No somos as¨ª
Nunca tanta gente ha bajado a la calle a manifestar su descontento, dejando a un lado su comodidad y sus asuntos para solidarizarse con personas de otros sectores o profesiones y defender derechos, no siempre comunes. La distracci¨®n virtual y tecnol¨®gica no est¨¢ impidiendo el conocimiento de lo que pasa y, a menudo, son esos medios los que proporcionan el aviso, la llamada y el conocimiento de que algo est¨¢ ocurriendo. Por otro lado, la invasi¨®n de artefactos electr¨®nicos produce tambi¨¦n la resistencia a sus efectos directos o colaterales, abriendo estrategias para defender la intimidad y para evitar el control que ata al aparato. Pero es cierto que se necesita una cierta alerta para enfrentarse a la inteligencia acumulada en el ingenio por los equipos de ingenieros, programadores, dise?adores y vendedores que se han esforzado en lograr su m¨¢ximo atractivo e incitaci¨®n al uso renovado; que propone y programa tambi¨¦n su obsolescencia, lo que se da no solo en las tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n, pues ocurre igual, por ejemplo, con los artilugios de movilidad personal, desde las zapatillas a las motos, coches, tablas o parapentes. El problema est¨¢ en el tiempo de reacci¨®n para que prime nuestro control sobre el que ejercen sobre nosotros, la variedad y gravedad de los da?os, as¨ª como el n¨²mero de v¨ªctimas que nunca levantar¨¢n cabeza. Debemos estar hoy m¨¢s atentos, m¨¢s espabilado nuestro cerebro, para minimizar el factor sorpresa ante lo nuevo, al objeto de descubrir ad¨®nde nos lleva el usar y gozar de estas comodidades.¡ª Maximiliano Las¨¦n Paz.?
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