Las ¨¦lites a examen
2015 es un a?o electoral que obliga a replantearse procesos en Espa?a y la UE
Basta con respirar la irritaci¨®n que reina a ratos en las calles de cualquier ciudad espa?ola para darnos cuenta de que vivimos en un soterrado ambiente de ¡°guerra sorda¡±, aunque la raz¨®n no quepa buscarla en el yihadismo que nos amenaza a los europeos. A pesar de la fr¨¢gil recuperaci¨®n, si abrimos los ojos a las cifras econ¨®micas veremos tasas de paro vergonzantes, niveles de deuda p¨²blica ¨Cpero sobre todo privada¨C desequilibrantes, y una enorme falta de apetito inversor entre los empresarios y de consumo entre las familias, aunque ¨²ltimamente haya mejorado el cr¨¦dito bancario a pymes y aut¨®nomos, as¨ª como la confianza del consumidor.
El cuadro social es asimismo inquietante. Resurge con fuerza la pobreza y la exclusi¨®n social, se palpa el sufrimiento f¨ªsico de la gente en las colas de los servicios de caridad y beneficencia, la saturaci¨®n y falta de recursos eternizan las listas de espera de la sanidad p¨²blica y niegan este derecho a quienes contribuyen a financiarla. Estos indicadores econ¨®micos y sociales solo toman cuerpo en situaciones sociales y econ¨®micas extremas que las ¨¦lites est¨¢n obligadas a conjurar.
Estamos situados en un terreno social donde no entra en juego la pol¨ªtica porque es anterior a ella, pues termina justo donde empieza el debate pol¨ªtico. No nos encontramos en un ¨¢mbito de discusi¨®n prepol¨ªtico, como ocurr¨ªa con el dictador Franco, porque ahora las libertades est¨¢n garantizadas y se respetan los derechos de primera generaci¨®n (civiles y pol¨ªticos). Sin embargo, los graves defectos institucionales de nuestro Estado social de derecho nos impiden afirmar con rotundidad que vivamos en una situaci¨®n de plenitud democr¨¢tica. Primero, porque dejan en entredicho las tradicionales funciones protectoras del Estado que garantizan un nivel m¨ªnimo e irrenunciable de protecci¨®n de los derechos de segunda generaci¨®n (trabajo, educaci¨®n, vivienda, salud y protecci¨®n social), aquellos que cubren necesidades leg¨ªtimas y valiosas.
Y, en segundo lugar, porque en su d¨ªa cedimos cierta soberan¨ªa, sin sacar el provecho que habr¨ªamos debido. Ahora el Estado no controla la pol¨ªtica monetaria, y, en materia fiscal, su margen para establecer prioridades en ingresos y gastos es despreciable y se ve interferido por las recomendaciones del Ecofin durante el Semestre Europeo. Algunos creen poder sortear la restricci¨®n fiscal emitiendo m¨¢s deuda p¨²blica, pero ¨²nicamente consiguen socavar a¨²n m¨¢s su soberan¨ªa: cuanta m¨¢s deuda p¨²blica emita el Tesoro menos soberano ser¨¢ nuestro Estado, pues el reembolso de la deuda, al realizarse en moneda fuerte, es m¨¢s dif¨ªcil dentro que fuera del euro.
Ante el problema de la deuda, si excluimos el impago y la quita, nos quedan dos opciones: bien una reestructuraci¨®n negociada que la suavice ¡ªaunque ello signifique un repudio parcial¡ª, bien la devoluci¨®n estricta, que podemos realizar mediante uno o varios de estos tres medios: mayor inflaci¨®n, mayor crecimiento, y represi¨®n financiera. En la eurozona, sin embargo, no somos soberanos para generar un alza de precios, ni para hacer crecer la econom¨ªa a nuestro antojo; tampoco para aplicar una represi¨®n financiera a la venezolana o a la argentina, mediante corralitos, tipos de cambio m¨²ltiples, o controles de cambios, porque est¨¢n expresamente prohibidos por los tratados. As¨ª pues, ante la imposibilidad de utilizar las dos primeras (inflaci¨®n y crecimiento), no cabe excluir que partidos como Syriza hoy o Podemos ma?ana, se inclinen por alg¨²n tipo de represi¨®n financiera.
En las pr¨®ximas elecciones el ciudadano tendr¨¢ que examinar una balanza con dos platillos. En el derecho sopesar¨¢ la fr¨¢gil recuperaci¨®n econ¨®mica y la promesa de m¨¢s empleo. En el izquierdo, el desmantelamiento parcial del Estado de bienestar provocado por las pol¨ªticas anteriores que, de forma irresponsable, violaron las reglas de la eurozona y ensancharon la p¨¦rdida de soberan¨ªa ?Cu¨¢l de las dos pesar¨¢ m¨¢s en el ¨¢nimo del elector? ?Se decantar¨¢ por las perspectivas de consolidaci¨®n econ¨®mica, premiando as¨ª la estrategia de Merkel? ?Votar¨¢ pensando que el Estado social ya no le protege?
