Grecia en la encrucijada europea
El ¡®efecto Syriza¡¯ infunde ¨¢nimo a los defensores de un New Deal para Europa
Ni regreso ni progreso: este parece ser el escenario de bloqueo en el que se mueve a tientas la vieja Europa. No es casual que im¨¢genes como la del ¡°laberinto de la deuda¡± o la ¡°ratonera¡± (Claus Offe) sirvan de diagn¨®stico de esta situaci¨®n de evidente bloqueo. Es tan complicado volver al pasado ¡ªsalida del euro, repliegues nacionalistas antieuropeos, etc¨¦tera¡ª como dar pasos hacia adelante engrasando esa maquinaria austericida marcada al comp¨¢s de una Alemania que, tras la victoria de Syriza, aparece algo m¨¢s aislada que antes. Por un lado, si se disolviera la eurozona tal y como la conocemos, todos entrar¨ªamos en un descomunal juego de suma cero: todas las partes perder¨ªan. Por otro lado, es dif¨ªcil imaginarse c¨®mo las ¨¦lites pol¨ªticas de Europa podr¨ªan parar el deslizamiento por la pendiente sin renegociar la situaci¨®n actual e introducir nuevas coordenadas.
En este contexto, la victoria de Syriza ha supuesto, entre otras cosas, el desplazamiento del horizonte de lo posible. Lo supuestamente inexorable ha dado lugar a la hora de la pol¨ªtica: se vuelve a discutir en Europa, y de eso se nutre la democracia. ?Qui¨¦n nos dir¨ªa, hace unos a?os, que la troika, ese horizonte insuperable de nuestro tiempo, pudiera modificarse aunque fuera parcialmente? S¨®lo puede saludarse este corrimiento como un triunfo de la deliberaci¨®n y la democracia como herramientas viables contra el despotismo de la austeridad y las oligarqu¨ªas financieras.
En muchos medios se ha comentado la compleja escenificaci¨®n que ambas partes han desplegado a fin de imponer sus intereses en la negociaci¨®n. Pero lo que b¨¢sicamente ha estado en juego ha sido una batalla decisiva para el futuro de una Europa no ahogada ya bajo la camisa de fuerza del dogmatismo econ¨®mico de la troika. Hemos asistido a la contienda entre una pol¨ªtica del miedo, encarnada en los poderes financieros, los bur¨®cratas de la UE y las ¨¦lites de la ortodoxia de la austeridad encabezadas por Alemania, y la pol¨ªtica de la esperanza. No olvidemos que el joven Gobierno griego no es ning¨²n intruso. Es un representante leg¨ªtimo que cuenta con el mandato democr¨¢tico de su pueblo.
Que un programa como el de Sal¨®nica, que cuenta con propuestas tan sensatas como financiar la deuda en base al crecimiento, suministrar luz el¨¦ctrica y alimentos a la poblaci¨®n que se encuentre por debajo del umbral de la pobreza y garantizar el derecho a la vivienda de sus ciudadanos, aparezca a algunos ojos como ¡°irreal¡±, solo revela hasta qu¨¦ punto la locomotora alemana viaja ensimismada en los ¨²ltimos tiempos por caminos alejados de la dignidad de los pueblos europeos.
Ha habido una batalla decisiva para el futuro de una Europa no ahogada ya bajo la camisa de fuerza de la troika
Ante este nuevo tel¨®n de fondo ser¨ªa muy importante que los gestos de moderada simpat¨ªa de los Gobiernos de Renzi en Italia y Hollande en Francia se consoliden en la l¨ªnea de buscar un cambio de orientaci¨®n en el ajuste. Frente a la ortodoxia alemana, la nueva identidad europea nos coloca ante un nuevo reto que no se corresponde con el diagn¨®stico de una contraposici¨®n entre pa¨ªses adelantados y retrasados o perif¨¦ricos. No, lo que est¨¢ en liza no es la guerra de Alemania contra Grecia, sino la guerra de los poderes financieros contra la Europa de los ciudadanos.
Parece obvio que hay fuertes intereses y determinados Gobiernos empe?ados en desprestigiar la imagen del reciente Gobierno griego. Pero el efecto Syriza ha conseguido en poco tiempo logros parciales que nos infunden ¨¢nimo a los defensores de una nueva Europa. La puesta en marcha por parte del BCE de un plan de expansi¨®n cuantitativa no se entiende al margen de la entrada en escena de Syriza. Se trata de un intento de atajar las presiones deflacionistas y el estancamiento econ¨®mico que est¨¢ proporcionando un necesario bal¨®n de ox¨ªgeno a todas las fuerzas pol¨ªticas contrarias a la austeridad.
Por otro lado, las propuestas pol¨ªticas del programa de Syriza nos ayudan a repensar ese funesto dise?o de la eurozona que ha puesto en marcha rescates t¨®xicos perniciosos tanto para la periferia como para los pa¨ªses centrales. Es imperativo reflotar la econom¨ªa social griega a trav¨¦s de un New Deal para Europa. Aquello que hace poco se antojaba impensable, como, por ejemplo, propuestas de ¡°reestructuraci¨®n de la deuda¡± defendidas por el premio Nobel Joseph Stiglitz, el FMI o por medios internacionales como Financial Times, hoy abonan el nuevo sentido com¨²n de ¨¦poca. Un desbloqueo cultural e intelectual que puede estar precediendo el desbloqueo pol¨ªtico de la UE.
A la vista de los ¨²ltimos acontecimientos, ser¨ªa un error limitarnos a enfatizar las cesiones de Grecia y la fuerza de la UE con vistas a afianzar su b¨²nker. Como ha resaltado Paul Krugman, Grecia no solo ha conseguido para este a?o una flexibilidad de la que antes no dispon¨ªa, sino que los acreedores han puesto a su disposici¨®n una financiaci¨®n que le permite salir adelante durante los pr¨®ximos meses. La gran batalla sobre el futuro todav¨ªa est¨¢ abierta. La imagen catastrofista con la que se pinta esta peque?a victoria no debe impedirnos mirar el futuro de Europa con optimismo. El Gobierno griego parece haber frenado, por ahora, una l¨®gica insaciable de austeridad cada vez m¨¢s peligrosa para toda Europa, y abierto un campo de juego diferente, en el que, con renovados ¨¢nimos, muy pronto se abrir¨¢n nuevos frentes, entre ellos en Espa?a. De ah¨ª que no sea momento de juegos, sino de una gran responsabilidad. Esta es la disyuntiva de nuestro tiempo.
??igo Errej¨®n es secretario de Pol¨ªtica de Podemos.
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