Inmigraci¨®n, la verg¨¹enza de Europa

Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo dice con rotundidad: ¡°No estamos ya ante una emigraci¨®n de personas que embarcan en cayucos o pateras que pueden salir de cualquier playa. Estamos ante embarcaciones de m¨¢s de 30 metros de eslora que necesariamente tienen que hacer uso de puertos¡±. El ministro aboga por ¡°hacer algo inmediatamente porque estamos asistiendo a la mayor tragedia que ha presenciado la humanidad desde la II?Guerra Mundial¡±: tal vez la destrucci¨®n de barcos de los traficantes de inmigrantes cuya traves¨ªa parte en muchos casos de puertos libios. Ser¨ªa una medida, nunca una soluci¨®n, trasladar a las playas africanas el muro europeo que jam¨¢s contendr¨ªa la inmigraci¨®n del hambre, las guerras civiles, las masacres y las violaciones de los derechos humanos. Debi¨¦ramos pensar y decirle a nuestro ministro que las armas que se utilizan en esas masacres y que expanden el terror y la inmigraci¨®n se fabrican en nuestro primer mundo, tambi¨¦n en Espa?a. ?Ser¨ªa una soluci¨®n bombardear Santa B¨¢rbara o Dikar? Ciertamente, no. La soluci¨®n a la inmigraci¨®n no es un protocolo que se inventa Europa de un d¨ªa para otro; ha de ser un ejercicio de solidaridad que se vuelque con el desarrollo africano, donde no se esquilmen los recursos primarios, donde Europa comience a pensar que ?frica es una ¡°inversi¨®n¡± no colonialista.¡ª Pedro Benito Somalo.

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