Replanteando soluciones a la violencia policial en Brasil
Polic¨ªa patrullando por la Favela Santa Marta, la primera favela en pacificarse. R¨ªo de Janeiro / Photo: Towards the Human City
Eduardo de Jes¨²s Ferreira estaba sentado en la puerta de su casa leyendo cuando fue alcanzado por un balazo en la cabeza muriendo al instante. Ten¨ªa 10 a?os. El polic¨ªa que dispar¨® aleg¨® confundir su Smartphone con un arma. Era la cuarta muerte de un residente de la favela Complexo do Alem?o en menos de 24 horas. Varios polic¨ªas tambi¨¦n hab¨ªan muerto los ¨²ltimos d¨ªas en confrontaciones con traficantes. Videos colgados en YouTube muestran a la polic¨ªa nerviosos con las armas en la mano amenazando a los residentes de la favela.
Desgraciadamente, no son casos at¨ªpicos en R¨ªo de Janeiro. En Brasil, cada 10 minutos muere una persona asesinada, una media de 144 al d¨ªa y la polic¨ªa brasile?a es autora de la muerte de 6 personas cada 24 horas. En los ¨²ltimos cinco a?os han acabado con la vida de 11.000 personas, que equivalen a las mismas muertes por polic¨ªas de Estados Unidos durante los ¨²ltimos 30 a?os.
Esta violencia desmesurada es rec¨ªproca y tambi¨¦n se cobra su parte en vidas de polic¨ªas. Las estad¨ªsticas se?alan que estos ¨²ltimos 5 a?os se han asesinado a 1.770 polic¨ªas, una media de un polic¨ªa muerto cada 24 horas.
Las favelas de R¨ªo, posicionadas en algunos de los espacios m¨¢s privilegiados de la ciudad aunque abandonadas durante d¨¦cadas por el sistema, estaban sometidas a la econom¨ªa del narco. En 2008, la Secretar¨ªa de Seguridad del estado de R¨ªo de Janeiro empez¨® a introducir las denominadas Unidades de Pacificaci¨®n Policial (UPP) para llevar la presencia del estado a dichos territorios. Aparte de reforzar la presencia y la acci¨®n de la polic¨ªa, el proyecto pretend¨ªa promover tambi¨¦n el desarrollo social y econ¨®mico en las favelas a trav¨¦s varios servicios sociales, aunque sus resultados no han sido del todo satisfactorios.
Santa Marta, la primera favela pacificada de R¨ªo de Janeiro. Photo: Paula Garc¨ªa Serna (@Pgarciaserna)
Robert Muggah, director de investigaci¨®n del Instituto Igarap¨¦ describe los logros de la UPP : ¡°la idea de poner a la polic¨ªa de forma permanente en ciertas comunidades fue un cambio dram¨¢tico en relaci¨®n con el pasado que logr¨® grandes resultados. A parte de una reducci¨®n del 65% de homicidios desde 2008, bajaron diferentes formas de violencia, como robos y secuestros¡±. Sin embargo, las expectativas que se generaron en el ¨¢mbito socioecon¨®mico no se han cumplido: ¡°El segundo objetivo de la UPP era cambiar la naturaleza de la actuaci¨®n policial, de uno que era despiadado y represivo a uno m¨¢s orientado a la comunidad y m¨¢s interactivo con los residentes de la favela. Hab¨ªa muchas expectativas de que las pacificaciones resolver¨ªan todos los problemas de las favelas, tanto de seguridad p¨²blica como de generaci¨®n de empleo y movilidad social. No podemos decir que las pacificaciones aportaron los grandes dividendos que se esperaba de ellas y la poblaci¨®n se ha vuelto m¨¢s esc¨¦ptica¡±.
Este escepticismo se acent¨²a con la situaci¨®n econ¨®mica en las favelas. Uno de los efectos que tuvo expulsar a los narcotraficantes fue detener dr¨¢sticamente el desarrollo econ¨®mico. ¡°Si algo ten¨ªan los narcos¡± nos comentaban varios de los residentes de las favelas que visitamos ¡°es que celebraban a menudo y gastaban mucho dinero. Ahora muchos negocios de la comunidad est¨¢n parados¡±.
Otro problema grave que limita el ¨¦xito de conciliaci¨®n entre los residentes de las favelas y la polic¨ªa es la propia formaci¨®n de los polic¨ªas. Muchos de ellos han sido entrenados para resolver temas de seguridad en un contexto de violencia, no para promover modelos de desarrollo en un contexto de paz: ¡°No somos ONG y no podemos sustituir a las organizaciones que se dedican al desarrollo social¡± nos comentaban con cierta frustraci¨®n varios polic¨ªas entrevistados que trabajan en favelas, la mayor¨ªa pidiendo mantener el anonimato para evitar tensiones con sus superiores.
Robert Muggah, Director de investigaci¨®n del Instituto Igarap¨¦. Photo: Towards the Human City
En este contexto de desconfianza y violencia entre la polic¨ªa y los residentes de favelas, el Instituto Igarap¨¦ ha propuesto un sistema de Smart Policing, una aplicaci¨®n Android que se descarga en los m¨®viles de los polic¨ªas que est¨¢n patrullando y activa una c¨¢mara de v¨ªdeo que documenta los acontecimientos a los que se expone la polic¨ªa. Las im¨¢genes van encriptadas a una base de datos accesible a los altos mandos.
¡°El Smart Policing no s¨®lo permite proteger a los residentes de abusos policiales¡± nos comenta Robert Muggah en su sede, ¡°sino que tambi¨¦n protege a la propia polic¨ªa ya que cada vez con m¨¢s frecuencia se filma las acciones de violencia de la polic¨ªa contra la ciudadan¨ªa y enseguida suben los videos a YouTube, pero no incluyen los actos de provocaci¨®n o las acciones que han provocado esas reacciones. Estos dispositivos aportan informaci¨®n m¨¢s completa sobre los hechos y permiten aclarar los acontecimientos¡±.
El dispositivo en este sentido tiene tres objetivos principales: prevenir el abuso de poder y limitar la corrupci¨®n policial; mejorar la relaci¨®n entre las autoridades y la comunidad; y proteger a oficiales acusados injustamente. Actualmente, los dispositivos de Smart Policing se est¨¢n llevando a cabo como proyectos pilotos en ciudades como R¨ªo de Janeiro, Cape Town y Johannesburgo. El Departamento gubernamental del Reino Unido para el desarrollo internacional (DFID en sus siglas en ingl¨¦s) est¨¢ apoyando la segunda fase de su implementaci¨®n y Google Ideas ha ofrecido apoyo t¨¦cnico y estrat¨¦gico.
Aunque este tipo de dispositivo tecnol¨®gico puede ayudar, todos parecen estar de acuerdo que es menester invertir en la mejora de la selecci¨®n, capacitaci¨®n y supervisi¨®n de polic¨ªas para minimizar las malas pr¨¢cticas. Adem¨¢s, para que la UPP sea un proceso irreversible y se convierta en una referencia que inspire la reforma de las pol¨ªticas de seguridad p¨²blica en las ciudades, tendr¨¢ que priorizar el desarrollo de programas sociales y econ¨®micos para que existan alternativas viables y los ¡°hu¨¦rfanos del narcotr¨¢fico¡± puedan reincorporarse a la econom¨ªa formal. Retos nada desestimables para un pa¨ªs que a pesar de su progreso econ¨®mico, sigue siendo uno de los m¨¢s desiguales del mundo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.