Armenia: el primer genocidio del siglo XX
Todav¨ªa siguen vigentes las ideas de dos destacados intelectuales turcos, Pamuk y Dink, que ponen en cuesti¨®n la negativa oficial a reconocer un horrible crimen contra la humanidad cometido hace ahora cien a?os
Qui¨¦n habla hoy a¨²n del exterminio de los armenios?¡±. La frase de Hitler, pronunciada el 22 de agosto de 1939, alud¨ªa a la inminente campa?a de Polonia y anunciaba la dimensi¨®n genocida de su pol¨ªtica de guerra, culminada con la Shoah. A?os atr¨¢s, la matanza de los armenios hab¨ªa herido la sensibilidad de un joven judeopolaco, Rafael Lemkin, quien en lo sucesivo emplear¨¢ todos sus esfuerzos para crear una normativa internacional dirigida a impedir la repetici¨®n de tales cr¨ªmenes. M¨¢s a¨²n tras subir Hitler al poder. No lo consigui¨® y ello supuso que en N¨²remberg los cr¨ªmenes nazis fueran condenados desde la inseguridad de normas establecidas ex post facto. Y a pesar de que Lemkin obtuvo la sanci¨®n por la comunidad internacional del crimen de genocidio, tampoco ese logro personal signific¨® la puesta en marcha de una jurisdicci¨®n universal efectiva para su castigo, salvo en casos de debilidad del Estado culpable (Ruanda, Serbia).
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La tragedia armenia de 1915 responde puntualmente a la definici¨®n del genocidio por Lemkin. Fue la puesta en pr¨¢ctica de un conjunto de acciones criminales, con el prop¨®sito logrado de destruir un pueblo, a partir de un plan preconcebido desde supuestos ideol¨®gicos racistas y con medidas complementarias del aniquilamiento f¨ªsico, tales como una expropiaci¨®n generalizada. El procedimiento empleado consisti¨® en conjugar la eliminaci¨®n sistem¨¢tica de la poblaci¨®n masculina con una deportaci¨®n masiva de ancianos, mujeres y ni?os, obligados a recorrer a pie cientos de kil¨®metros, en verano y en el secarral anatolio, sin apenas recursos y sometidos a las agresiones de paramilitares, bandas kurdas y de los propios guardianes. Para acabar en campos de concentraci¨®n (Alepo) o de exterminio (Deir-es-Zor). El balance m¨¢s aceptado habla de 1,2 millones de muertos sobre una poblaci¨®n previa superior a dos millones. Al t¨¦rmino de la Guerra Mundial, con el Imperio derrotado, las autoridades otomanas hac¨ªan una estimaci¨®n de 800.000 v¨ªctimas. Mustaf¨¢ Kemal admiti¨® la cifra y conden¨® ¡°el exterminio de los armenios¡±.
La determinaci¨®n del genocidio correspondi¨® al Gobierno nacionalista de los j¨®venes turcos, quienes en la revoluci¨®n constitucionalista de 1908 parecieron compartir la idea de una ciudadan¨ªa igualitaria con las minor¨ªas ¨¦tnico-religiosas (griegos, armenios, jud¨ªos). Hasta entonces, estas conviv¨ªan bajo la autocracia del sult¨¢n en una situaci¨®n de pluralismo subordinado. Subordinado, porque del mismo modo que exist¨ªa la superioridad del estamento militar (askari) sobre la masa civil (reaya, literalmente ¡°el reba?o¡±), en el plano jur¨ªdico la poblaci¨®n musulmana (turca) prevalec¨ªa sobre las minor¨ªas, calificadas peyorativamente hasta hoy como yaurs, infieles. La tolerancia otomana ten¨ªa adem¨¢s la contrapartida de que cualquier disidencia frente a su dominaci¨®n desencadenaba una acci¨®n punitiva implacable. Las insurrecciones nacionalistas del siglo XIX en los Balcanes fueron ocasi¨®n de comprobarlo, y generaron de paso una creciente desconfianza frente a los armenios, cuyo n¨²cleo principal de asentamiento, al margen de Constantinopla, se encontraba aislado en Anatolia oriental. De ah¨ª que cuando el Congreso de Berl¨ªn, por el art¨ªculo 61, conmin¨® al sult¨¢n Abdulhamid II a otorgar reformas a los armenios y protegerles de kurdos y circasianos, el resultado acab¨® siendo el contrario. All¨ª donde se esperaban reformas, lo que hubo en 1894-1896 fueron matanzas con decenas de miles de v¨ªctimas, repetidas en 1909.
Adem¨¢s el proyecto de modernizaci¨®n pol¨ªtica de los j¨®venes turcos pronto rechaz¨® el pluralismo, para imponer, desde un nacionalismo militarista, una sociedad turca racial y culturalmente homog¨¦nea. Turquismo e islamismo eran los dos pilares en la concepci¨®n del ide¨®logo del movimiento, Ziya G?kalp, autor citado por Erdogan. Las minor¨ªas hab¨ªan de aceptar la superioridad del hombre turco; en caso contrario, la ¡°naci¨®n dominante¡± se liberar¨ªa de ¡°elementos cuya deslealtad era evidente¡±, protegi¨¦ndose as¨ª de ¡°los pueblos extranjeros¡± habitantes del Imperio. El principio de la pol¨ªtica genocida quedaba asentado. ?nicamente faltaba que la derrota otomana por los Estados balc¨¢nicos en la guerra de 1912-1913 provocase un ¨¦xodo de musulmanes a Anatolia y la consiguiente frustraci¨®n del v¨¦rtice militar joven turco, para que el odio al yaur se tradujese en voluntad de aniquilamiento. As¨ª fue c¨®mo sus l¨ªderes, Enver Pach¨¢ y Tal?t Pach¨¢, en el Gobierno tras la derrota y fieles a la ideolog¨ªa racista, vieron en la entrada del Imperio en la gran guerra la oportunidad para su ejecuci¨®n.
