Optimismo activo
Una pol¨ªtica econ¨®mica que favoreciese las rentas reforzar¨ªa la recuperaci¨®n que avanza Bruselas
Aunque no deben confundirse las previsiones con los hechos, lo cierto es que la Comisi¨®n Europea tiene depositadas grandes esperanzas en la econom¨ªa espa?ola. Seg¨²n las previsiones comunitarias, Espa?a crecer¨¢ el 2,3% en 2015, la mayor revisi¨®n al alza del crecimiento de la eurozona. Mientras que para el resto de los pa¨ªses de la zona la Comisi¨®n proyecta pocas mejoras, en el caso espa?ol aprecia una aceleraci¨®n en el crecimiento basada en el progreso de la demanda interna (consumo e inversi¨®n) al tiempo que pronostica el final del tir¨®n de las exportaciones. Todo parece ir en la direcci¨®n optimista que, desde casi principios de 2014, patrocina el Gobierno de Mariano Rajoy.
La Comisi¨®n descubre puntos d¨¦biles; son los mismos que detectan los ciudadanos. El paro sigue siendo un factor que socava el vigor del crecimiento; la proclamada pol¨ªtica de estabilidad financiera no ha conseguido reducir el d¨¦ficit p¨²blico a los l¨ªmites comprometidos; la deuda, en consecuencia, sigue creciendo. La causa de la aceleraci¨®n del crecimiento es conocida: la flexibilizaci¨®n laboral ayud¨® a una ca¨ªda de las rentas salariales que permiti¨®, en primera instancia, reducir costes por la v¨ªa de los despidos y mantener deprimidos los salarios despu¨¦s, en buena parte por la precariedad. Las reformas econ¨®micas que celebra la Comisi¨®n han permitido una salida relativamente r¨¢pida, aunque costosa, de la recesi¨®n.
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La cuesti¨®n ahora, despu¨¦s de certificar que la econom¨ªa crece y que el desempleo seguir¨¢ por encima del 20% al menos hasta 2017, es si ha llegado el momento de adoptar decisiones que favorezcan una recuperaci¨®n de las rentas. Una subida salarial, aunque comience por los mercados que mejor han resistido a la recesi¨®n y tienen beneficios, permitir¨ªa consolidar la recuperaci¨®n con ingresos frescos, que no procedan ¡ªcomo parece que sucede en estos momentos, al menos en parte¡ª del ahorro. Los empresarios tendr¨ªan bases m¨¢s firmes sobre las que sostener las expectativas de pedidos y la Hacienda p¨²blica contar¨ªa con m¨¢s ingresos.
Pero el Gobierno parece c¨®modamente instalado en una posici¨®n que podr¨ªa definirse como optimismo inm¨®vil. Por una parte porque los ajustes han contribuido al crecimiento ¡ªcon independencia de quien haya pagado la factura de la austeridad¡ª y esta circunstancia reafirma sus creencias (no se debe gastar m¨¢s de lo que se tiene, el sector privado es m¨¢s eficiente que el p¨²blico, etc¨¦tera). Adem¨¢s, no quiere correr el riesgo de equivocarse en un a?o electoral. Pero este tipo de c¨¢lculo puede ser peligroso: las expectativas de recuperaci¨®n son ciertas, aunque no se concretar¨¢n para buena parte de la poblaci¨®n solo con dejar que el tiempo pase. Todav¨ªa hay tres millones menos de ocupados que cuando comenz¨® la crisis, la renta salarial est¨¢ entre el 20% y el 30% de la registrada en 2008 y la protecci¨®n social ha disminuido para amplias capas de la poblaci¨®n. Estos son los aspectos que hay que corregir con una pol¨ªtica econ¨®mica distinta.
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