Del asilo y la inmigraci¨®n econ¨®mica
Huir del hambre o buscar protecci¨®n internacional: ¡°Nada nos es ajeno¡± en un planeta peque?o
Desde hace exactamente un mes, resuenan en mi cabeza las declaraciones del ministro Garc¨ªa-Margallo, en las que afirmaba que aquellos que se embarcan para morir en el Mediterr¨¢neo no son asilados sino migrantes econ¨®micos. Tal aseveraci¨®n me dej¨® perplejo y solo puede ser fruto de las dotes adivinatorias del ministro sobre la intenci¨®n de terceros o del arte de hablar con los muertos.
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La informaci¨®n es precon-dici¨®n de una sociedad democr¨¢tica y una excelente vacuna contra charlatanes y tramposos. ?A qu¨¦ se refer¨ªa el ministro? No lo sabemos, porque el asilo es la instituci¨®n jur¨ªdica de protecci¨®n internacional por excelencia: ante la imposibilidad de que nuestro pa¨ªs de nacimiento o residencia nos proteja de un peligro real y actual, ser¨¢ un tercer Estado el que dispense dicha protecci¨®n. Hablar solo de ¡°asilo pol¨ªtico¡± es desconocer esa realidad e impide ver toda la amplitud de la solidaridad que comporta la protecci¨®n internacional. Nuestro ordenamiento jur¨ªdico reconoce la condici¨®n de refugiado al que, ¡°debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religi¨®n, nacionalidad, opiniones pol¨ªticas, pertenencia a determinado grupo social, de g¨¦nero u orientaci¨®n sexual, se encuentra fuera del pa¨ªs de su nacionalidad y no puede o, a causa de dichos temores, no quiere acogerse a la protecci¨®n de tal pa¨ªs¡±. ?C¨®mo podemos saber qui¨¦n es refugiado?
La migraci¨®n econ¨®mica es el abandono de la tierra propia que algunas personas deciden afrontar porque su alternativa es morir de hambre. Cuando el ministro habla de ¡°asilados o inmigrantes econ¨®micos¡±, para insinuar que los primeros tienen derecho a un trato mejor que los segundos, lo que motiva devoluciones en caliente y otras pr¨¢cticas dif¨ªcilmente justificables jur¨ªdicamente, lo que hace es comparar a personas que sufren persecuciones individuales con aquellas otras que residen en lugares en los que el verbo adecuado no es ¡°vivir¡±, sino ¡°intentar sobrevivir¡±.
La diferencia y confusi¨®n de migrantes econ¨®micos y refugiados solo busca provocar el miedo ante un posible ¡°tsunami descontrolado de otros¡± que altere nuestra paz
Tanto lectores cr¨ªticos como defensores ac¨¦rrimos del Gobierno se preguntar¨¢n: ¡°?Y qu¨¦ podemos hacer? No podemos absorber esa masa poblacional¡±. Efectivamente, no podemos asumir solos la soluci¨®n a las problem¨¢ticas que causan la migraci¨®n econ¨®mica y la necesidad de protecci¨®n internacional, porque ambas tienen causas complejas y distintas. Sin embargo, nuestro deber es concienciarnos de que, en un planeta cada vez m¨¢s peque?o, como dec¨ªa el Cremes de Terencio: (mujeres y) ¡°hombres, nada humano es ajeno¡±. Conciencia de que nuestro modus vivendi es causa, al menos parcial, de la miseria de terceros, donde nuestras empresas y Gobiernos act¨²an con criterios de eficiencia econ¨®mica y olvido de los derechos humanos. Conciencia de que la acci¨®n coordinada, responsable y sin reservas de los Estados y la exigencia de informaci¨®n y acci¨®n pol¨ªtica cr¨ªticas son la ¨²nica soluci¨®n a dichas problem¨¢ticas.
Lo dicho impone la cr¨ªtica de las declaraciones del ministro. Se identifica a un refugiado conociendo su historia individual y encuadr¨¢ndola en el contexto de su pa¨ªs de origen. Parad¨®jicamente, en Espa?a, donde para decidir sobre la concesi¨®n del asilo raras veces se acude a la informaci¨®n que puede suministrar el pa¨ªs de origen, el ministro de Exteriores justifica su comentario en el hecho de que de ¡°Eritrea, Gambia y el ?frica subsahariana¡± se huye por motivos econ¨®micos. Ni m¨¢s ni menos.
Y mientras Europa asume la necesidad de actuar de modo coordinado ante estas dos problem¨¢ticas reconociendo sus diferencias, arma una operaci¨®n contra las mafias que se aprovechan del sufrimiento humano y profundiza en el tratamiento unificado de la protecci¨®n internacional discutiendo un sistema de cuotas, Garc¨ªa-Margallo sigue confundiendo ambas cuestiones, ¡°menor cuota de refugiados para nosotros, que tanto hemos luchado contra la inmigraci¨®n ilegal¡±. Las churras y las merinas otra vez. El ministro sabe que la diferencia y confusi¨®n de migrantes econ¨®micos y refugiados solo busca provocar el miedo ante un posible ¡°tsunami descontrolado de otros¡± que altere nuestra paz.
En un mundo en el que la comunicaci¨®n es esencial, ejercicios de desinformaci¨®n (o pura mentira) de nuestros gobernantes no pueden ser tolerados. Menos a¨²n cuando provocan la deshumanizaci¨®n de quienes luchan por la supervivencia. No nos equivoquemos, es as¨ª como se alimenta la xenofobia, convirtiendo a los otros en la parte excluida del nosotros.
Baltasar Garz¨®n es jurista.
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