®n entre beneficios y salarios de David Ricardo, o de las tesis del crecimiento de la poblaci¨®n de Malthus. Pero en el relato percibimos c¨®mo los mecanismos econ¨®micos mueven las vidas de los personajes, y determinan su riqueza o su ruina. No s¨®lo en esta novela, sino en toda La comedia humana podemos ver esos mecanismos en acci¨®n.
Esta conexi¨®n fascinante entre econom¨ªa y literatura, nos ense?a que el autor de El capital en el siglo veintiuno no es un fr¨ªo analista de cifras
Lo que fascina a Piketty es que Balzac da por supuesto que el lector de su tiempo entiende de qu¨¦ le est¨¢ hablando cuando dice que un personaje dispone de tantos miles de francos como renta anual. De all¨ª se puede deducir si se trata de un pobre diablo con disposici¨®n de arribista, o de una muchacha soltera que es un buen partido, o se quedar¨¢ para vestir santos. Y cuando Jane Austen cuenta que Sir Thomas, uno de sus personajes de Mansfield Park, tiene plantaciones en las Antillas, y lo que esas plantaciones representan en rentas para ¨¦l, la novelista, sin ning¨²n prop¨®sito did¨¢ctico, nos est¨¢ explicando los entresijos de la econom¨ªa colonial de Inglaterra, en los comienzos de su auge.
Y Austen, tanto en Sentido y sensibilidad como en Persuasi¨®n, dos de sus novelas m¨¢s populares, se ocupa de las injustas consecuencias del mayorazgo, esa instituci¨®n de resabios feudales mediante la cual se despojaba de la herencia a los dem¨¢s hijos en favor del primog¨¦nito var¨®n, para que la propiedad no se fragmentara; y la novelista sab¨ªa de qu¨¦ hablaba, porque tanto ella como su hermana, desheredadas de esta manera, y sin dote que ofrecer, se quedaron solteronas, recuerda Piketty.
Al contrario, dos siglos despu¨¦s, un novelista como Orhan Pamuk, ya no tendr¨¢ que ocuparse de entrar en detalles sobre rentas para explicar las vidas de sus personajes, pues el mundo ha cambiado. La econom¨ªa ya no depende de las rentas agrarias, sino de otras formas m¨¢s complejas de formaci¨®n de los capitales. En las novelas de Pamuk, ambientadas en Estambul de los a?os setenta, en un per¨ªodo durante el cual la inflaci¨®n ha vuelto ambiguo el sentido del dinero, dice Piketty, se omite la menci¨®n de cualquier suma espec¨ªfica.
Esta conexi¨®n fascinante entre econom¨ªa y literatura nos ense?a que el autor de El capital en el siglo XXI no es un fr¨ªo analista de cifras, sino un humanista que utiliza la econom¨ªa para explicar el fen¨®meno de la desigualdad, que ha acompa?ado a lo largo de los siglos la historia de la humanidad. Es lo que est¨¢ ya en las novelas de Balzac y Austen, visto desde la ficci¨®n encarnada en la realidad.
Porque este es un libro sobre la desigualdad social, causada por la acumulaci¨®n desmedida de capital, cuando esta alcanza cotas muy por encima de las tasas de crecimiento econ¨®mico; abismo que, seg¨²n Picketty, amenaza con ser catastr¨®ficamente mayor en el siglo XXI, si no hay pol¨ªticas p¨²blicas, sobre todo pol¨ªticas fiscales, que intervengan para cerrarlo. Volver¨ªamos al reinado de los voraces rentistas, dice. El pasado, que devorar¨¢ al futuro.
Sergio Ram¨ªrez es escritor.
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