Lo que cuenta la alfombra roja
Desde el fracaso de Tom Ford hasta la redenci¨®n de John Galliano. Las elecciones estil¨ªsticas de las actrices como term¨®metro de la industria de la moda
La etiqueta #askhermore condensaba el deseo de muchas actrices de ser preguntadas sobre algo m¨¢s que sus vestidos en la gala de los Oscar. Pero hace ya tiempo que la alfombra roja se convirti¨® en una de las pasarelas m¨¢s relevantes para la industria de la moda. La ropa no es lo m¨¢s importante, pero es importante. Ni siquiera Reese Whiterspoon, una de las m¨¢ximas defensoras de esta iniciativa, puede sustraerse a esta realidad. Su palabra de honor blanco y negro hablaba de un fracaso no est¨¦tico sino marketiniano. Tom Ford, el dise?ador que lo firmaba, decidi¨® trasladar el desfile de su colecci¨®n para el pr¨®ximo oto?o/invierno a Los ?ngeles. Una decisi¨®n que reflejaba el peso de Hollywood en los planes de futuro de la firma, pero que el domingo solo se vio recompensada con la presencia de una de sus creaciones en el teatro Dolby.
No fue la ¨²nica conclusi¨®n sobre el sector del lujo que pudo extraerse de esta alfombra roja. Que una actriz de la categor¨ªa de Cate Blanchett escogiera una pieza de John Galliano para Maison Martin Margiela revela que no solo el mundo de la moda, sino tambi¨¦n el del espect¨¢culo, ha absuelto al dise?ador ca¨ªdo en desgracia tras proferir insultos antisemitas contra una pareja en un bar de Par¨ªs.
Tambi¨¦n Sienna Miller, icono de estilo y celebritie fetiche de Anna Wintour, lanz¨® un potente mensaje con su elecci¨®n. En este caso, de apoyo a Peter Copping, el dise?ador brit¨¢nico que ha asumido la dif¨ªcil tarea de suceder al malogrado ?scar de la Renta al frente de la firma a la que dio nombre. El vestido negro y de corte cl¨¢sico que luci¨® la protagonista de El francotirador pertenece a la colecci¨®n con la que Copping debut¨® en la semana de la moda de Nueva York hace apenas cinco d¨ªas y que no podr¨ªa haber tenido mejor estreno en p¨²blico.
La alfombra roja es, adem¨¢s, el escaparate donde las grandes casas gustan de hacer alarde de sus capacidad artesanal. Y esta edici¨®n qued¨® m¨¢s claro que nunca. A un lado del ring, un vestido de Calvin Klein compuesto por 6.000 perlas para Lupita Nyong'o. Al otro, Chanel y las 80.000 lentejuelas de la pieza de alta costura que luci¨® Julianne Moore. Ya sea porque obligar a una mujer a pasarse tres horas sentada sobre peque?as bolitas resulta turbador o porque Moore es capaz de defender con seguridad cualquier prenda por muy compleja que sea, no hubo lugar para la discusi¨®n. El ganador del combate fue Karl Lagerfeld.
Hedi Slimane, director creativo de Saint Laurent, tambi¨¦n se confirm¨® como uno de los vencedores de la noche al vestir a una de las mujeres que m¨¢s expectaci¨®n despert¨®, Dakota Johnson, protagonista de 50 sombras de Grey. Una de las m¨¢s acertadas, pero no la ¨²nica representante del estilo sofisticado de la casa francesa. El vaporoso vestido negro de Margot Robbie, protagonista de El lobo de Wall Street, surgi¨® como el contrapunto necesario y digno de agradecer a tanta princesa Disney.
Dentro de esta categor¨ªa, pero quiz¨¢ en una subdivisi¨®n carolliana, se enmarcaba Lady Gaga. La cantante llev¨® una pieza hecha a medida por Azzedine Ala?a y que constitu¨ªa la primera incursi¨®n del m¨ªtico dise?ador tunecino en la gala de los Oscar.
Pero, tristemente, no todas las invitadas suscitaron inter¨¦s por la trascendencia o el ¨¦xito de sus elecciones. Givenchy firmaba dos de los estilismos m¨¢s desafortunados de la gala. El vestido de brocado rojo de Rosamund Pike confirmaba lo que el Vera Wang que luci¨® en los Globos de Oro ya apunt¨®: la actriz tiene en su estilista a su peor enemigo. Mientras, el modelo azul¨®n de Jessica Chastain ratificaba que incluso la mujer m¨¢s bella puede quedar eclipsada por un estilismo mal escogido.
Entre los hombres, merecen menci¨®n aparte el esmoquin de terciopelo de Prada que llevaba el rapero Common y la versi¨®n azul celeste de Jared Leto con flor en la solapa incluida. Una licencia que solo el cantante y actor puede permitirse sin caer en el rid¨ªculo m¨¢s desastroso.
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