Rendir cuentas
Los simpatizantes de los nuevos partidos deben exigir responsabilidades a sus l¨ªderes
Tuvieron la gran ocasi¨®n de mostrar al p¨²blico que ellos est¨¢n hechos de otra madera, que aspiran al poder, s¨ª, como cualquiera de los miembros de la casta a la que tanto desprecian, pero que, desde el poder, cuando a ¨¦l lleguen, rendir¨¢n cuentas a la gente de todo lo que desde el poder realicen. Esta es la bandera que la nueva generaci¨®n de pol¨ªticos, procedente en buena medida de la docencia en universidades y centros p¨²blicos, tendr¨ªa que haber levantado como signo de que se dispone a, y es capaz de arramblar con un sistema corrupto. Lamentablemente, a las primeras de cambio, han mostrado que para ellos y ellas el rendimiento de cuentas tiene el mismo valor que ha tenido durante los ¨²ltimos a?os para los viejos pol¨ªticos, es decir, ninguno.
Cierto, las irregularidades que se les imputan son de escala muy diferente a lo que han puesto en evidencia los grandes casos B¨¢rcenas, N¨®os, Pujol, Matas, EREs, G¨¹rtell, P¨²nica y dem¨¢s. De eso no hay duda, pero tampoco la hay de que la secuencia de sus respuestas ha sido id¨¦ntica a la de los diversos implicados en esos casos. Primero, se niegan en redondo a reconocer los hechos: eso es mentira; luego, cuando el esc¨¢ndalo estalla y no hay manera de negarlos, se refugian en la ignorancia, repitiendo como ni?os: yo no lo sab¨ªa, yo no lo sab¨ªa; a rengl¨®n seguido, y una vez sorbidos los mocos, recompuesto el gesto y reafirmada la dureza de la expresi¨®n, culpan al mensajero: nos persiguen, somos v¨ªctimas de una conspiraci¨®n; m¨¢s adelante, el secretario general echa toda la carne en el asador ¡ªay, aquel aciago d¨ªa de dos por el precio de uno¡ª en defensa de sus amigos: es un ataque al partido, nos tienen miedo; en fin, escurren el bulto y, cuando es posible, esperan a que escampe antes de reconocer que cometieron la irregularidad de que se les acusa, pedir excusas a quienes confiaron en ellos, y jurar por lo que m¨¢s quieren en el mundo no volver a las andadas.
Como son polit¨®logos y han impartido cursos de pol¨ªtica para gente decente, tendr¨ªan que saber que una de las tres o cuatro instituciones fundamentales de cualquier sistema democr¨¢tico es el rendimiento de cuentas. Si un pol¨ªtico/profesor cobra cientos de miles de euros por unos informes de su personal autor¨ªa y los declara a Hacienda como percibidos por una sociedad creada ad hoc tres a?os despu¨¦s de entregado el supuesto informe, est¨¢ cometiendo una doble irregularidad, como pol¨ªtico y como profesor. Y si una pol¨ªtica, que ha sido concejal de un Ayuntamiento, firma la asignaci¨®n de una partida presupuestaria de la que es beneficiaria una sociedad administrada por su hermano y que, para mayor abundamiento, ha estado o est¨¢ domiciliada en casa de su padre, concejal firmante tambi¨¦n de esa partida, comete una irregularidad que en Dinamarca ¡ªnuevo destino de la humanidad imaginado por Fukuyama¡ª le habr¨ªa costado toda su carrera pol¨ªtica.
Escurren el bulto y, cuando es posible, esperan a que escampe antes de reconocer que cometieron la irregularidad de que se les acusa
En cualquier pa¨ªs democr¨¢tico de lo que t¨®picamente llamamos nuestro entorno, irregularidades de ese tenor ¡ªpor no hablar de la corruptela del contratado que realiza su trabajo a 600 kil¨®metros del lugar objeto de la investigaci¨®n¡ª habr¨ªan puesto punto final a la carrera pol¨ªtica y a la leg¨ªtima ansia de poder de sus autores. ?Alguien piensa que en Dinamarca una concejal que estampe su firma en una subvenci¨®n a una empresa de su hermano domiciliada en la casa de su padre aguanta un d¨ªa m¨¢s en la pol¨ªtica? Si lo sab¨ªa, malo; si no lo sab¨ªa, peor. ?Alguien cree que la factura de un informe sobre la implantaci¨®n de la moneda ¨²nica en varios pa¨ªses de Am¨¦rica Latina se abona tres a?os despu¨¦s de su presunta realizaci¨®n en la cuenta de una sociedad bautizada con el evocador nombre de caja de resistencia, nombre patrimonio de la clase obrera organizada del siglo XIX? Caja de resistencia ?qu¨¦ po¨¦tico! El audaz profesor/pol¨ªtico que haya imaginado esa caja y su destino, volver¨ªa de inmediato a sus clases, a contar a sus alumnos su rom¨¢ntica experiencia, por el resto de sus d¨ªas.
Pero estamos en Espa?a, donde todav¨ªa queda un largo trecho que recorrer en el camino que desde el familismo, el amiguismo y los artilugios para defraudar a Hacienda, lleva hasta Dinamarca. Por los amigos se da la vida y por la familia se mata, faltar¨ªa m¨¢s, si hasta el Papa lo ha dicho, que dar¨ªa un pu?etazo a quien insulte a su madre. Sin llegar a tanto, bueno ser¨ªa que los afiliados y simpatizantes de los nuevos partidos, en lugar de salir a la calle para protestar contra las supuestas conspiraciones de que ser¨ªan objeto sus l¨ªderes, comenzaran por exigir responsabilidades ante la m¨¢s m¨ªnima irregularidad detectada en sus filas, no vaya a ser que andando el tiempo repitan ellos tambi¨¦n la conducta de tanta gente ante los viejos pol¨ªticos corruptos, ovacionados y aclamados durante a?os cada vez que entraban y sal¨ªan de los juzgados.
Santos Juli¨¢ es historiador. Su ¨²ltimo libro publicado es Nosotros, los abajo firmantes. Una historia de Espa?a a trav¨¦s de manifiestos y protestas (Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.