No dejes que tu paciencia coja el AVE
Estamos en la era del minuto a minuto, del resultado inmediato, de la conexi¨®n en directo, de las dietas milagro, de la comida r¨¢pida, de las descargas por Internet instant¨¢neas, del tren de alta velocidad¡ La tecnolog¨ªa nos ha hecho la vida mucho m¨¢s f¨¢cil, pero por otro lado tambi¨¦n ha creado aut¨¦nticos devoradores de satisfacci¨®n inmediata. Hoy m¨¢s que nunca, en la edad de la impaciencia, es la paciencia la que emerge como virtud m¨¢s que necesaria si no queremos que la frustraci¨®n nos visite con frecuencia. Si revisamos uno de los experimentos con m¨¢s ¡®paciencia¡¯ que se recuerdan, el psic¨®logo de la Universidad de Stanford Walter Mischel, realiz¨® un estudio cuyas conclusiones llegaron muchos a?os despu¨¦s de iniciarse. Mischel reuni¨® a un grupo de ni?os de cuatro a?os y les puso delante una golosina ante sus ojos. Un momento muy complicado y sin duda muy tentador para los peque?os. Antes de darles v¨ªa libre para devorarla, les propuso que si eran capaces de esperar veinte minutos sin comerse el dulce, les dar¨ªa otro. Si por el contrario no pod¨ªan controlar su primer impulso y se lo com¨ªan, no recibir¨ªan un segundo. Dos de cada tres peque?os no pudieron aguantar y se la llevaron a la boca r¨¢pidamente, mientras que solo uno de cada tres logr¨® reprimir sus ganas, a pesar de sus miradas de sufrimiento. Ah¨ª qued¨® la primera parte del testeo, en ¡®stand by¡¯, hasta que muchos a?os despu¨¦s, cuando los ni?os ya se afeitaban y estaban en la universidad, Mischel volvi¨® a fijarse en ellos. El descubrimiento fue extraordinario cuando se dio cuenta de que los que en su d¨ªa consiguieron esperar, obten¨ªan mejores calificaciones y mejor empleo que aqu¨¦llos que a?os atr¨¢s no consiguieron controlar su paciencia. Este experimento, cuyo ¨¦xito tambi¨¦n se bas¨® en la espera, desemboc¨® en el llamado Principio del ¨¦xito, que resume que las personas que tienen la habilidad de aplazar la gratificaci¨®n son m¨¢s propensas a tener ¨¦xito que los que buscan la recompensa a corto plazo.
Hay m¨¢s teor¨ªas y estudios al respecto de las bondades de la paciencia, pero quiz¨¢, lejos del panorama cient¨ªfico, lo podremos entender perfectamente si recordamos aquella ocasi¨®n en la que tratamos de montar un mueble de Ikea. Porque todos lo hemos hecho, o al menos lo hemos intentado alguna vez. Sin paciencia y relajaci¨®n, el armario de dise?o suele terminar empotrado¡ y no en la pared precisamente.
Sin embargo no debemos caer en el error de simplificar el ¨¦xito del experimento de Mischel, ya que la paciencia no es buena por s¨ª sola. No vale solo con tumbarse a esperar resultados, ya que esa espera debe estar siempre acompa?ada de trabajo y esfuerzo. Como recuerda el antrop¨®logo Viesturs Celmins, ¡°la paciencia no tiene porqu¨¦ ser pasiva, sino que debe ser activa¡±.
Hoy el ¨¦xito en la empresa se mide en niveles de velocidad, en resultados moment¨¢neos. A veces se estrangulan los resultados a largo plazo por un corto plazo inmediato (y que conste que ambos son importantes). Esta inmediatez est¨¢ tan instalada en la sociedad que incluso fuera del ¨¢mbito profesional, encontramos otro ejemplo en el amor. Buscamos pareja a trav¨¦s de las aplicaciones m¨®viles. Para saltarnos pasos, por falta de tiempo, para simplificar los pasos del amor, para meter prisa a Cupido a la hora de lanzar la flecha. Puede ser una ventaja en algunos casos, pero en el fondo se trata de acortar el camino, lo que desnaturaliza las relaciones. Te quiero, pero ya, aqu¨ª, y rapidito.
El deporte y la impaciencia tambi¨¦n est¨¢n re?idos. No se puede llegar a la excelencia si no hay insistencia y esto est¨¢ relacionado con la paciencia, como ocurre en las disciplinas m¨¢s r¨¢pidas como el atletismo, como los 100 metros lisos. La evoluci¨®n de los atletas se consigue d¨ªa a d¨ªa, en los entrenamientos, bajo la lluvia, bajo el sol, sin p¨²blico¡ Esa dedicaci¨®n que hace que un d¨ªa tus piernas lleguen un segundo m¨¢s r¨¢pido a la meta. Todo un logro, toda una satisfacci¨®n, todo un ¨¦xito.
En resumen: No frenes tu ritmo, no levantes el pie del acelerador del esfuerzo, pero no pidas ¡°una limosnita y deprisita¡±, porque ni Zamora se tom¨® en una hora, ni hay aut¨¦ntico genio sin paciencia.
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