El libro ha sido durante a?os una especie de joya desaparecida. Se edit¨® en 1982 y desde entonces apenas han vuelto a circular copias en el mercado, ni en ingl¨¦s ni en ning¨²n otro idioma. Mientras, el autor de novelas tan c¨¦lebres como 'Dinero', 'La informaci¨®n' o 'Perro callejero' se ha convertido en uno de los escritores m¨¢s admirados del planeta. Ahora Amis ofrece un viaje 'vintage' al amanecer de los videojuegos, cuando el enemigo era un pixel y no los hiperrealistas adversarios de las consolas de hoy en d¨ªa.Marcel.li Saenz Martinez¡°Si cometes el error de enrolarte, descubrir¨¢s que el servicio militar es incurablemente vicioso¡±, explica el mism¨ªsimo Steven Spielberg, otro adicto a las guerras gal¨¢cticas, en el pr¨®logo del libro, cuya publicaci¨®n coincidi¨® con el estreno de 'E. T.'. Dividida en tres partes, la obra bucea en el comienzo de la fiebre por los videojuegos y los salones recreativos. Todo en primera persona, desde el punto de vista del placer culpable de alguien que se pas¨® horas delante de esas m¨¢quinas 'comemonedas'. 'La invasi¨®n de los marcianitos' arranca relatando c¨®mo los extraterrestres conquistaron nuestras vidas, luego repasa una serie de t¨ªtulos que hicieron la historia de la lucha contra el enemigo espacial y, finalmente, concluye con una profec¨ªa que hoy ya es verdad: esos bichos acabar¨ªan ocupando nuestras casas. (En la imagen: el videojuego 'Asteroids')¡°?Qui¨¦nes son esos seres que anidan en las grutas electr¨®nicas donde cantan las m¨¢quinas y juegan los terr¨ªcolas?¡±, se pregunta Amis hacia el principio de La invasi¨®n de los marcianitos. La respuesta llega a lo largo de 155 p¨¢ginas repletas de humor, surrealismo e historias que le sonar¨¢n a m¨¢s de uno. ¡°En muchas ocasiones me vi obligado a abandonar una prometedora batalla intergal¨¢ctica porque una reyerta mucho m¨¢s tangible se estaba produciendo a escasa distancia. Intentaba seguir jugando hasta el ¨²ltimo instante razonable, pero cuando empezaban a volar los ceniceros y las bolas de billar junto a mi cabeza entend¨ªa que era el momento de mudarse a otro cuadrante¡±, relata Amis sobre el sal¨®n Play It Again Sam, donde viv¨ªa sus eternas luchas contra los marcianitos. (En la imagen, un sal¨®n recreativo en Barcelona).Jose Maria Tejederas ChaconAl fin y al cabo, los salones recreativos, esas cuevas oscuras donde cientos de tipos entregaban sus vidas a salvar la Tierra, son uno de los grandes protagonistas de 'La invasi¨®n de los marcianitos'. Pero el anecdotario de Amis cuenta con much¨ªsimos m¨¢s elementos, todos los que pudo vivir ¨¦l mismo en sus experiencias ante el mando y la pantalla. Por ejemplo, una digresi¨®n sobre las diferentes t¨¦cnicas usadas por los usuarios para registrar su nombre en la tabla de los r¨¦cords. B¨¢sicamente, las m¨¢quinas de anta?o permit¨ªan a los jugadores con las mejores puntuaciones dejar constancia de ello al final de la partida con tres letras. Algunos pon¨ªan de verdad su nombre. Otros, soluciones creativas: ¡°AAA mola mucho por la sencilla raz¨®n de que requiere el m¨ªnimo esfuerzo (tres r¨¢pidos golpecitos en el bot¨®n de fuego) y muestra el desprecio del jugador por esas convenciones¡±.En su repaso de las grandes drogas pioneras de aquel mercado, Amis arranca por la m¨¢s m¨ªtica: 'Space Invaders', obra clave de 1978 que sedujo a millones de usuarios. ¡°Si no llega a ser por ¨¦l, ninguno de nosotros estar¨ªa aqu¨ª. Ofrec¨ªa ¨¦pica y dramatismo en la pantalla¡±, relata el novelista. Tambi¨¦n hay espacio para otros pesos pesados de la guerra pixelada contra Marte, de 'Galaxian' a 'Scramble'. El general Amis, curtido en miles de horas de guerra, llega a detallar al lector c¨®mo superar cada una de las oleadas de 'Defender', ¡°tal vez el videojuego m¨¢s emocionante, siniestro y tortuoso jam¨¢s dise?ado¡±.Aunque no solo de conflictos espaciales vive el jugador. Los setenta dejaron muchos mitos m¨¢s para la historia de las partidas digitales. Por ejemplo la bolilla amarilla de 'Pac-Man', y su carrera para comer frutos y acabar con los fantasmas que le persiguen. ¡°Una perfecta chuminada, y sin embargo un gran juego que desata adicciones feroces, absorbentes (y seg¨²n mi experiencia) bastante breves¡±, defiende el escritor brit¨¢nico. Tambi¨¦n est¨¢ el inolvidable 'Frogger', ese juego cuyo objetivo era llevar a una serie de ranas sanas y salvas al otro lado de una carretera y de un r¨ªo. O 'Donkey Kong' en su primera versi¨®n, esa donde el mono raptaba a una princesa e intentaba tumbar a golpes de barriles a un ¡°obrero de aspecto amable con casco y camisa a cuadros¡±. A ese saltador empe?ado en rescatar a la chica hoy se le llama Super Mario.