Entendemos mejor a Buffett

Warren Buffett, de 84 a?os, conocido como El Or¨¢culo de Omaha, est¨¢ reescribiendo la mitolog¨ªa del capitalismo, como un geniecillo amable en un cuento de Roald Dahl. El fuerte de Buffett, claro, son los logros financieros. Su fondo de inversi¨®n, Berkshire Hathaway, parece una marca de medias de nailon, pero en realidad funciona como una imparable m¨¢quina de exprimir ganancias en los mercados m¨¢s diversos y dispersos (American Expresss, Procter & Gamble, Wells & Fargo, Duracell o Coca-Cola, por citar algunos) que ha conseguido rentabilidades fabulosas en su medio siglo de vida. De hecho, es 67 veces m¨¢s rentable que el ¨ªndice S&P de Wall Street. Buffett, y a las pruebas hay que remitirse, tiene un ojo cl¨ªnico excepcional para el beneficio; alg¨²n chistoso ha sugerido que cuando muera podr¨ªa don¨¢rselo a la ciencia (econ¨®mica). Pero, como dicen en las biograf¨ªas pagadas al peso, El Or¨¢culo es algo m¨¢s que un inversor infalible.

Buffett causa admiraci¨®n entre sus colegas y competidores porque practica una l¨ªnea de conducta, personal y profesional, deudora del comunitarismo igualitarista. Tiene vicio por la filantrop¨ªa, proclama desde todos los p¨²lpitos que los t¨ªos Gilitos como ¨¦l tienen que pagar m¨¢s impuestos (como el de sucesiones), sostiene que la educaci¨®n es mejor patrimonio para los descendientes que el dinero ¡ªya veremos si su hijo Howard hereda Berkshire¡ª y desprecia alegremente el consumo sibar¨ªtico. De hecho, cuentan que su ¨²nico vicio es la cherry coke. Si vive rodeado de envidiosa admiraci¨®n no es s¨®lo por haberse acomodado en Forbes como uno de los tres hombres m¨¢s ricos del mundo.

Advirti¨® Ludwig Klages que ¡°el esp¨ªritu de lucro es, en ciertos casos, una direcci¨®n opuesta al sentido del deber¡±. La trayectoria de El Or¨¢culo indica que, en su caso, hay una voluntad de superar esa contradicci¨®n del car¨¢cter. Ser¨ªa mejor contar en el olimpo del capitalismo con un Warren Buffett que con un Henry Ford (History is bunk, La historia es una patra?a, pontific¨® el patr¨®n del coche) o con un JP Morgan. Buffett entiende mejor la historia y a quienes la padecen; nos entendemos mejor con ¨¦l.