Sombras sobre el f¨²tbol
La presunci¨®n de ama?o de partidos es coherente con el estado de desorden de los clubs
Aunque formalmente se pueda decir que estamos ante un nuevo esc¨¢ndalo de compra de partidos que amenaza la credibilidad del f¨²tbol espa?ol, lo cierto es que el caso de Osasuna responde a la misma debilidad institucional que contamina las estructuras futbol¨ªsticas durante los ¨²ltimos a?os (por no decir lustros). Esa debilidad se manifiesta unas veces bajo la forma de un enfrentamiento pueril y enconado entre la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol y las autoridades pol¨ªticas deportivas; otras, con ataques de los clubs a los ¨¢rbitros y algunas, como es el caso, con la s¨²bita eflorescencia de la temida corrupci¨®n competitiva (compra de partidos). El exgerente de Osasuna, ?ngel Vizcay, ha declarado ante la Liga de F¨²tbol Profesional (LFP) que se reuni¨® en Madrid con dos jugadores del Betis para ofrecerles una prima de 250.000 euros si ganaban al Valladolid (Osasuna, Betis y Valladolid peleaban por no descender). La Liga investiga tambi¨¦n el Espanyol-Osasuna, jugado el mismo d¨ªa que el Betis-Valladolid. Las sospechas de compras de partidos no son de hoy (hay 42 imputados por el posible ama?o del Zaragoza-Levante en 2011), pero se multiplican a una velocidad uniformemente acelerada.
Lo peor de los casos conocidos es que, salvaguardando la presunci¨®n de inocencia personal, son veros¨ªmiles; es decir, son coherentes con el desorden de los clubs ¡ªorganizados como instrumentos de poder o prolongaciones de negocios¡ª y con la falta de autoridad de las instituciones para evitar los fraudes deportivos y econ¨®micos. Muchos clubs se sostienen con ayudas p¨²blicas (son ruinas apuntaladas por espesos enredos financieros locales y auton¨®micos) y soportan a su vez los prestigios de sus directivos.
Para ellos, la diferencia entre Primera y Segunda Divisi¨®n es la que existe entre vivir y sobrevivir. Osasuna es, a tenor de la declaraci¨®n de Vizcay y las investigaciones de la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n, un ejemplo de ese desorden futbol¨ªstico que ni la Federaci¨®n ni nadie parece capaz de corregir. Si es cierto que el club gast¨® 2,7 millones sin justificar, la primera reacci¨®n es asombrarse de que un club modesto dispusiera de esa cantidad y pudiera manejarla sin control interno o externo.
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