Maltrato sin fin
Las leyes contra la violencia machista son insuficientes para atajar las agresiones
La encuesta sobre la violencia contra la mujer elaborada por el Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas y el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad pone de manifiesto datos preocupantes que deber¨ªan alarmar a una sociedad en la que dos millones y medio de mujeres confiesan haber sufrido agresiones ¡ªf¨ªsicas o sexuales¡ª por parte de sus parejas o exparejas a lo largo de su vida.
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Representan un 12,5% de la poblaci¨®n femenina mayor de 16 a?os y una gran parte (casi el 70%) nunca ha denunciado a su agresor, pese a las campa?as institucionales contra esta lacra. Es revelador que el tel¨¦fono 016, que presta informaci¨®n y asesoramiento a las v¨ªctimas y a su entorno, apenas se ha utilizado en el 4% de los casos. Y solo la mitad de las mujeres maltratadas ha acudido a la polic¨ªa, el juez o a los servicios sociales solicitando ayuda. Conviene recordar que denunciar no es solo obligaci¨®n de la mujer, sino tambi¨¦n de familiares, vecinos y personal sanitario.
La presentaci¨®n del informe ha coincidido con una de las jornadas m¨¢s lacerantes: el asesinato de dos mujeres, en Andaluc¨ªa y Catalu?a, y la muerte a cuchilladas de una madre y sus dos peque?os en Gibraltar, presuntamente a manos de sus parejas. Pero, desgraciadamente, nada parece indicar que las agresiones vayan a disminuir a corto plazo. Desmoraliza que entre las j¨®venes y adolescentes est¨¦n calando hondo las actitudes machistas, ya que una de cada cuatro chicas de 16 a 19 a?os es objeto de ¡°violencia psicol¨®gica de control¡±, es decir, se sienten dominadas y vigiladas. Lejos de remitir, ese tipo de acoso parece ir en aumento. Y si los j¨®venes son un colectivo vulnerable, no lo son menos las mujeres que tienen alguna discapacidad. El 23,3% afirma haber padecido agresiones f¨ªsicas o miedo a sus parejas.
Romper el silencio, perder el miedo y denunciar a los agresores son los primeros pasos para intentar reducir las estad¨ªsticas. Las medidas de protecci¨®n contempladas en la ley, entre ellas las ¨®rdenes de alejamiento, parece claro que no son suficientes para atajar estos cr¨ªmenes atroces. Se necesitan acciones firmes en los centros educativos encaminadas a la sensibilizaci¨®n y a la prevenci¨®n para cortar de ra¨ªz determinados estereotipos ¡ªque dan alas al maltrato¡ª anclados en la sociedad. Porque insultar, vejar o menospreciar implican de por s¨ª una forma de violencia.
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