Los partidos tradicionales deben realizar propuestas pegadas al terreno
Las confrontaciones pol¨ªticas durante 2015 tendr¨¢n lugar en un territorio con escaso contenido pol¨ªtico, donde el cl¨¢sico debate entre izquierda y derecha habr¨¢ quedado desdibujado. Una tierra yerma que Podemos siembra de buenas preguntas y medias verdades. Aunque algunos pensamos que detr¨¢s de preguntas acertadas encontramos soluciones fracasadas, y que una media verdad es toda una mentira, ser¨¢ en ese espacio de relativa desnudez pol¨ªtica donde se dirima la entra?a del debate electoral.
Esto obliga a los partidos tradicionales a realizar propuestas muy concretas y pegadas al terreno, que recojan las preocupaciones y necesidades ciudadanas m¨¢s b¨¢sicas y respeten los principios m¨ªnimos e irrenunciables del Estado de justicia. En ellas los partidos pol¨ªticos deber¨ªan anteponer el ¨¢mbito de lo social a lo pol¨ªtico, defender el crecimiento con justicia y el uso responsable de los beneficios privados mediante una fiscalidad favorable, siempre que se reinviertan en innovaci¨®n, mejoras tecnol¨®gicas, saneamiento financiero, menor dependencia del cr¨¦dito bancario, formaci¨®n profesional para los trabajadores, etc¨¦tera. Por otro lado, los elevados niveles de deuda p¨²blica, deuda externa neta, paro, d¨¦ficit comercial, etc¨¦tera, no constituyen problemas en s¨ª mismos sino s¨ªntomas de dos dolencias econ¨®micas m¨¢s fundamentales: por un lado, el bajo ahorro nacional, que tiene su reflejo en el d¨¦ficit p¨²blico y en el d¨¦ficit comercial; por otro, la baja productividad, cuya recuperaci¨®n desde 2009 se ha debido en gran medida al ciclo, y no tanto a factores estructurales.
En cuanto a la eurozona, ya subray¨¦ que ¡°el nudo gordiano en relaci¨®n con la sostenibilidad de las econom¨ªas perif¨¦ricas era, y sigue siendo, el endeudamiento del sector privado, y no tanto el p¨²blico¡± (El fracaso de las ¨¦lites, Pasado?&?Presente). Cuando las empresas est¨¢n muy endeudadas solo piensan en desendeudarse, no en invertir; asimismo, cuando las familias est¨¢n desbordadas por las deudas solo piensan en devolverlas, no tanto en consumir. As¨ª pues, si queremos estimular la inversi¨®n y el consumo privados, ser¨ªa conveniente que el BCE anunciase la compra de deuda de empresas y familias, liber¨¢ndolas as¨ª de la losa que supone su devoluci¨®n. Esto ser¨ªa mucho m¨¢s eficaz que el actual programa de compras de deuda p¨²blica.
Naturalmente, nada de esto es sencillo, pero ante la disyuntiva entre control de cambios a la venezolana o reestructuraci¨®n de deuda, prefiero la segunda, aplicada sobre todo al sector privado. Ni el plan Juncker ¡ªde dudosa eficacia por el elevado apalancamiento impl¨ªcito¡ª ni el plan Draghi funcionar¨¢n con el nivel actual de deuda privada. Mejor que reducir la deuda p¨²blica es plantear en los foros europeos pertinentes (Consejo Europeo, Eurogrupo, etc¨¦tera) un ambicioso plan de reestructuraci¨®n de la deuda para las empresas y familias. Har¨¢ falta pues sentarse a dialogar y alcanzar acuerdos con nuestros socios europeos sobre estos problemas econ¨®micos y morales.
Ciertamente, las maniobras griegas quedan mejor analizadas desde la teor¨ªa de juegos. Sin embargo, las amenazas de incumplimiento de lo acordado sobre la deuda por parte de Grecia, o de expulsi¨®n del euro por parte de Alemania, tienen que llegar a materializarse alguna vez para ser cre¨ªbles. Esa eventualidad nos colocar¨ªa a los dem¨¢s (Espa?a, Italia, Portugal, Irlanda, B¨¦lgica, Francia, por orden cronol¨®gico) en una situaci¨®n complicada que presionar¨ªa sobre las primas de riesgo y las Bolsas. Confiemos en que las ¨¦lites est¨¦n dispuestas a reflotar el proyecto de una Uni¨®n cada vez m¨¢s quebradiza y que al final prevalezca, como as¨ª parece ser, la buena disposici¨®n del Gobierno griego y de los euroesc¨¦pticos de siempre: Cameron, Merkel, y sus corifeos afines.
Manuel Sanchis i Marco es profesor de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Valencia y miembro de AFEMCUAL. Su ¨²ltimo libro es El fracaso de las ¨¦lites. Lecciones y escarmientos de la Gran Crisis.
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