S¨ªntomas preelectorales

Se acercan las elecciones y proliferan actos de partido y m¨ªtines por doquier. No hay partido pol¨ªtico ni candidato que se precie que no se ¡°exponga¡± a la ciudadan¨ªa. Algunos, sin embargo, parece que solo lo hacen mediante estricta prescripci¨®n electoral dosificada en peque?as y controladas tomas suministradas en ambientes as¨¦pticos; preferiblemente c¨®modos sof¨¢s.

Las candidatas del PP en Madrid, Cristina Cifuentes y Esperanza Aguirre, han optado por no exponerse en exceso a la ciudadan¨ªa y menos a¨²n a enfrentarse en debate p¨²blico a sus rivales pol¨ªticos, infectados algunos de ellos de una ventolera de cambio con ra¨ªces ciudadanas que podr¨ªa obligarles, por contagio, a decir algo fuera de guion que a la larga les pudiera costar un titular en los medios o algo a¨²n peor: un pu?ado de votos. Esta decisi¨®n estrat¨¦gica de los populares ha quedado patente los d¨ªas 27 y 28 de abril en los que el resto de candidatos a la alcald¨ªa y la presidencia de la CAM han asistido a sendos debates p¨²blicos en el C¨ªrculo de Bellas Artes y en la Universidad Carlos?III de Madrid, y en los que la presencia del PP se reduc¨ªa a una silla vac¨ªa en el Aula Magna universitaria, y al n¨²mero dos de la lista de Aguirre, Henr¨ªquez de Luna, a la defensiva e irascible, en el C¨ªrculo de Bellas Artes.

El resultado de este tratamiento electoral dise?ado por el Partido Popular en Madrid lo veremos en unos d¨ªas. A ellos les suele ir bien. Sin embargo, como suele ocurrir, tiene un efecto secundario: el problema es que, en este caso, no afecta al medicado sino al conjunto de la ciudadan¨ªa, que cae en la apat¨ªa y el conformismo de una democracia convaleciente a la que, como a un abuelito, solo se la visita un fin de semana de vez en cuando.¡ª Iv¨¢n Velasco Romera.