Las ¡®apps¡¯ se convierten en los nuevos servicios p¨²blicos

Este verano, las empresas de coche compartido Uber y Lyft podr¨¢n recoger pasajeros en las terminales del aeropuerto internacional de Los ?ngeles. As¨ª lo anunci¨® en abril el alcalde de la ciudad durante su discurso anual de pol¨ªtica general. ¡°Tenemos que hacer la navegaci¨®n por esta ciudad m¨¢s f¨¢cil¡±, dijo Eric Garcetti. Tambi¨¦n anunci¨® una colaboraci¨®n sin precedentes con la aplicaci¨®n Waze, que a trav¨¦s de informaci¨®n de los usuarios ofrece el tr¨¢fico en tiempo real. El Ayuntamiento meter¨¢ en la aplicaci¨®n su propia informaci¨®n como, por ejemplo, cuando corta una calle por unas obras o un rodaje. Adem¨¢s, el alcalde anunci¨® diez millones de d¨®lares para subvencionar casas de rentas bajas. La mitad de ese dinero se generar¨¢, dijo, porque ¡°por primera vez vamos a cobrar impuestos de AirBnb¡±, la empresa de alquileres privados.

Uber, Lyft, Waze y AirBnb son iniciativas privadas convertidas en pol¨ªticas p¨²blicas en Los ?ngeles. Cada una de ellas llena el vac¨ªo de carencias evidentes de la segunda ciudad m¨¢s grande de Estados Unidos. Barrios del tama?o de ciudades medianas no tienen apenas opciones de alojamiento. Los trayectos al trabajo pueden superar los 30 o 40 kil¨®metros a trav¨¦s de autopistas urbanas. Nadie puede salir de casa sin tener pensado de antemano d¨®nde va a aparcar.

De ellas, Uber y Lyft son las que m¨¢s han influido en la ciudad y las que dan m¨¢s pistas sobre el futuro de colaboraci¨®n entre Administraciones y apps colaborativas. Hace tres a?os que Uber comenz¨® a funcionar en la ciudad de Los ?ngeles prometiendo una ciudad ¡°m¨¢s eficiente, m¨¢s civilizada¡±. ¡°Va a ser divertido cambiar esta ciudad juntos¡±, dec¨ªa el texto del CEO de la empresa. En tres a?os, Uber se ha convertido de facto en el sistema de transporte p¨²blico de Los ?ngeles. Resulta que la clave no estaba en buscar una alternativa al coche privado, sino en abrazarlo sin complejos y ponerlo al servicio del p¨²blico. Habr¨¢ Administraciones que se puedan permitir el lujo de prohibir la econom¨ªa participativa. La megaciudad de ciudades, no.