¡°?Qui¨¦n habla hoy a¨²n de aquel exterminio?¡±, se preguntaba Adolf Hitler en 1939
Tras ¡°largas y serias deliberaciones¡± (Tal?t) la direcci¨®n joven-turca, el Comit¨¦ de Uni¨®n y Progreso (CUP) resolvi¨® definitivamente en marzo de 1915. Sigui¨® la detenci¨®n de cientos de notables armenios en Constantinopla ¡ªde 200 a 650¡ª, la noche del 24 de abril, deportados o asesinados. La ¨²nica mujer en la lista, la escritora Zabel Yesayan, logr¨® huir; muri¨® en 1940 en el Gulag. La comunidad quedaba descabezada. El 27 de mayo, por iniciativa de Tal?t, ministro del Interior, el Gobierno decide la deportaci¨®n general para los armenios en Anatolia oriental. Pero el proceso se inicia mucho antes, en enero-febrero de 1914, cuando Enver Pach¨¢, ministro de la guerra, crea la Organizaci¨®n Especial (OE), formaci¨®n paramilitar antiseparatista. Los griegos ser¨ªan sus primeros blancos. En agosto de 1914, el CUP activa la OE para ocuparse de ¡°las personas a eliminar en la patria¡±, cometido que queda veros¨ªmilmente perfilado para los armenios en objetivos y procedimientos desde diciembre, con Tal?t y el responsable de la OE, Bahettin Shakir, al frente. A partir de fines de 1914 se suceden hechos precursores de un aniquilamiento masivo en el marco de las deportaciones, del cual han quedado abrumadores testimonios de misioneros y c¨®nsules neutrales, incluso de los aliados alemanes. Tal?t Pach¨¢ se lo explic¨® al embajador norteamericano Henry Morgenthau: ¡°Hemos liquidado ya la situaci¨®n de las tres cuartas partes de los armenios¡±; ¡°No queremos ver armenios en Anatolia; pueden vivir en el desierto, pero no en otra parte¡±.
El 24 de mayo de 1915, Inglaterra, Francia y Rusia hab¨ªan anunciado al Gobierno otomano su prop¨®sito de castigar los cr¨ªmenes cometidos ¡°contra la humanidad y la civilizaci¨®n¡±. Lleg¨® la hora con la derrota otomana. Como consecuencia, tras el armisticio de octubre de 1918, los aliados se propusieron establecer un tribunal internacional para dichos cr¨ªmenes, ahora incrementados en n¨²mero exponencialmente, pero los desacuerdos en composici¨®n y base jur¨ªdica, anuncio de lo que ocurrir¨¢ en N¨²remberg, anularon el intento. Toc¨® a la justicia otomana reconocer el car¨¢cter criminal de las matanzas, su terrible volumen, y castigar a los culpables. Ya huidos, fueron condenados a muerte en ausencia Enver, Tal?t, ?emal y Nazim Bey, y ejecutado un responsable local, el llamado ¡°verdugo de Yozgat¡±. Poca cosa, compensada por una importante documentaci¨®n probatoria, hoy en la Library of Congress.
M¨¢s tarde no falt¨® el ep¨ªlogo de los miles de griegos y armenios asesinados y deportados tras la ocupaci¨®n de la yaur Esmirna, en septiembre de 1922, una vez vencida la invasi¨®n griega. Kemal fue aqu¨ª testigo pasivo.
El Gobierno nacionalista fue el responsable de la decisi¨®n que condujo a la masacre
Dos destacados intelectuales, el novelista Orhan Pamuk y el periodista turco-armenio Hrant Dink, se preguntaban hace una d¨¦cada por la inexplicable negativa de la Turqu¨ªa democr¨¢tica a reconocer el exterminio armenio. Admitirlo en 1920 hubiese sido suicida, puesto que equival¨ªa a legitimar la desmembraci¨®n de Turqu¨ªa, pero esa raz¨®n no era v¨¢lida un siglo m¨¢s tarde. ?Por qu¨¦ identificarse con los cr¨ªmenes de unos antepasados, que adem¨¢s no fueron todos los antepasados, ya que la primera condena de las matanzas y de sus culpables corri¨® a cargo de consejos de guerra otomanos, e incluso Mustaf¨¢ Kemal la refrenda en octubre de 1919 al exigir la exclusi¨®n ¡°de los unionistas y personas que se mancharon con los actos depravados de la deportaci¨®n y de la matanza?¡±. Pero Dink fue asesinado en 2007, y Pamuk sufri¨® acusaciones y una dur¨ªsima campa?a como enemigo de ¡°la dignidad de la naci¨®n¡±. Sus ideas, no obstante, avanzaron. El alcalde de Kars, hoy turca, antes armenia, levant¨® una ¡°estatua de la humanidad¡± por la reconciliaci¨®n de ambas naciones. Erdogan impuls¨® su demolici¨®n, y ahora remite el tema a unos archivos depurados desde 1918.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica.
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